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LAS DUDAS DE LA RECUPERACIÓN

La crisis destruye 300.000 empresas en cinco años

La crisis destruye 300.000 empresas en cinco años

La crisis se ha llevado por delante 302.929 empresas en cinco años. Lo dicen las cuentas del Instituto Nacional de Estadística (INE). Las de la Seguridad Social revelan que con ellas se han evaporado 2,8 millones de puestos de trabajo. No obstante, en los seis primeros meses de este año se han creado un 0,7% más de sociedades mercantiles que en el mismo semestre de 2013, al tiempo que ha caído un 14% el número de las que se han disuelto. También se reduce de forma significativa, un 30%, el número de concurso de acreedores.

La CEOE concluye que en 2013, después de seis años consecutivos de encogimiento del tejido empresarial español, por fin se ha reducido el ritmo de caída. También Joan Riera, profesor de Política de Empresa de la escuela de negocios Esade, cree que la reactivación empresarial “se ve en el ambiente”. El Barómetro de la Empresa Familiar que elabora KPMG para el Instituto de Empresa Familiar revela una “fuerte repunte” de la confianza de los directivos y empresarios.

Alejandro Inurrieta, que además de economista posee varias empresas, advierte ese crecimiento, pero le pone muchos matices. Sobre todo ve emprendimiento de supervivencia. “Trabajadores de más de 50 años que salen de grandes empresas tras un ERE y que montan consultorías”. O se dedican al comercio minorista o se apuntan a una franquicia. “Y con resultados malos, porque ahora es el peor momento”, razona, “con la caída del consumo el comercio está hundido, se ve en la rotación de los locales, que es tremenda”.

Según los datos de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), en mayo cayó un 13,6% el número de desempleados que capitalizaron su prestación del paro para crear un negocio, y ya es el segundo mes que se produce un descenso. En total, 113.847 personas hicieron uso de este instrumento para crear una empresa, el 9% de los autónomos. El sindicato achaca la disminución al recorte en la cuantía de las prestaciones impuesta por el Gobierno y por la inestabilidad laboral: los parados deben capitalizar un mínimo de seis meses de prestación y los más recientes acceden cada vez a periodos de cobro más cortos.

Pequeñas y en sectores de poco valor añadido

Así, explica Inurrieta, las nuevas empresas se fundan con capitales muy pequeños. Entre 15.000 y 30.000 euros pueden bastar para una franquicia. El crédito sigue sin fluir, por lo que no puede haber empresas muy grandes y éstas sólo se crean “en sectores de poco valor añadido y con apenas uno o dos empleados”, precisa. Los niveles de formación de estos empresarios de emergencia suelen ser medios o bajos y su objetivo no puede sobrepasar las fronteras del mercado nacional.

El Directorio Central de Empresas del INE confirma que el 83,1% de las empresas españolas no tiene más de dos asalariados y que más de la mitad de las 3.119.310 que registra a 1 de enero de este año son autónomos sin empleados. Según la CEOE, en España sólo hay 4.191 empresas de más de 250 trabajadores. Además, la mayor parte de las empresas de nueva creación pertenecen, en efecto, al sector del comercio –el 23% el pasado mes de junio–, seguido de la construcción, pese al desplome del ladrillo. Claro que también este sector es el que más empresas cierra, el 21,5% de las que se disolvieron en junio.

Que el ritmo es renqueante lo corrobora igualmente el INE: el número de ampliaciones de capital cae un 6,6% hasta junio respecto a 2013. Se han suscrito 18.301 en estos seis primeros meses del año. En 2007, antes de la crisis, se superaron las 27.000.

Como resultado de una recuperación económica que Alejandro Inurrieta pone en duda, la vida media de estas empresa no suele ser muy larga. A duras penas supera los dos años, resalta el economista. En ese punto le da la razón Joan Riera: “Sólo el 10% de las empresas españolas llega a cumplir 10 años”. Pero sólo en ése. El profesor de Esade dibuja un panorama bien distinto. “Ha nacido una nueva raza empresarial”, proclama, fruto de una crisis que ha provocado “un cambio en las reglas del juego” en muy poco tiempo.

Nuevo modelo de negocio

En efecto, las empresas tienen menos asalariados, pero Riera cree que por el impacto de las nuevas tecnologías y porque hacen uso de fórmulas laborales más flexibles; es decir, tienen menos personal en nómina y más colaboradores free-lance, más autónomos. También han cambiado el marketing –“ahora hay que hacer frente a las quejas que aparecen por internet”–, la gestión de recursos humanos, las operaciones –“se miden más los costes”– y la financiación. No hay crédito, así que se buscan inversores. La consecuencia es que “la estructura patrimonial de las nuevas empresas es mucho más robusta”, destaca Joan Riera. Además, “ya nacen globales”, pensando en los mercados internacionales. En definitiva, “más compactas, más musculadas y más sólidas”.

Es lo que el profesor de Esade ve en los aproximadamente 40 proyectos que le llegan al vivero de empresas de su escuela de negocios cada dos meses. Proyectos que innovan más en el modelo de negocio que en el producto, a veces orientados a clientes muy específicos o pensados para ámbitos muy especializados.

Así que, en el nuevo mundo de la empresa poscrisis, el tamaño no importa. “Crecer no es imperativo”, continúa Joan Riera. Las nuevas tecnologías permiten costes muy bajos y plantillas pequeñas, al tiempo que hacen posibles grandes facturaciones, trabajando en red y ensayando nuevas fórmulas como los partners, “más que colaboradores, semisocios”.

Las TIC (tecnologías de la información) son las reinas de este paisaje empresarial por su carácter “transversal”, apunta el profesor de Esade. A su lado, las energías renovables y la responsabilidad social corporativa conviven con empresas de sectores tradicionales pero desde perspectivas innovadoras: nuevos servicios de arquitectura y proyectos industriales o incluso del maltratado sector de la construcción.

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Inversiones sin financiación

Joan Riera asegura que el ritmo de creación de empresas va al alza, aunque el volumen de inversión ha “bajado un poco” y el número de operaciones no termina por despegar. Cree que aún falta confianza, para que fluya el crédito, y que debe aumentar el consumo. Por eso coincide con los encuestados del Barómetro de la Empresa Familiar en pedir rebajas de impuestos y la eliminación de barreras burocráticas. Pese a que el perfil de estas empresas –algunas de las mayores del país, de Inditex a Ferrovial o Mercadona, todas con facturaciones por encima de los 1.000 millones de euros– dista mucho de las pymes tecnológicas de las que habla Riera, ambos también reclaman mayor flexibilidad del mercado laboral. El 73% de las 125 empresas familiares consultadas –el pasado mes de abril– decían tener planes de inversión, pero hasta una tercera parte confesaba sufrir problemas de acceso a la financiación.

Quizá ese contraste entre el deseo y la realidad explique las estadísticas: en marzo de 2007 se alcanzó la cifra récord de creación de empresas en España: 16.165. En marzo de este año sólo se inscribieron 9.516 sociedades mercantiles, poco más de la mitad, y eso que ha sido, hasta ahora, el mes de con mayor actividad registral del presunto año de la recuperación.

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