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Paraísos fiscales

‘Luxleaks’, un escándalo que llega con años de retraso

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Dan Israel (Mediapart)

¿Tiene Juncker un problema en la Unión Europea? Posiblemente. ¿Se trata de algo que acaba de descubrirse? Desde luego que no, pese a lo que se podría pensar a tenor de las reacciones de estos últimos días tras las revelaciones periodísticas sobre las prácticas fiscales de Luxemburgo.

El miércoles 5 de noviembre, a última hora, cuarenta periódicos de diferentes países publicaron una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés). Se trata de documentos comprometedores para el Gran Ducado: los acuerdos fiscales firmados por más de 300 empresas y el fisco luxemburgués, que permitieron a las multinacionales dejar de pagar cientos de millones de euros en impuestos, a menudo gracias a la creación de sociedades pantalla en Luxemburgo o mediante las prácticas contables más enrevesadas y todo ello con la aquiescencia de los dirigentes de ese país.

Estos acuerdos ventajosos, conocidos como “rulings” fiscales, que datan en su mayoría de los años 2008 a 2010, fueron negociados por la compañía de auditoría y asesoramiento PricewaterhouseCoopers (PwC). Afectan tanto a empresas pequeñas desconocidas como a los gigantes Apple, Amazon, Verizon, Heinz, Pepsi o Ikea, tal y como se recoge en sendos artículos aparecidos en Le Monde en Francia y en Le Soir en Bélgica. Según Le Monde, las empresas francesas firmaron 58 de los 548 acuerdos existentes. Entre los firmantes figuran los bancos de crédito agrícolas y BNP Paribas y la compañía aseguradora Axa, cuyos acuerdos están relacionados con la gestión de activos y los fondos de inversión, actividad esta en la que Luxemburgo ocupa el número 2 mundial del escalafón, solo por detrás de Estados Unidos.

La publicación de este maremágnum de documentos, en un caso bautizado como LuxLeaks, en referencia a los escándalos del año pasado sobre los paraísos fiscales denominados Offshore Leaks, adquiere un alcance especial a pocos días de la cumbre del G20 de Brisbane, en Australia, que se celebrará los días 15 y 16 de noviembre. Precisamente, en ese escenario, los jefes de Estado y de Gobierno de las 20 principales economías mundiales debían adoptar el plan de la OCDE de lucha contra la fiscalidad a la carta de las multinacionales. El trabajo del ICIJ y de sus socios deja, sobre todo, en una posición muy delicada a Jean-Claude Juncker, el flamante presidente de la Comisión Europea. No en vano, fue primer ministro de Luxemburgo durante 18 años (de 1995 a 2013), después de haber sido ministro de Finanzas durante seis (de 1989 a 1995).

Tras ser propuesto en junio por los jefes de Estado europeos, Juncker fue finalmente ratificado en una votación celebrada en el Parlamento Europeo a finales de octubre. Algunas voces autorizadas ya discuten que se mantenga en el puesto. Un editorial de Financial Times del pasado lunes insta a “hablar de Luxemburgo y de los impuestos”, al estimar que la Unión Europea “no puede seguir tolerando el importante papel del Gran Ducado con respecto a la evasión fiscal”. El sitio web dependiente de la cadena de información económica norteamericana Bloomberg estima sin rodeos que Juncker “debe irse”. Una posición también defendida en Francia por Marine Le Pen.

[Hasta este miércoles 12 de noviembre] el luxemburgués no había respondido y se había limitado a esquivar los ataques. El jueves, horas después de hacerse públicas las informaciones del consorcio de periodistas, anuló in extremis una intervención pública prevista en Bruselas tiempo atrás y dejó a su portavoz, Margaritis Schinas, sola frente a la prensa. Tenía una consigna clara, la de no responder, tal y como quedó de manifiesto, ya que Shinas se limitó a declarar: “Juncker ya ha tenido ocasión de manifestar su parece sobre asuntos relacionados con la fiscalidad. Es partidario de una mayor armonización fiscal”, tras asegurar que el presidente de la Comisión estaba “sereno” y “muy bien”.

Los mil y un hilos luxemburgueses 

Sin llegar a encontrarse “muy bien”, Juncker sabe perfectamente que no tiene mucho que temer por parte de aquellos que lo nombraron para el cargo. No en vano, todo lo que se ha dicho de Luxemburgo a raíz del escándalo LuxLeaks ya se sabía. Y Mediapart ha denunciado sistemáticamente que era insostenible mantener a Juncker como dirigente de la UE, sobre todo a raíz de su preselección por el PPE, el partido europeo al que pertenece, y más tarde al ser nombrado por los jefes de Estado. El resto de países ya está a la defensiva, como se puso en evidencia en la rueda de prensa del lunes de Pierre Moscovici, flamante comisario de Asuntos Económicos y exministro de Economía francés. “El presidente, como todos nosotros, es consciente de que entramos en otro mundo. Un mundo donde prácticas como el secreto bancario van a dejar de existir”, juró.

