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Buzón de voz

Por la regeneración de León de la Riva

Francisco Javier León de la Riva, dirigente del PP y alcalde de Valladolid desde hace casi veinte años, es el retrato vivo de aquella definición de Woody Allen: “La lengua es un órgano sexual que algunos degenerados utilizan para hablar”.

La degeneración del señor León de la Riva es tan evidente como antigua. Nada más tomar posesión de la alcaldía en 1995 proclamó que limpiaría Valladolid “de pulgas, piojos y putas”. No hay balance sobre los dos primeros objetivos. Sobre la prostitución, acaba de decir que ya no le preocupa porque está “concentrada en la zona de Juan Carlos I” (vaya).

Andaba compitiendo en una campaña electoral con la actual portavoz socialista en el Congreso, Soraya Rodríguez, y un día exclamó: “Me han acusado de todo menos de violar a la candidata, pero se comprende…” El apuesto galán (y ginecólogo de profesión) León de la Riva ya hablaba entonces de violaciones y se permitía valorar físicamente a una adversaria política. La paridad siempre fue para León de la Riva “una parida”, y cuando una mujer (Carme Chacón) fue nombrada ministra de Defensa, la definió como “señorita Pepis vestida de soldado”. Sobre la entonces titular de Sanidad, Leire Pajín, el alcalde degenerado dijo: “Cada vez que le veo la cara y los morritos pienso lo mismo”.

Este jueves, ante los micrófonos de Onda Cero y preguntado por un reciente caso de violación no resuelto en la capital castellana, la lengua de León de la Riva expresó que a su dueño (el edil ginecólogo hablador) le da “cierto reparo” entrar en un ascensor y arriesgarse a que haya “una chica con ganas de buscarte las vueltas… se arranca el sujetador o la falda y sale dando gritos diciendo que la has intentado agredir”.

El currículum machista y misógino de León de la Riva es tan completo que dejaría a Arias Cañete sin trabajo si ambos optaran a un mismo e improbable puesto en el que exigieran como requisito destacarse mucho en tal materia. Al albur del extraño caso sucedido en Málaga hace unos días, es obvio que estos dos personajes jalearían la mentirosa tesis de que muchas de las violaciones denunciadas son falsas.

Responsabilidad y machismo

Ahora (aún más) en serio. El problema no está en los disparates que suelta la lengua de León de la Riva, también capaz en alguna ocasión de pedir posteriores disculpas. El problema está en que un señor que ha demostrado sobradamente la degeneración que afecta a su cerebro respecto al género femenino siga siendo alcalde de una de las principales ciudades españolas, además de representar a España en el Comité de las Regiones y los Municipios de Europa como vicepresidente del mismo.

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Cada vez que la lengua del señor León de la Riva desvela uno de sus medievales pensamientos, surgen voces en las redes sociales y en algunas tertulias que se preguntan cómo es posible que Soraya Sáenz de Santamaría, todopoderosa vicepresidenta del Gobierno natural de Valladolid y criada políticamente junto al alcalde, consienta semejantes rebuznos. Y se reclama también que actúe la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. En realidad esta reacción es una muestra más del machismo que aún ejercemos colectivamente en este país. Parece que emplazamos a ambas a tomar medidas porque son mujeres, y no por responsabilidad política (y cívica).

Que el degenerado León de la Riva siga ejerciendo un cargo público (pendiente además de juicio por delito de desobediencia) es responsabilidad en primer lugar de Mariano Rajoy, presidente del PP y del Gobierno. Y seguiría siendo responsabilidad suya aunque tuviera como número dos en el Ejecutivo y en el partido a un hombre, a una máquina o a un animal de compañía. Y en segundo lugar (o primero según se mire) la responsabilidad es de los ciudadanos y ciudadanas de Valladolid que han seguido otorgando mayoría absoluta a León de la Riva una vez tras otra desde 1995. Lo cual es absolutamente democrático, pero muy triste.

Si Rajoy quiere de verdad “regenerar” la política municipal, aquí tiene una oportunidad magnífica. En lugar de intentar colar una reforma electoral sin consenso (lo que prometió que nunca haría), basada en el falso argumento de que en muchos ayuntamientos no gobierna la lista más votada, podría simplemente indicar a su compañero León de la Riva que se disculpe por última vez y luego ya dedique su lengua (si quiere) a las funciones que más le obsesionan y que sugería Woody Allen, pero en ningún caso a hablar en representación de la ciudadanía.

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