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El azote del ébola

La crisis del ébola desata el caos en el Gobierno

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Ruedas de prensa plagadas de confusión. Versiones contradictorias de un mismo hecho. Culpabilización de la víctima. Escasez de información. Indignación de los profesionales de la sanidad. Y alarma social. Todo ello, estando en el punto de mira de todo el mundo. La gestión de la crisis del ébola ha puesto a prueba la capacidad de reacción del Gobierno de Mariano Rajoy que, tras cinco días ha tenido que replantearse la estrategia y dejar en evidencia las actuaciones del Ministerio de Sanidad nombrando un comité especial bajo las órdenes de Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta del Gobierno. La persona de su máxima confianza.La persona de su máxima confianza

En el Ejecutivo sostienen que se asumirán responsabilidades políticas si de la investigación abierta así se desprende. Pero que hay que ir por partes. Y que la prioridad ahora es velar por el estado de salud de la técnica de enfermería contagiada, Teresa Romero. No son hechos comparables por lo que de emergencia sanitaria supone la crisis del ébola. Pero a nivel interno, puertas adentro del PP y del Gobierno las aguas ya bajan agitadas. El pasado 23 de octubre Mariano Rajoy veía cómo su equipo sufría la primera dimisión de gran calado. Alberto Ruiz-Gallardón, uno de los referentes para un sector del electorado de esta formación, anunciaba que dejaba la política tras fracasar a la hora de sacar adelante la prometida reforma de la ley del aborto.

El futuro de Mato

¿Dejará Rajoy caer a Ana Mato? ¿Será la de su ministra de Sanidad la cabeza que entregue como consecuencia de los evidentes errores de gestión de esta crisis? En el PP hay opiniones de todo tipo. La principal apunta a que es “muy complicado” que la titular de Sanidad vaya a caer salvo que ella se aparte por la presión. “Rajoy no puede permitirse otra baja en tan poco tiempo”, sostiene un veterano diputado que añade que no es la primera vez que Mato está en la cuerda floja en esta legislatura –ha estado en el foco por los regalos recibidos por su familia de los cabecillas de la Gürtel–. Si así fuera, lo que no va a poder evitar el jefe del Ejecutivo es continuar la legislatura con una persona al frente de Sanidad enormemente quemada.

En Sanidad y en Moncloa lo niegan. Pero la confirmación de lo tocada que queda es el hecho de que este mismo viernes fuese sustituida por Soraya Sáenz de Santamaría como máxima responsable de la gestión de esta crisis. Se trata de ”fortalecer”, de “apoyar” la tarea del ministerio, no de enmendar su trabajo, insisten en el Gobierno.

A su vez, la creación del comité especial de coordinación de esta crisis supone una enmienda a la totalidad de la forma en la que en un principio Rajoy había concebido la respuesta que había que dar al primer contagio de ébola fuera de África. Al primer contagio en Europa.

Errónea previsión y manejo de los tiempos

¿Hubo falta de previsión? Estos últimos días tanto en el PP como en el Gobierno algunos dirigentes han venido haciendo autocrítica en privado. Estas voces señalan que fue un error no empezar a preparar el terreno en agosto, cuando se produjo el primer traslado de un contagiado por ébola en África a España, el del padre Miguel Pajares. Mantienen que hubiera sido bueno establecer unas rutinas y unos protocolos más estrictos. Haber empezado ya en esos momentos con el comité especial que comenzó a dar sus primeros pasos este mismo viernes con una reunión a las siete de la tarde.

Con el paso del tiempo, los fallos se han ido encadenando. Y se achaca directamente a Rajoy el error de no haber tomado las riendas de la situación el mismo lunes evitando una rueda de prensa que las fuentes consultadas califican de “bochornosa”. En ella, Mato, acompañada de altos cargos del ministerio y del director general de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid –no del consejero– no acertó a trasladar un mensaje de tranquilidad. Todo resultó improvisado y tan pronto como terminaba la rueda de prensa se dispararon las versiones contradictorias sobre el estado de la salud de la enferma, el resto de ingresados, las condiciones laborales de los trabajadores de la sanidad madrileña y sobre las últimas horas de Teresa Romero antes de ser ingresada en el hospital Carlos III.

El segundo día, el martes, la descoordinación exhibida el primer día se agravó. Las fuentes de información se multiplicaron y los periodistas tuvieron serios problemas para confirmar las novedades que fueron llegando sobre el caso. Si algo quedó patente es que la Consejería de Sanidad y el ministerio no trabajaban de forma conjunta.

