Los efectos del 25-M
Arriola alerta al PP de que la mayor fuga de votos el 25-M se produjo por el centro
Durante los meses previos a las elecciones europeas, en el Partido Popular cundía una preocupación: la salida de Jaime Mayor Oreja de la candidatura al Parlamento Europeo, todo un referente para el sector más conservador de su electorado, unido al distanciamiento de un sector de las víctimas del terrorismo dolido con la reacción del Gobierno de Rajoy a la sentencia de Estrasburgo que tumbó la doctrina Parot, podrían llevan a sus votantes más fieles a darles la espalda en las urnas. Llegó a pensarse, incluso, incluir a Mari Mar Blanco, hermana del asesinado por ETA Miguel Ángel Blanco, en la candidatura como gesto hacia las víctimas. Transcurrida esta cita, los expertos electorales del partido del Gobierno, junto a Perro Arriola, el sociólogo de cabecera de Mariano Rajoy, llevan semanas analizando los resultados. Y entre sus conclusiones, sobresale una que preocupa especialmente en el número 13 de la madrileña calle de Génova, cuartel general de los conservadores. El principal problema que hizo que perdieran el 33% de los escaños –de 24 en 2009 a 16 el pasado 25 de mayo– fue la abstención, sí. Pero hay otro que pasó más inadvertido los primeros días: la fuga de votos por el centro. Es decir, que el electorado más vinculado al ala dura del partido optó por mantenerse más fiel de lo que se esperaba en un primer momento.
En clave interna, esta conclusión ha llevado a que el equipo de Rajoy se marque como objetivo de cara a la recta final de legislatura el de atraer a aquellos votantes ubicados en el centro político que ayudaron a la mayoría absoluta del Partido Popular en las generales de noviembre pero que en las europeas se han sentido decepcionados con las medidas llevadas a cabo por el Gobierno. Esas medidas están muy bien identificadas: los recortes sociales. De ahí que en las reuniones internas que se han mantenido en la sede nacional del partido con barones autonómicos y presidentes regionales uno de los argumentos más insistentes que se han escuchado es el de la necesidad de que el Ejecutivo frene la puesta en marcha de iniciativas con alto coste electoral. Y de ahí también el esfuerzo que desde el partido y desde el Gobierno se está desplegando para contrarrestar las críticas a la reforma fiscal de Montoro por perjudicar más a las rentas medias que a las más altas.
Los resultados de las europeas han disparado las alarmas no sólo en la sede nacional del partido, sino en las comunidades y ayuntamientos en manos de los conservadores. Supusieron un segundo jarro de agua fría después de las encuestas que, sólo por citar un par de ejemplos, anticipaban una pérdida de la mayoría absoluta en feudos tradicionales como Madrid y la Comunidad Valenciana. Los barones del PP temen ser los primeros en pagar en las urnas el castigo de los votantes a las políticas de Rajoy. De hecho, culpan directamente al Gobierno de los resultados del 25-M.
El riesgo político de la reforma del aborto
Uno de los principales problemas con los que va a encontrarse el Partido Popular en esta estrategia de recuperar al electorado más moderado lleva el nombre de la reforma legal más polémica propuesta por los conservadores: la de la ley del aborto. Aplazada en la primera mitad de legislatura por problemas internos en el seno del partido y del Gobierno, será una realidad en esta última fase de legislatura.
Rajoy no quiso que viera la luz antes de las elecciones europeas, por lo que mantuvo el texto durmiente desde el 20 de diciembre, cuando Gallardón presentó el anteproyecto en el Consejo de Ministros, hasta justo después del 25-M, cuando se ha agilizado la presentación de informes de los órganos consultivos. Así las cosas, la que será la regulación en materia de interrupción voluntaria del embarazo más restrictiva de la democracia, llegará al Congreso de los Diputados en las próximas semanas con la intención de que se debata en las cámaras a la vuelta de las vacaciones de verano. Los cálculos del Ejecutivo apuntan a que será una realidad antes de que acabe 2014, por lo que cuentan con que habrá tiempo suficiente para amortiguar las críticas antes de que lleguen las municipales y las autonómicas. Además, se da por seguro que Justicia dará su brazo a torcer y, aunque, de momento se niega a incluir más supuestos, ampliará las circunstancias en las que una mujer que presente malformación fetal podrá interrumpir el embarazo.
En esta, como en otras cuestiones, el PP intenta hacer juegos de equilibrio para, sin perder a su electorado más conservador, no provocar rechazo en quienes no se sienten identificados con el ala dura.
Una ventaja: la irrupción de Podemos
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En esta política de recuperar a los votantes que se sienten más identificados con el centro político, el PP cree que tiene un aliado perfecto: la irrupción de Podemos, la formación lidera por Pablo Iglesias que fue la auténtica revelación de las recientes elecciones europeas. Los conservadores creen que si a alguien le viene bien la revolución que ha generado esta formación es a ellos. Primero, porque los partidos de izquierda van a tener que dar otro giro a la izquierda para intentar reconquistar a sus electores clásicos que ahora optan por Pablo Iglesias, Es el caso de IU y de, en menor medida, el PSOE. Y segundo, porque están convencidos de que muchos de los que no votaron el 25-M sí lo harán en las próximas citas electorales para evitar el auge de opciones que los conservadores definen como de extrema izquierda.
Pendientes de la renovación en el PSOE
Ligado a ello, en el PP están convencidos de que el proceso de renovación abierto en el PSOE tras el anuncio de la marcha de Alfredo Pérez Rubalcaba también les es propicio para tener un espectro de electorado más amplio. A Eduardo Madina, le ven más de izquierdas. A Pedro Sánchez, más moderado. De ahí que, desde las filas conservadoras lleven semanas insistiendo en la supuesta radicalidad del socialista vasco. Pero gane quien gane, existe la convicción de que el PSOE intentará una vuelta a sus valores clásicos.