Las consecuencias de la crisis
El Corte Inglés desmantela su rama industrial durante la crisis
El Corte Inglés es un gigante comercial que explota 88 grandes almacenes, 43 hipermercados, 203 supermercados y hasta 4.511 tiendas especializadas. Pero también, hasta la crisis, poseía una potente rama industrial. En 2007 empezó a desmantelarla, en un lento y continuado proceso que le ha costado el puesto de trabajo a casi 3.000 personas.
Induyco, fundada en 1955, llegó a ser una de las principales factorías textiles de España. En 1977 empleaba a 7.000 trabajadores, de los que en 2011, justo antes de su fusión con El Corte Inglés y posterior desaparición, quedaron sólo 908. Móstoles Industrial, la mayor factoría de esa ciudad madrileña y fabricante de los muebles de cocina Forlady, ha sufrido cuatro expedientes de regulación de empleo (ERE) en dos años, que han diezmado casi literalmente la plantilla: los 1.106 trabajadores de 2007 son ahora sólo 150. El capital de Móstoles Industrial es propiedad de la familia del difunto Isidoro Álvarez a través de la Fundación Ramón Areces, Cartera de Valores Iasa, Corporación Ceslar y Fiores.
Este recorte de personal se añade a los 5.692 empleados que El Corte Inglés ha perdido entre 2011 y 2014. De ellos, 4.277 eran vendedores. Los sindicatos atribuyen esta reducción de plantilla al deterioro de las condiciones laborales sufrido en los últimos años: modificaciones de horario, trabajo todos los festivos y domingos, congelación de salarios, recorte de las comisiones de venta… “Un ERE barato y encubierto”, se quejan.
Mientras Móstoles Industrial subcontrataba la producción a talleres situados en pueblos de Toledo, La Rioja o Zaragoza y despedía a sus trabajadores, también firmaba con los sindicatos un compromiso de inversión de 2,8 millones en dos años del que no ha puesto un euro, se lamenta José Luis López, responsable de negociación colectiva de la Federación de Construcción de CCOO en Madrid. Este mismo mes de enero, el comité de empresa ha reclamado a la dirección un plan de viabilidad que, hasta el momento, no les ha mostrado.
En el horizonte, por el contrario, José Luis López adivina un nuevo ERE, el cierre total de las líneas de producción y la conversión de la fábrica en un mero centro logístico. “Sólo quedarán los departamentos comercial y de diseño, y el almacén, y para eso bastan 40 personas”, advierte. Ya no forman parte de la plantilla ni los encargados del montaje de los muebles de cocina, que han pasado a ser autónomos.
infoLibre intentó recabar, sin éxito, la versión de El Corte Inglés sobre la desarticulación de su brazo industrial.
Rodríguez-Ponga, consejero delegado
En 2013 Móstoles Industrial perdió 11,75 millones de euros. Desde 2009 su volumen de negocio se redujo a la mitad, hasta los 73 millones que consignó en 2013, último año en que ha depositado sus cuentas. Con los sucesivos recortes de plantilla, también disminuyó a la mitad simultáneamente sus gastos de personal: de 40 a 21,6 millones en cuatro años.
El caso de la factoría de Móstoles no es más que otro ejemplo de la pérdida de tejido industrial en la Comunidad de Madrid, destaca el dirigente de CCOO: desde 2008, de los casi 30.000 trabajadores empleados en industrias relacionadas con la madera en la comunidad autónoma sólo sobreviven unos 2.000.
Al frente de Móstoles Industrial se encuentra Estanislao Rodríguez-Ponga, su consejero delegado. Ex secretario de Estado de Hacienda con el Gobierno de José María Aznar, fue consejero de Caja Madrid a propuesta del PP y está imputado por el uso de las tarjetas black.black Gastó con la suya 255.400 euros, al menos 100.000 de ellos, precisamente, en compras en El Corte Inglés. El juez acaba de imponerle una fianza de 341.000 euros.
