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El futuro de la monarquía

La sucesión de escándalos que minó la imagen del rey

Varios ciudadanos observan el mensaje televisado de abdicación del rey en unas pantallas de un centro comercial.

La Casa del Rey, y el propio rey, se han hartado de decir en los últimos años que el monarca no iba a renunciar al trono, que España no es como Holanda o Bélgica, países en los que es más frecuente que el jefe del Estado ceda la Corona. Pero al final hay abdicación de Juan Carlos, a sus 76 años y tras 39 de reinado, previo paso por las Cortes Generales. Una decisión que llega tras tres años de suma convulsión para la Jefatura del Estado, encabezada por el terremoto del caso Nóos, la cacería de lujo en Botsuana y el debilitamiento de su salud, y que conocían muy pocos. Pero ninguna de las circunstancias que han rodeado a la Corona fueron mencionadas, siquiera tangencialmente, por Juan Carlos durante su mensaje televisado

Una de las pruebas palpables del desgaste constante de la institución llegó en octubre de 2011. Los españoles adjudicaron el primer suspenso a la monarquía en ese momento, un 4,89 –tenía un 7,48 en diciembre de 1995–, y eso que aún no había estallado Nóos. Lo haría el mes siguiente. La Zarzuela, mientras, fue maniobrando para evitar que el incendio acabase prendiendo la Corona, pero con escaso éxito. Apartó al duque de Palma de la agenda oficial por su conducta poco "ejemplar" –y apartó, de facto, a su hija menor, Cristina de Borbón– y comenzó a desvelar parte de las cuentas de la Jefatura del Estado, una reclamación persistente de los partidos de izquierdas. 

El juez José Castro imputó finalmente a Iñaki Urdangarin por sus negocios presuntamente delictivos en el Instituto Nóos, un caso que no ha dejado de estar presente desde entonces. Pero el proceso de deterioro de la Corona se agravó con el viaje del rey a Botsuana en abril de 2012, cuando los mercados acosaban a España y planeaba la posibilidad del rescate. Los españoles sólo conocieron la cacería de lujo del monarca en el país africano porque se le tuvo que trasladar de urgencia a Madrid tras la fractura de su cadera derecha. El escándalo fue de tal calibre que el jefe del Estado, en un gesto inédito durante todo su reinado, se vio obligado a pedir perdón. "Lo siento mucho. Me he equivocado... y no volverá a ocurrir", dijo, nada más salir del hospital USP San José. 

Ese fue, según las encuestas que ha ido encargando la Zarzuela desde marzo de 2012, uno de los momentos de mayor desprestigio de Juan Carlos, que la institución intentó combatir lanzando tibios fogonazos de una mayor transparencia en sus cuentas, aunque nunca definitivos. Nunca se ha publicado el patrimonio de la familia real, por ejemplo. Tan sólo la distribución de las grandes partidas y los sueldos de los miembros de la Corona, también de la reina Sofía y de su sucesora, la princesa Letizia

La primera rueda de prensa en la Zarzuela

Pero jamás se pararon los rumores de una abdicación del monarca. Ya no sólo por los sucesivos golpes que fue propinando el escándalo Nóos –con la imputación de su hija y su declaración ante el juez como punto álgido–, sino por su empeoramiento progresivo de salud. A las intervenciones de nódulo pulmonar en 2010, de la rodilla y del tendón de Aquiles en 2011, y la operación de su cadera derecha en Botsuana en abril de 2012, siguió otra a los pocos días por una luxación en la misma cadera. Y en noviembre de ese año, se le implantó una prótesis en la otra cadera, la izquierda, tal y como él mismo anunció durante la XXII Cumbre Iberoamericana, que se celebró en Cádiz. En marzo de 2013 tuvo que pasar de nuevo por el "taller" –es expresión del monarca– para tratarle una hernia de disco en la zona lumbo-sacra. 

En septiembre pasado, en una rueda de prensa histórica en la Zarzuela, la Casa del Rey informó de que el monarca tenía que ser intervenido de nuevo para sustituirle la prótesis en la cadera izquierda a causa de una infección. Para ello, la Corona reclutó al doctor de la clínica Mayo de EEUU Miguel Cabanela. Ello hizo que se le operara dos veces: una primera para colocarle un cemento provisional y otra para implantarle la prótesis definitiva. Una vez pasado su periodo de convalecencia, se ha podido ver al monarca apoyado en un bastón. Nunca desprovisto de apoyos, pese al pronóstico que en su momento hizo Cabanela

Aquella comparecencia de Rafael Spottorno, el jefe de la Casa, se organizó, precisamente, para frenar las especulaciones sobre una posible renuncia del monarca. Los gestos en esa misma dirección habían sido constantes en los últimos años. Desde la conversación pseudohagiográfica de Jesús Hermida con el rey en TVE por su 75 cumpleaños, los reportajes en la cadena pública, o hasta el último mensaje de Navidad de Juan Carlos. Entonces expresó su "determinación" de seguir continuando con el "desempeño fiel" de su mandato. Apenas unos días después, cuando cumplió 76 años, el rey decidió preparar su relevo, según él mismo reconoció hoy. Una decisión que trasladó a muy pocos. Entre ellos, su hijo el príncipe; al jefe de su Casa, Rafael Spottorno, y a sus predecesores en el cargo Fernando Almansa y Alberto Aza, y, a finales de marzo, al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Unos pocos días después se la comentó al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. En cuanto Rajoy tuvo conocimiento, le encargó a su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que estudiase la parte técnica, el cómo hacerlo. 

Rajoy anuncia por sorpresa la abdicación real

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El papel en el 23-F

No sólo han sido Nóos, la cacería de elefantes en Botsuana, la imputación de Cristina o las recaídas de Juan Carlos. Más escándalos han jalonado la vida de la Corona en los últimos años. Por ejemplo, la millonaria herencia de Juan de Borbón. Nunca se supo con certeza si la Zarzuela había tributado por ese legado a Hacienda. O también el papel del monarca el 23-F, pues según el último libro de la periodista Pilar Urbano, La gran desmemoria, publicado unos días después de la muerte de Adolfo Suárez, fue uno de los muñidores de la operación Armada, la caída del entonces presidente del Gobierno y su sustitución por el general Alfonso Armada. 

Entretando, la valoración de la monarquía ha ido cayendo en picado. Desde el 4,89 de octubre de 2011 pasó al 3,68 de abril de 2013, y de ahí al 3,72 de este año, según los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Precisamente la última nota, el 3,72, se conoció después de que la Zarzuela trasladara el mensaje de que la Corona estaba recuperándose en sus encuestas quincenales internas, un cambio de tendencia observado desde el funeral del décimo aniversario del 11-M presidido por los reyes y desde la reanudación de la agenda nacional e internacional de Juan Carlos, sobre todo tras su gira por los países del Golfo, a la búsqueda de inversiones. El último que estaba programado, con destino Catar, se iba a hacer para después del verano. Pero ese compromiso ya estará en manos del nuevo rey, Felipe VI. Un hombre de 46 años que tiene sobre sus espaldas una ímproba labor: hacer remontar la imagen de la institución de la que va a tomar las riendas en la peor coyuntura de su historia reciente.

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