Festival de Cannes
Sorrentino agita la recta final de la competencia con una discutida ‘Youth’
El italiano Paolo Sorrentino ya demostró con su previa La gran belleza que no deja indiferente a nadie. De vuelta a Cannes, su Youth (Juventud), rodada en inglés como varios otros títulos europeos presentes en esta edición, ha suscitado respuestas disparejas: elogios por un lado y protestas sonoras que no escuchábamos desde la infausta Sea of Trees de Gus van Sant. La segunda cinta del miércoles, Shan He Gu Ren (Las montañas podrán desviarse), del chino Jia Zhangke, es una un tanto fría y calculadora parábola sobre los efectos del rampante capitalismo de su país, en la que el dinero envenena las relaciones personales.
Radicales diferencias en la audiencia provocó la coproducción europea Youth, en la que brillan sus veteranos protagonistas, un director de orquesta retirado (Michael Caine) y un cineasta aún en activo (Harvey Keitel), amigos de toda la vida. Ambos, casi octogenarios, están de vacaciones en un balneario suizo, donde contemplan el escaso tiempo que les queda, ante la indiferencia de los más jóvenes que les rodean.
Sorrentino, bastante más joven que sus personajes, vuelve como en su anterior película, a confrontar con humor la decadencia física de la edad, tema que parece preocuparle anticipadamente. Y, de nuevo, regresan irremediablemente los elementos que algunos amaron y otros odiaron de La gran belleza, su estilo neofelliniano, la mezcla entre gozo y dolor, y la irresistible tendencia del italiano a demostrar que por encima de su historia está su estilo, que deja más que patente.
Esta vez recurre a actores anglosajones (además de los citados secundarios de lujo como Rachel Weisz, Jane Fonda o Paul Dano) y a la más rentable lengua de Shakespeare, como ya hizo en la menos lograda Un lugar donde quedarse / This Must Be the Place, y son esos actores su activo más potente. La química entre Caine y Keitel es lo mejor de Youth, otra seria candidata al palmarés del domingo.
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Tampoco sería raro encontrar en él al chino Zhangke, que dos años después de Un toque de violencia / Tian zhu ding, vuelve a un tema que subyacía en aquella, la evolución de la sociedad china desde la tradición y el socialismo al más salvaje capitalismo. Si entonces eran historias de violencia las que pivotaban su película, ahora se trata de una relación amorosa triangular, contada en tres épocas, pasado, presente y futuro, cada una claramente distinguidas por una fotografía variable, desde formatos 4/3 al panorámico.
Lo que podríamos achacar a Shan He Gu Ren es su calculada frialdad, la escasa emoción que los sentimientos expuestos en pantalla genera. El tercer acto, que se desarrolla en Australia, en el futuro, llega al paroxismo con esos chinos que ya viven lejos de su país, ricos pero infelices.
© Carolina G.Guerrero (Cannes)-NOTICINE.com