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Comisión Europea

Bruselas se prepara para el “momento de la verdad” en Grecia

El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, asiste a una reunión de la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo.

Ludovic Lamant (Mediapart)

En Berlín, los ánimos sobre Grecia están caldeados antes de las legislativas del 25 de enero. En Bruselas, el debate es más mitigado. Pierre Moscovici asegura ahora que nunca quiso obstaculizar a Syriza. Considera incluso posible encontrar un "lenguaje común" con Alexis Tsipras.

El ascenso de Syriza en Grecia incomoda a los dirigentes europeos porque les conduce a uno de sus fracasos más serios. Más allá de los discursos oficiales, la crisis griega no está solucionada. La deuda griega –175 por ciento– del PIB - sigue siendo inviable. La financiación de este país que no representa más que el 2 por ciento del PIB de la zona euro, continúa siendo una incógnita a medio plazo, que amenaza, como en el verano de 2012, la estabilidad de la unión monetaria.

La victoria, el 25 de enero en Atenas, del partido de la izquierda radical, partidario de una cancelación de parte de la deuda, sería un corte de mangas de los ciudadanos griegos dirigido a Bruselas y a los remedios de la Troika (Comisión, FMI, BCE). Consciente de estos riesgos, Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión, no pudo evitar en diciembre desear públicamente la victoria de "caras conocidas" en la presidencia de la República.

Quedaba claro su apoyo al conservador Stavros Dimas, un ex comisario europeo propuesto por Nueva Democracia. El luxemburgués está acostumbrado: en 2011 presionó, con Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, al primer ministro griego en ese momento, para que suspendiera su proyecto de referéndum sobre las reformas exigidas por la Troika.

Cambio de mensaje

Durante una visita a Atenas a mediados de diciembre, Pierre Moscovici, comisario de Asuntos Económicos, siguió el ejemplo de su jefe, hablando de Dimas como de "un hombre de bien" en una entrevista en la prensa griega. Pero Dimas perdió tres elecciones seguidas en el Parlamento griego, provocando unas elecciones anticipadas a finales de enero. Y desde el inicio de año, la Comisión Europea pretende poner orden en su comunicación. Los portavoces de la institución aseguran que las declaraciones anti-Syriza de diciembre son historia pasada.

Mientras que la clase política alemana se desgarra abiertamente sobre la posibilidad de una salida de Grecia de la zona euro (el "Grexit"), la burbuja de Bruselas desearía ahora olvidarse hasta el 25 de enero. La permanencia de Grecia en el euro es "irrevocable", en palabras de la Comisión, y algunos en Bruselas están empezando a pensar en la forma de trabajar con Syriza si la formación de Alexis Tsipras llega al poder.

"El proceso electoral debe tener lugar sin presión externa. En cualquier caso, ninguna presión vendrá de aquí (la Comisión, N de la R )", afirma Pierre Moscovici, quien asegura prepararse "discreta, pero activamente" para el después del 25 de enero. "La única declaración que importa ahora es la que los griegos formularán yendo a las urnas el 25 de enero y la Comisión no tiene nada más que decir ", avanzaba el lunes una portavoz.

Moscovici asegura hoy que fue malinterpretado en su visita a Atenas, dedicada oficialmente a la preparación de la salida de la Troika de Grecia. "Me abstuve de tomar cualquier posición en el debate político griego", dijo este martes en una entrevista a varios medios, entre los que se encuentra Mediapart. Y si no se ha entrevistado con Alexis Tsipras durante la visita, es por atenerse sólo a los ministros en funciones, y porque precisamente esa visita al líder de la oposición habría sido interpretada como "un signo de injerencia" en el contexto político local.

Aunque él lo niega, el discurso del antiguo inquilino de Bercy no carece de ambigüedad: "Es lógico que muchos griegos se sientan insatisfechos con Europa. Han tenido que hacer enormes sacrificios. (...) Al mismo tiempo, los esfuerzos que se han hecho eran necesarios. Están empezando a dar sus frutos", estima Pierre Moscovici, citando como ejemplo la aceleración del crecimiento prevista para este año, o la modesta disminución de la tasa de desempleo, que sigue en niveles estratosféricos (en torno al 26%).

Los 'frutos' de las reformas

De 2008 a 2015, el PIB griego per cápita ajustado por la inflación se derrumbó un 30 por ciento. Esto equivale, según la comparación realizada por el sitio especializado EUobserver, a pasar del nivel de vida de Israel al de Libia o Gabón en el espacio de ocho años. A pesar de las políticas de austeridad impuestas, la deuda pública se ha disparado (del 109 por ciento del PIB en 2008 al 175 por ciento del PIB en 2013).

"La Unión Europea trabajará con los líderes griegos cualesquiera que sean. Pero la línea reformista es una línea que da sus frutos a día de hoy, por lo que no debemos desviarnos", dice Pierre Moscovici. ¿Cómo no ver en este caso una vez más, el apoyo implícito al actual gobierno de Antonis Samaras, el único, según Bruselas, capaz de continuar las "reformas"?