Rajoy se pronuncia dos días después

Fuentes conocedoras de este caso sostienen que fue este día, el martes, cuando Mato y Rajoy se reunieron para abordar la crisis. No obstante, no fue hasta este viernes cuando el Consejo de Ministros anunció la creación de la citada comisión especial. También fue el martes cuando el presidente del Gobierno habló con el jefe de la oposición, Pedro Sánchez. Este le prometió lealtad y apoyo en esta crisis. Y le dejó claro que iba a aparcar la exigencia de responsabilidades políticas. De momento. Hasta que la situación se encauce y la emergencia sanitaria esté controlada.

Fuentes parlamentarias apuntan a que fue en esa conversación en la que ambos acordaron que Sánchez iba a preguntar a Rajoy sobre el ébola en la sesión de control al Gobierno del día después. No estaba previsto. Ni figuraba en el orden del día. Pero el presidente de la Cámara. Jesús Posada, debería estar informado porque no puso ninguna pega. El presidente, que llevaba la respuesta preparada por escrito, no pudo descartar nuevos contagios. Pero prometió máxima transparencia e intentó trasladar un mensaje de tranquilidad.

Fue un esfuerzo en vano. Mientras Rajoy intentaba poner parches a una situación que no controlaba, el consejero de Sanidad de Madrid, Javier Rodríguez, ya había desplegado una campaña encaminada a culpar a la técnica de enfermería contagiada de haber contraído la enfermedad. La víctima, culpable. Esta actuación acabó de disparar las alarmas en Moncloa. Ya no eran críticas de la oposición y de los sindicatos de médicos y enfermeros exigiendo dimisiones. Era un cargo del propio Partido Popular, uno de los responsables de la gestión de este caso, el que contribuía a incrementar la alarma. Pese a que la opinión mayoritaria en el partido es que su continuidad es insostenible, la vicepresidenta del Gobierno evitó criticarle en público en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Habría sido considerado como un ataque directo del Ejecutivo al Gobierno de la Comunidad de Madrid y como un pronunciamiento velado a favor de Mato en esta batalla comunidad-Ministerio de Sanidad y Rajoy no quiere más vías de agua. De momento.

Rectificación del protocolo

También Rajoy dejó pasar el jueves. Pero la situación empezó a dar un giro si se tiene en cuenta que Mato, que se reunió con los portavoces de los grupos parlamentarios en el Congreso en materia de sanidad para informarles de una modificación del protocolo de actuación en estos casos. Era otro reconocimiento de que algo había fallado en la respuesta dada por el Gobierno y por la Comunidad en los últimos días. Y venía a cubrir las demandas de la profesión sanitaria antes las denuncias de falta de unas directrices claras en lo que a seguridad laboral se refiere. Eso por el lado médico. Porque por el lado informativo y de comunicación se sucedieron varias versiones contradictorias sobre el estado de salud de Teresa Romero. "Llegó a decirse que estaba intubada y nunca lo estuvo", admiten con preocupación fuentes del Gobierno. También que había fallecido. Fue la gota que colmó el vaso de manera definitiva. "No se puede mantener esta sensación de alarma permanente", lamenta un destado dirigente conservador.

El presidente se desplaza al hospital

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El viernes, casi al mismo tiempo que Santamaría anunciaba que se ponía al frente del caso, el presidente del Gobierno acudía al Hospital Carlos III para mantener un encuentro con los médicos e interesarse por el estado de los ingresados. Fue recibido por una sonora protesta de los trabajadores. También casi al mismo tiempo que Santamaría se comprometía a la máxima transparencia en este caso, esta visita se producía sin informar previamente a los periodistas. A partir de este momento, el Gobierno pretende celebrar, al menos, una reunión de este comité a diario. E informar periódicamente de forma detallada.

Esto implica que a partir de ahora será el Ministerio de la Presidencia el que dirigirá la política de comunicación. Este mismo viernes por la noche, el Ministerio de la Presidencia ya remitió la primera de sus notas. En ella informaba de la constitución del comité especial y del estado de los pacientes ingresados. Al cierre de esta edición, eran 15 las personas ingresadas en total. Tres de ellas, una peluquera, una enfermera y una limpiadora, habían llegado al centro esa misma tarde. Iniciativas como esta pretenden dar carpetazo a la desinformación reinante desde el lunes. Horas antes de que se reuniera el comité especial, Ana Mato ofrecía una rueda de prensa tras la reunión que mantuvo con los consejeros de Sanidad de las comunidades autónomas. Se le preguntó por la situación de la enferma y sus tratamientos. Y tuvo un nuevo desliz. uvo un desliz.

"Tiene a su disposición todos los tratamientos. Sobre su estado le puedo decir lo que sabemos por los medios".lo que sabemos por los medios" En una pregunta posterior matizó esta afirmación y señaló que los partes médicos correponde darlos a los profesionales sanitarios, no a su ministerio. El Gobierno estudiará con el Ministerio de Justicia la forma de informar para evitar la alarma social respetando la voluntad de algunos de los pacientes –la infectada, principalmente– de que no se comente su estado.

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