Una afirmación que despierta una sonrisa porque Juncker nunca ha renegado del sistema luxemburgués, que se puso en marcha cuando él dirigía, que ha hecho de este minúsculo Estado el segundo más rico del mundo y que consiste en atraer a las grandes empresas por (casi) todos los medios. Mediapart dedicó toda una serie de reportajes de investigación a desentrañar el modo en que Luxemburgo ha llegado a ser en unas décadas el agujero negro de las finanzas europeas, a la vez paraíso fiscal en el seno del continente y pieza fundamental en el engranaje de la UE, hasta el punto de imponer sus condiciones en todos los asuntos financieros. Nuestro artículo detallaba las estrategias luxemburguesas para que las multinacionales pagasen menos al fisco si se instalaban en su territorio, unas tretas que siguen siendo perfectamente válidas. Por ello, hablar ahora del descubrimiento de estas prácticas y de las retorcidas reglas de juego que prevalecen en el Gran Ducado constituye, en el mejor de los casos, toda una lección de hipocresía. ¿Quién podía ignorar el problema cuando un país de 500.000 habitantes cuenta con un registro de más de 100.000 empresas? Y más aún cuando tal y como confesó uno de los responsables de la Cámara de Comercio “solo 30.000 son empresas con actividad real”.

En julio, Jean-Claude Juncker reconoció durante su entrevista en el Parlamento Europeo que “los problemas en torno a los tax ruling eran graves”. Aseguró que quería “transparencia total” y declaró que era preciso “revisar la fiscalidad de las empresas”. A preguntas de la diputada ecologista Eva Joly, respondió: “Nunca organicé, a título personal, ningún tax ruling”. Como si la cuestión fuese esa.

Porque los “rulings” se encuentran en el centro del problema y constituyen una de las armas principales que permiten a Luxemburgo atraer a las multinacionales. Según la rigurosa oficina de análisis económico norteamericana, en 2011, las empresas norteamericanas en Luxemburgo solo declaraban de media un 2,4% de impuestos sobre los beneficios en Luxemburgo, muy lejos del 29,2% oficial. En junio, la Comisión Europea anunció que abría una investigación al respecto, directamente relacionada con las relaciones entre Luxemburgo y la filial financiera de Fiat. Desde entonces, la Comisión ha abierto una nueva investigación sobre el caso de Amazon, cuya implantación en Luxemburgo está considerada por las autoridades como un modelo de éxito, al contar con aproximadamente mil asalariados.

Amazon también está en el punto de mira del fisco francés, que le reclama 200 millones de euros en concepto de atrasos en el pago de impuestos y por sanciones en el periodo de 2006 a 2010, y que pone en duda el modo en que la empresa presenta su actividad en el país. Como recoge el sitio web BFM Business y tras una dura entrevista mantenida con diputados británicos, Amazon reconoció que su cifra de negocios real en Francia, en el año 2011, fue de 889 millones de euros. ¡Ocho veces más de los 110 millones que declaró!

El 5 de noviembre, antes de las revelaciones de LuxLeaks, Jean-Claude Junker aseguró que no se opondría a estas investigaciones que también contemplan a Irlanda y a los Países Bajos. “La Comisión hará su trabajo, yo no intervendré en este asunto ya que depende de la comisaria de la Competencia, que debe tener libertad absoluta. No lo frenaré porque me parecería indecente”.

France 2 ya publicó la exclusiva

Desde entonces, Juncker no se ha arriesgado a hacer ninguna declaración. [Hasta este miércoles.] Es verdad que sería ilógico que cediese ahora, cuando hace años que casos sonrojantes se amontonan ante sus ojos. Incluidos algunos que forman parte de LuxLeaks. Tal y como publicó Mediapart en su día, fue France 2 el primer medio de comunicación que, allá por el mes de mayo de 2012, dio a conocer una parte de los documentos difundidos estos días. Los acuerdos secretos elaborados por PwC los reveló el programa Cash investigation y el periodista Édouard Perrin. El programa todavía se puede ver en su integridad en VOD en Pluzz. Más tarde se abordaron en Panorama, la mítica emisión de investigación de la BBC. Estos documentos pusieron de manifiesto que en 2009 el laboratorio farmacéutico británico GlaxoSmithKline echó mano de la ingeniería financiera para que su casa matriz obtuviese un préstamo de 7.500 millones de euros de una filial de reciente creación sita en el Gran Ducado. Los aproximadamente 150 millones de intereses que abonaba a la filial luxemburguesa solo gravaban al... 0,5%. A los laboratorios GSK, el fisco británico los cogió con las manos en la masa y tuvo que pagar una multa.