Induyco, con prejubilaciones, bajas voluntarias y traslados
Los sucesivos ERE en Móstoles Industrial fueron acompañados de protestas de sus trabajadores, con concentraciones ante las tiendas de El Corte Inglés en las tiendas madrileñas de Preciados y Hermosilla, por ejemplo. La liquidación de Induyco fue, por el contrario, pacífica y silenciosa. Perdió más de 1.600 trabajadores entre 2007 y 2011. En octubre de 2012, El Corte Inglés anunciaba la absorción de Induyco, hasta entonces fabricante de las prendas de Tintoretto, Síntesis o Amitie. Pretendía “eliminar duplicidades”, reducir costes de gestión y operativos, así como generar sinergias. Según explicó en el comunicado oficial la integración no tendría consecuencias “significativas” sobre el empleo.
Antes de llegar a ese momento, se habían sucedido en Induyco las prejubilaciones y las salidas voluntarias, a razón de 45 días por año trabajado, según fuentes de los antiguos empleados. De forma paulatina una parte de los trabajadores, fundamentalmente mujeres, se fueron incorporando también a la plantilla de El Corte Inglés. Los últimos en trasladarse lo hicieron en diciembre de 2012.
Estos empleados conservaron su sueldo y antigüedad al mudarse de empresa. Pero las cosas cambiaron al mismo tiempo que para el resto de los trabajadores del gigante presidido ahora por Dimas Gimeno. La crisis del consumo, la reforma laboral y el nuevo convenio colectivo del sector han deteriorado sus condiciones laborales. Pese a tratarse en gran parte de profesionales del corte y la confección, la empresa los envía a las tiendas en periodo de rebajas, por ejemplo.
También les han modificado el horario: tenían jornada continuada de lunes a viernes. Ahora, como el resto de la plantilla, trabajan de lunes a domingo, además de los festivos y con el horario de las tiendas, explican fuentes de los trabajadores. Quienes no aceptaban los cambios, tenían la opción de irse de la empresa con una indemnización de 20 días por año, tal y como establece la reforma laboral.
En cualquier caso, aún subsisten dos talleres de la antigua Induyco, dos filiales situadas en Cáceres y Teruel: Industrias del Vestido y Confecciones Teruel. Entre ambas llegaron a superar los 700 trabajadores en 2007. Hoy su cuota en la producción textil final del grupo es muy reducida, habida cuenta de que El Corte Inglés, al igual que el resto de las grandes marcas, la ha deslocalizado a países con costes laborales mínimos, como Marruecos, Turquía, India o Bangladesh.
Así, la histórica Induyco cerró 2011 con unas pérdidas de 51,68 millones de euros, después de haber terminado 2009 con 2,6 millones de beneficios. Su volumen de negocio se redujo en ese mismo periodo de tiempo a una tercera parte: de 300 millones a 92.
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Para cuando desapareció Induyco, su plantilla estaba formada en buena parte por mujeres con hasta 30 años de antigüedad, las supervivientes de varias décadas de trabajo y muchos conflictos sindicales. Por entonces, las operarias trabajaban a destajo: tantas piezas confeccionas, tantas piezas cobras. Entre 1976 y 1977 se sucedieron las huelgas en los talleres que Induyco tenía en el barrio de Embajadores, en Madrid. El despido de cuatro trabajadores –tres mujeres y un hombre– en junio de 1976 prendió las protestas. El Corte Inglés respondió con un cierre patronal: la fábrica permaneció parada durante un mes para “mantener el principio de autoridad”, según puso entonces en boca de uno de sus directivos el diario El País. Hubo enfrentamientos con la Policía de los trabajadores, con heridos y un centenar de detenidos.
Según cuenta Pilar Díaz Sánchez, profesora de Historia de la Universidad Autónoma de Madrid, en El trabajo en la confección textil: un oficio de mujeres, las coacciones a las operarias fueron parte de la política de la empresa en aquellos días: los mandos de la fábrica acudían al domicilio de los padres de las trabajadoras para hablarles de la “inutilidad del conflicto”.
Cuando se reanudó la actividad, en marzo de 1977, la empresa dispersó a cerca de 500 mujeres en pequeños talleres de Madrid. Según fuentes sindicales, estas personas permanecían ocho horas en sus puestos pero no les dejaban trabajar. Además, eran trasladadas de un taller a otro. Pilar Díaz asegura que los “castigos” a estos empleados, los más significados durante las protestas, se prolongaron hasta 1994, cuando los 50 que quedaron para entonces regresaron a la fábrica de Embajadores.