El comisario francés lo niega. "Deseamos que en Atenas se lleve a cabo una línea reformista, europeísta. Pero esta línea puede ser realizada por unos o por otros (...) ¿Qué va a hacer Syriza si son elegidos? No les voy a hacer un juicio de intenciones". Y continúa: " Alexis Tsipras tiene dos opciones delante de él, la opción de la confrontación (con la UE, N de la R) y la opción del diálogo (...) Él ya ha evolucionado, la cuestión es saber si todavía va a evolucionar. En ciertas condiciones, podemos trabajar con él, podemos perfectamente encontrar un lenguaje común".

El antiguo inquilino de Bercy alude aquí a ciertas flexibilizaciones del programa de Syriza. Ya no se habla, como fue el caso en las elecciones generales de 2012, de una cancelación inmediata de la deuda griega considerada "ilegítima" o de una suspensión automática de las medidas contenidas en el 'Memorándum', el texto negociado entre Atenas y la Troika. Ahora Tsipras se cuida de precisar que no va a tomar ninguna decisión "unilateral" para renegociar la carga de la deuda. Se llevarán a cabo negociaciones, probablemente durante meses, con los "socios" europeos y otros acreedores.

Otro elemento importante, que los funcionarios de Bruselas tienen muy en cuenta, y que aboga por la "opción del diálogo", es que si Syriza gana el 25 de enero, deberá establecer –salvo sorpresa enorme– una coalición para formar una mayoría en la Asamblea. Tsipras podría decidir acercarse a la izquierda moderada de Dimar, o a los Griegos Independientes, un pequeño partido de derecha, anti-austeridad. Podría tener que suavizar de nuevo algunos aspectos de su programa.

Aunque no lo dice abiertamente, Pierre Moscovici no excluye un acercamiento de Syriza al centro después del 25 de enero. Pero, ¿hasta dónde deberá Syriza cambiar para ser "compatible con la UE" a los ojos de la Comisión? Esta apuesta sigue siendo muy teórica. El comisario asegura que ni sus servicios ni los de la Troika se han puesto en contacto con Syriza para preparar el post-escrutinio. No dice, sobre todo, si la cancelación de una parte de la deuda griega –el corazón del programa de Syriza, que nos cuesta creer que Tsipras vaya a abandonar– podría ser compatible con el enfoque "reformista pro-europeo” como lo denomina él. Este será el reto de las discusiones después del 25 de enero.

¿Hacia el final del 'modelo Troika'?

Aunque sigue siendo muy minoritario en Bruselas, un enfoque menos ideológico, más pragmático, del "problema griego" y de Syriza, en particular, tiene cada vez más adeptos entre los funcionarios europeos que siguen el tema. Algunos de ellos no ven necesariamente con malos ojos una victoria de Syriza. La razón es simple: los que siguen día a día la economía del país, saben bien que los remedios aplicados los últimos cinco años no están funcionando tan bien como se dice. Dentro de la Troika, a algunos les cuesta considerar a Antonis Samaras, jefe de gobierno, como un gran reformador.

"La política de Antonis Samaras y de su gobierno de coalición (...) se reduce a "prolongar y a aparentar": prolongar los préstamos y hacer como si se fuera solvente. Pero la historia de las crisis de deuda en el mundo demuestra que los dirigentes han utilizado desde siempre esta estrategia, y siempre ha fracasado", escribe Wolfgang Munchau, uno de los editorialistas estrella del Financial Times, para quien Syriza y Podemos en España son los únicos partidos de la UE que empiezan a entender la naturaleza –y la gravedad– del problema de la deuda en Europa.

Añade una fuente: “a menudo se nos presenta una alternativa caricaturesca, con Nueva Democracia que estaría en el campo de las reformas pro-europeas, y Syriza que no querría saber nada. Pero la capacidad de Nueva Democracia para llevar realmente a cabo las reformas y garantizar la viabilidad de la economía griega no es tan evidente". El brusco aumento, en octubre, de los tipos de interés a diez años de Grecia en los mercados –en torno al 8 por ciento– tuvo un fuerte impacto en Bruselas. En ese momento, el gobierno de Samaras pensaba tener la solidez suficiente para sacar al país del plan de ayuda a finales de 2014. Este escenario se dejó de lado. La Comisión prolongó hasta febrero de 2015 el plan de "rescate" y probablemente debería todavía extenderlo unos meses más.

Desde el punto de vista de Bruselas, las iniciativas emprendidas por Samaras no siempre convencen. El programa de privatizaciones puesto en marcha por el ejecutivo griego ha decepcionado: sin efecto sobre la deuda, o en cualquier caso, muy por debajo de las expectativas europeas. Las sanciones a los defraudadores –especialmente a aquellos que realizan declaraciones falsas de impuestos– son menos graves de lo esperado. La reforma fiscal acumula retrasos, con el equivalente de un puesto de director general de fiscalidad, que permaneció vacante un año.

