Paraísos fiscales
Meyer, el empeño de Cayo Lara para el 25-M, se estrella en Luxemburgo
Cayo Lara es Willy Meyeres . Puede parecer una ecuación irrelevante, pero en el fondo sintetiza qué es Meyer para Lara, y Lara para Meyer. Ambos se han sostenido en los últimos años. El coordinador le ha tenido muy cerca aunque en el organigrama de la dirección el eurodiputado apareciera, desde 2008, en un escalón poco vistoso –la Secretaría de Política Internacional–, ha confiado en él hasta la extenuación. Y fue él, Lara, quien puso todo su empeño en que Meyer repitiera por tercera vez como cabeza de lista de las europeas del 25-M, quien puso toda la carne en el asador para que su candidatura, y no la de la castellonense Marina Albiol, prosperara. Su apuesta generó no pocos rotos dentro de la mayoría que le sustenta como líder, a punto de la quiebra interna.
Las heridas aún no habían suturado, y el propio Lara tuvo que admitir que con la confección de la lista al Parlamento Europeo se habían dejado muchos pelos en la gatera, había tensionado en exceso la organización. Y de pronto, justo cuando IU se disponía a poner remedio al bofetón del 25-M, le cayó un obús de incalculables dimensiones, que puso en el disparadero otra vez a él, a Meyer, con escaño en Bruselas desde 2004.
infoLibre descubría ayer martes que eurodiputados de varios partidos y diferentes países mantienen un fondo de pensiones gestionado a través de una sicav con sede en Luxemburgo, por ser la sede de la Secretaría General de la Eurocámara. Entre los que se sumaron al fondo aparecía su nombre, Willy Meyer. También el de los otros dos cabezas de lista del 25-M del PSOE y del PP, Elena Valenciano y Miguel Arias Cañete. El eurodiputado reconoció a este periódico que se unió al fondo, pero añadió que nada sabía que estuviera ligado a una sociedad de inversión de capital variable residenciada en un país concebido internacionalmente,, de facto, como un paraíso fiscal. Meyer, a las pocas horas de que la noticia estuviese en el aire, escribió una carta al Parlamento Europeo por medio de la cual comunicaba su baja en el régimen voluntario de pensión completaria del que formó parte "desde el año 2004-2009 [sic]".
Pero no dijo cuánto dinero había aportado en el fondo, ni qué movimientos hizo con ello, ni por qué suscribió un plan de pensiones privado cofinanciado en un tercio por la institución, ni cuánto ha tributado al fisco estos años. Los suyos vieron la maniobra como un "cortafuego", un ademán rápido pergeñado con el fin de que el incendio no fuera a más.
'Gabinete de crisis' en las alturas
Pero el fuego creció y creció durante todo el día. La presión interna fue a más y todos los dirigentes consultados, casi en su totalidad pertenecientes a la mayoría que da sostén a Lara, daban por hecho que Meyer caería. Que la semana que viene no podría tomar posesión de su escaño en Estrasburgo y que, por tanto, correría la lista y entraría el número siete, el activista Javier Couso. La dimisión o el cese automático del hombre de confianza de Lara eran invocados por diputados como Alberto Garzón o Gaspar Llamazares, compañeros de viaje el 25-M como Marina Albiol, responsables de los órganos de dirección como Enrique Santiago o Eberhard Grosske y barones como el murciano José Antonio Pujante.
IU era anoche un completo hervidero. La casa estaba "en llamas", como lo definían varios responsables de primer nivel. Las redes sociales ardían, pero eran una pálido espejo del trasiego de llamadas, mensajes y WhatsApp entre miembros de la ejecutiva y con las federaciones. A mediodía, almorzaron en el Congreso los jefes y los lugartenientes de IU y del PCE: Cayo Lara y José Luis Centella y sus respectivos secretarios de Organización, Miguel Reneses y Fernando Sánchez. Por la noche, según pudo confirmar infoLibre, también se reunió el núcleo duro del coordinador. "El cogollo organizativo, el politburó quintaesenciado", como bromeaba un mando de la federación. Ni Meyer ni su equipo más estrecho de colaboradores atendieron las reiteradas llamadas de este diario, aunque el eurodiputado volvía anoche a Madrid.
Ello hace suponer que las decisiones se tomarán rápido. También porque aprietan las fechas. Para este sábado, 28 de junio, está convocado el Consejo Político Federal, el máximo órgano de poder, con un programa potente: la aprobación de las primarias y la remodelación de la ejecutiva. Eso, en teoría, porque la eclosión de lo que muchos llamaban un "escándalo", el caso Meyer, ha desplazado las prioridades. Todas las fuentes consultadas insistían ayer en que el Consejo del sábado no puede quedar anegado por el debate sobre la continuidad de Meyer, no puede "despistar lo importante", la respuesta de IU a las europeas, su apertura interna y el relevo en la cúpula.
El análisis del contexto
Muchos dirigentes en IU vislumbraban anoche pocas salidas para Meyer. Que se explicase, en primer lugar, y resultase convincente. Pero ni aun así se garantizaba que se pudiera salvar de la quema. El veredicto era el siguiente: malo si lo sabía y lo hizo, y si no lo sabía, también mal. Porque el eurodiputado parecía pisar a la vez varios charcos: había suscrito voluntariamente un fondo privado de pensiones cofinanciado por una institución –cuando IU se opone a ello–, fondo articulado a través de una sicav –cuya tributación, al irrisorio 1% en España, al 0,01% en Luxemburgo, pide subir– y encima en Luxemburgo, circunstancias que el eurodiputado dijo no conocer. Ayer, varios responsables (entre ellos, Garzón) recordaban que los diputados de IU, al comienzo de esta legislatura, renunciaron a la prebenda del plan de pensiones ofrecido por el Congreso y que gestionaba un banco, el BBVA. No una sicav, claro. Poco después, las Mesas de las dos Cámaras suspendieron las aportaciones a la póliza privada como medida de ahorro.