El programa de France 2 habló con el ministro de Finanzas de la época, Luc Frieden, y con el responsable del departamento de fiscalidad de PwC de Luxemburgo. El sonrojo era palpable. Un gran mo televisivo todo.

Ya en la época, el asunto de los “rulings” era una cuestión más peliaguda. Marius Kohl, el responsable de validar los miles de acuerdos secretos, al frente de la famosa Oficina 6 de la Administración fiscal se jubiló recientemente. Mediapart intentó en vano hacer hablar a este personaje mítico del Gran Ducado, que tiene aspecto de motero y que siempre se mostró muy receptivo con las multinacionales que se dirigían a él. El Wall Street Journal finalmente sí logró entrar en su casa, cuya puerta nos cerró a nosotros (con educación) en las narices. “Nunca tuve ningún problema con Juncker”, le respondió al diario económico.

La “patent box”, la futura máquina de hacer dinero 

Dada la presión internacional, no está claro que los “ruling” sigan siendo la vía por la que las empresas vayan a seguir obteniendo una fiscalidad a la carta. Sin embargo, esto no debería hacerles perder todas las esperanzas... porque Luxemburgo tiene en su mano numerosas armas, sobre todo las muy populares Soparfi, las “sociedades de participaciones financieras”, que ofrecen jugosas exenciones fiscales a los holdings financieros. Otra curiosidad, publicada recientemente por Reuters: el país ofrece a las empresas deducciones fiscales en función de la pérdida de activos que declaren. Si una multinacional compra una empresa pequeña a un precio determinado, pero el valor de esta baja, es posible obtener una desgravación por ese concepto, ¡aunque no revenda dicha empresa! El único país del mundo que también ofrece esta posibilidad (más restringida) es Suiza, según Reuters, que califica el procedimiento de “un cebo único en su género” en la Unión Europea. De este modo, AOL se ahorró varios millones de euros en impuestos en 2010, Caterpillar logró en 2012 (prorrogables en años fiscales sucesivos) más de 320 millones de euros en deducciones y Vodafone obtuvo casi 8.000 millones de euros en deducciones en los 13 últimos años...

Pero, sobre todo, Luxemburgo ha apostado por la “patent box”, que prevé que las rentas que provienen de la explotación de las patentes, de las marcas o de los derechos de autor se beneficien de una exoneración de impuestos del 80%. Y está lejos de ser el único país europeo que aplica esta ventaja fiscal. Tal y como contamos en su momento, Bélgica, Gran Bretaña e Irlanda aspiran también a atraer así a las multinacionales. De este modo, en su lucha contra los regímenes fiscales desleales otorgados a las empresas, la “patent box” es el único punto sobre el que la OCDE no ha logrado alcanzar un acuerdo internacional. “Sobre este punto, hemos fracasado, no hay solución”, reconocía uno de los negociadores a Mediapart. Según las informaciones que obran en poder de este periódico, Gran Bretaña, Luxemburgo, Países Bajos y Chipre lograron colar este régimen excepcional.

Así las cosas, el periodista económico belga Éric Walravens alude en su blog, alojado Mediapart, que Bélgica también cuenta con “rulings” y que una responsable de la Administración belga reconoció “la existencia de un margen de negociación bastante amplio entre el contribuyente y la Administración”. El periodista belga publicó un excelente libro sobre el dumping fiscal europeo que lleva a los países a declararse la guerra para atraer a su territorio a las empresas más ricas. En esta guerra, auditoras como PwC son un peso pesado, tal y como demostraba Walravens. Logran con frecuencia imponer sus puntos de vista frente a los responsable políticos débiles o perdidos.

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Esto explica en buena parte el poco interés que se ha prestado a la directiva europea Accis (sobre una base común y consolidada para el impuesto de sociedades). El texto, listo desde hace más de dos años, propone que una misma empresa presente en varios países europeos se aplique lo que los expertos denominan una tasa unitaria; el objetivo es considerar a todas las filiales de una multinacional como una sola y única empresa y evaluar sus beneficios totales con independencia de dónde estén ubicadas, después de dividir dichos beneficios proporcionalmente en función de los países donde se lleva a cabo la actividad de la empresa. Cada Estado sería libre de este modo de gravar, como libremente quisieran, la parte de los beneficios que le ha sido “atribuido”.

Esta solución está considerada como el arma más segura para acabar de raíz con las estrategias de fiscalización más o menos a la carta de las empresas. Ya no son los asesores fiscales los que deciden dónde están localizados los beneficios, son los Estados quienes recuperan la iniciativa. La directiva tiene bastantes posibilidades de no ver nunca la luz mientras Europa siga siendo un paraíso fiscal para las empresas, tal y como pudo constatarse en las ultimas elecciones europeas. Dicho de otro modo, el caso de Luxemburgo, por extremo que parezca, no es aislado. Y a Jean-Claude no deberían importunarle mucho sus antiguos colegas.

Traducción: Mariola Moreno

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