Críticas a Samaras

Algunos protestan dentro de la Troika, consideran que Antonis Samaras no hace su trabajo, no cambia esta oligarquía griega que gangrena la economía del país. Las empresas griegas cercanas a Nueva Democracia se han visto relativamente poco afectadas por los planes de austeridad, se exasperan algunos funcionarios.

En este contexto, el discurso anti-oligarquía de Alexis Tsipras en este principio de campaña muestra un posicionamiento táctico más bien inteligente: seduce a los ciudadanos griegos, pero también puede ganarse a algunos observadores en Bruselas.

"Las oligarquías serán una de nuestras prioridades", asegura ahora George Stathakis, considerado como posible ministro de finanzas de un gobierno de Syriza, en una entrevista el miércoles en el Financial Times. Cita tres sectores en los que la oligarquía griega se mueve: la propiedad de los medios de comunicación nacionales, las licitaciones de contratos públicos y el sector inmobiliario. El mensaje es claro y tiene como objetivo calmar los mercados financieros y a los funcionarios europeos. Aunque hay cambios, el movimiento sigue siendo modesto: Syriza es considerado por muchos actores en Bruselas como miembro de la GUE (Izquierda Unitaria Europea), este grupo minoritario en el Parlamento Europeo, que reúne a formaciones "izquierdistas" sin (casi) ninguna experiencia de poder.

Quien quiera que sea el ganador de las elecciones del 25 de enero, la Comisión promete el "fin del modelo Troika" para febrero o marzo de 2015. De hecho, Grecia seguirá dependiendo de las líneas de financiación extranjeras, en particular del "programa de precaución" del FMI hasta 2016. Pero en Bruselas se promete que el método sobre el terreno va a evolucionar. La vigilancia de la UE será más discreta. El "task force para Grecia"task force, ese batallón de los funcionarios europeos responsables de ayudar a Atenas para reconstruir su administración, bajo la batuta del alemán Horst Reichenbach, está a punto de ser integrado en la "DG ECFIN", los servicios económicos tradicionales de la Comisión.

A vueltas con el 'Grexit'

Según una fuente europea, "Vamos hacia un seguimiento más light, con menos codecisión entre Atenas y la Troika. No habrá todas estas misiones para ir a verificar sobre el terreno lo que el gobierno griego hace. Esto tenía un aspecto vejatorio para Atenas ". ¿Pero no es demasiado tarde para poner en marcha esta "banalización" del caso griego? Los dos grandes rivales de las elecciones de enero, Syriza y Nueva Democracia, se mostrarán probablemente favorables.

En Berlín, Angela Merkel toma menos precauciones para prepararse a negociar, en caso necesario, con Alexis Tsipras. Según Merkel, si uno cree al Spiegel del último fin de semana , el "Grexit" es ineludible en caso de reestructuración de la deuda griega. La Cancillería no negó inmediatamente estas informaciones, lo que causó un gran revuelo en toda la clase política y puso en el punto de mira a los socios socialdemócratas de la coalición en el poder. Incluso el todopoderoso ministro-presidente de Baviera, Horst Seehofer (CSU), advirtió de forma tajante: "No debemos ser el maestro de escuela de la campaña electoral griega".

El miércoles en Londres, Angela Merkel quiso apaciguar los ánimos asegurando que Grecia iba a permanecer en la zona euro: "Hemos recorrido una gran parte del camino y no tengo absolutamente ninguna duda de que vamos a acabar juntos el que nos queda". La cuestión crucial y nada sencilla: ¿hay espacio, como pretende Syriza, para la cancelación de una parte de la deuda griega, sin salir de la unión monetaria? Berlín reflexiona sobre ello, convencida de que la zona euro se ha consolidado desde 2012 –a través de la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MES) y la unión bancaria– y hoy tiene los medios para encajar un "Grexit".

Sobre todo, como Mediapart ha publicado, la mayor parte de la deuda griega ha cambiado de manos: ya no son los bancos europeos, sino los estados de la zona euro los que están directamente expuestos a ella (comenzando por los contribuyentes alemanes, por valor de 65 mil millones euros). Los riesgos de propagación de la crisis en los mercados, y el pánico financiero sería, por tanto, más limitados, confía Berlín.

En el Parlamento Europeo, como en la Comisión, se limitan a recordar que los tratados no prevén la salida de la zona euro de un Estado miembro. El italiano Gianni Pittella, líder de los socialdemócratas en Estrasburgo dice: "No es aceptable que la derecha alemana quiera actuar como un sheriff en Grecia o en cualquier Estado miembro", convencido de que una salida del euro de Grecia "no es ni siquiera una opción".

Para Pierre Moscovici, "el "Grexit" no es un escenario considerado por la Comisión Europea". La institución trabajó sin embargo en escenarios de salida de Grecia del euro en 2012. El debate durará todo enero –y probablemente mucho más allá–. Las elecciones portuguesas y luego las españolas, en el otoño, lo relanzarán.

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Traducción: Carmen M. Marcos

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