Para la hemeroteca quedaba una foto con Couso en plena campaña de las europeas, en Valladolid, señalando un mapa con los paraísos fiscales en Europa, entre los cuales un punto rojo señalaba al Gran Ducado. "Es que esto es dinamita para IU", aducía un dirigente.
"Lo peor es el momento en el que viene", concedía otro responsable. Ahí está otra de las claves. El tropezón de Meyer tiene peor encaje dentro de la federación por el contexto. IU aún está conmocionada por la pesada digestión del 25-M, donde triplicó sus resultados de 2009 pero vio debutar, y con una fuerza inesperada, Podemos. La desafección ciudadana no da tregua. El descontento con los partidos ha calado. El melón interno está completamente abierto a escasos días de un Consejo que se presume decisivo. "Y encima aparecemos con Valenciano y con Cañete. Lo que nos faltaba para combatir el discurso del todos son iguales". La tormenta perfecta. "Es un golpe muy duro. Lo que me preocupa es que nos hunda", manifestaba un integrante de la cúpula, en este caso de Izquierda Abierta, el partido de Gaspar Llamazares y Montse Muñoz.
La pugna en la mayoría
Ayer muchos ojos volvieron la mirada a lo que pasó en febrero de 2014. IU se dispuso a confeccionar su candidatura de las europeas. A toda prisa. Ya entonces se vivió el proceso con máxima tensión en el seno de la mayoría que sustenta a Lara desde 2008. De un lado, el sector renovador que pujaba por aupar a Marina Albiol –joven, 31 años, la cara de la lucha contra la corrupción en el País Valencià– a la cabeza de la lista. De otro, el grupo que lideraba el coordinador, que entendía que era mejor combinar la experiencia de Meyer, revalidándolo para un tercer mandato como número uno, con la juventud de Albiol, relegándola a un puesto de salida. Pintón, pero por debajo de Meyer. Y así se hizo. Meyer, de uno; Albiol, de cuatro; Couso, de siete. No convenían los "cambios de testigos radicales", justificó el líder. IzAb montó en cólera porque, a fin de cuentas, la candidatura se había negociado de forma opaca entre la propia mayoría, haciendo equilibrismo interno, sin pasar por primarias.
Sin embargo, aquella fractura no se cerró del todo con el pacto de la mayoría. Volvió a sangrar tras las europeas. Los renovadores sintieron que las urnas les habían dado la razón, e incluso aquellos que apoyaron a Meyer entendieron que había que acometer cambios con celeridad. De ahí que en la Presidencia Federal del 7 de junio Lara diera su brazo a torcer: primarias sí, y abiertas, y remodelación de la cúpula. Todo completado, se decía, de forma ágil, sin tiempo que perder. Entre los ganadores de la partida, Alberto Garzón, a quien muchos sitúan como candidato más que seguro a las elecciones internas.
La dirección de IU temía ayer el golpe de credibilidad para su parroquia. Vivió la jornada con nerviosismo. Algunos responsables consultados insistían en que no valían medias tintas, en que no cabía la resistencia de Meyer, porque eso podía "hacer daño a la organización". "No es una acusación ni una condena contra Willy. Es que la responsabilidad política tiene unas reglas de hierro", afirmaba un integrante de la ejecutiva y de la extinta mayoría, Ramón Luque. "Ahora nos disponíamos a hacer una reestructuración profunda de la dirección. Si hay un cerrojazo, si en lugar de abrirnos, nos cerramos, entonces sí que va a haber una fractura muy fuerte, no sólo por lo de Willy", apuntaba otro miembro del Consejo Político.
Golpe para Lara
La pulsión de cambio, de hecho, ya se había intensificado en los últimos días. El sector renovador, vinculado al dirigente Enrique Santiago –una de las voces más cualificadas de la ejecutiva, que hasta su dimisión a principios de junio llevaba las riendas del Área de Convergencia Político-Social–, lanzó un manifiesto y una web (ahoraeselmomento.org) para reclamar una asamblea federal para el otoño, para resituar la estrategia de IU. No para relevar su dirección, que en teoría se debería rematar este sábado en el Consejo o el 19 de julio en la reunión del órgano inferior, la Presidencia. "Por estas situaciones son tan importantes medidas y herramientas como una mayor participación. Así los posibles errores pueden ser solventados y las decisiones ser tomadas de forma más compartida", analizaba a su vez Tasio Oliver, una de las cabezas visibles de IzAb y número ocho de la lista europea.
La estabilidad de Lara como coordinador no corre peligro. Su mando no es cuestionado, otra cosa es que no haya unanimidad a la hora de verlo como el mejor cartel electoral para las generales de 2015. Pero, sin duda, el patinazo de Meyer, un hombre de su máxima confianza, el fontanero que ha estado en la cocina de IU en los últimos seis años, asesta un duro golpe al líder. Su estrella, la estrella de Meyer, parece sufrir un importante mordisco.