LA JUBILACIÓN DEL FUTURO
España es el cuarto país del euro donde más ha crecido la brecha entre salario y pensión
España es el cuarto país del euro en que más ha aumentado la brecha entre el último sueldo que cobra un trabajador y la primera pensión que percibe cuando se jubila. En 2011, antes de la reforma de las pensiones, un trabajador cobraba al jubilarse el 81,2% de su salario. En 2013, último año del que hay datos, ya era del 73,9%, según datos de la OCDE. Es más, España será el país de la Unión Europea en que más aumentará la distancia entre sueldo y pensión desde ahora y hasta 2060 si se cumplen las proyecciones del último Informe sobre Envejecimiento de la UE: la brecha se agrandará en 30,4 puntos porcentuales en los próximos 45 años, el doble que Grecia –16,4 puntos–. Para entonces, la pensión pública que cobrarán los españoles equivaldrá a menos de la mitad de sus sueldos, el 48,6%.
La reducción será el resultado de los últimos cambios introducidos en los parámetros para calcular la pensión: el aumento del número de años necesarios para alcanzar el 100% de la base reguladora y la ampliación a 25 años del periodo para calcularla. El factor de sostenibilidad y el índice de revalorización de las pensiones, introducidos en 2013, sumados al aumento a 67 años de la edad de jubilación y de los coeficientes de reducción para desincentivar el retiro anticipado, contribuirán también al progresivo recorte de las pensiones públicas para las nuevas generaciones de jubilados.
Las mayores exigencias para ese cálculo tienen un efecto añadido: los trabajadores con carreras de cotización interrumpidas –como ocurre en mayor proporción con las mujeres, o en caso de desempleo, por ejemplo–han sufrido ya un recorte superior en la pensión, hasta el 70,5% del sueldo. Sin contar que en los dos años de referencia utilizados para calcular la caída de la tasa de sustitución el salario medio en España era de 23.200 euros anuales y en la OCDE, de 27.800. El informe de la UE sólo analiza la ratio entre el salario y la pensión, pero nada dice sobre los efectos de la devaluación salarial en la cuantía de las pensiones de los futuros jubilados.
Pensiones privadas
España llegó a contar con una de las tasas de sustitución –la ratio entre la pensión y el último salario cobrado– más altas de la Unión Europea. La superaban dos países tan dispares como Grecia –95,7%–, Luxemburgo –90,3%– o los Países Bajos –89,1%– y, en el ámbito de la OCDE, Islandia –109,1%–, por ejemplo. Las reformas de 2011 y 2013 tenían como “objetivo obvio” reducir esa tasa de sustitución, según explica el Banco de España en un documento de trabajo de 2014. La tesis del Gobierno, del Banco de España y de una parte de los expertos, defiende la necesidad de recortar el gasto público en pensiones para garantizar la sostenibilidad del sistema, que peligra por culpa del aumento de la esperanza de vida. De ahí que aboguen por estimular el recurso a las pensiones privadas para complementar unas prestaciones públicas cada vez más exiguas.
“Cuando la tasa de reemplazo alcanza niveles máximos, como en España y Austria, el ahorro privado de previsión se sitúa alrededor del 2% del PIB”, explica el BBVA en un documento de trabajo sobre Pensiones, bienestar y crecimiento económico de enero de 2014. Por el contrario, cuando menor es esa tasa, el ahorro privado asciende hasta el 12% del PIB.
Es el caso de países como Alemania, donde la pensión pública alcanzaba sólo el 42% del sueldo del trabajador en 2011. Y en el 42% sigue. En Francia ha subido 10 puntos en esos dos años, hasta llegar al 59,1% en 2013, según datos de la OCDE. También ha crecido la tasa de sustitución en Italia, del 64,2% al 71,2%. Por el contrario, las mayores caídas las han sufrido Grecia –32 puntos en dos años–, Luxemburgo –31 puntos– e Islandia –26 puntos–.
Estos descensos, así como los proyectados hasta 2060, se deben, explica el informe sobre envejecimiento de la UE, a las citadas reformas en los métodos de cálculo de la pensión y a la introducción de factores de sostenibilidad en estos países. Así ha ocurrido en Polonia, que registrará hasta 2060 la segunda mayor caída de la tasa después de España –24,4 puntos–. Por establecer una comparación, en Alemania se prevé un recorte de sólo siete puntos; en Francia, de 11,4. De media, la tasa bajará en la zona euro del 48% actual al 35% dentro de 45 años.
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El propio informe comunitario reconoce que la reducción de la tasa de reemplazo tiene un “efecto negativo”: genera pensiones insuficientes si cae por debajo de un umbral mínimo y “los gobiernos no crean otros formas de acceder a una pensión”.
El pasado miércoles, fue el gobernador del Banco de España, Luis Linde, quien abundó en esta dirección cuando aconsejó a los jóvenes que ahorren porque “la pensión media será cada vez menor de forma inevitable”. Aunque él atribuyó esa fatalidad únicamente a “razones demográficas”, sin mencionar los cambios legislativos de los últimos dos años. Las críticas le llovieron desde la oposición política hasta los sindicatos, que no dudaron en acusar a Linde de actuar como un “comercial de los fondos de pensiones privados”.
España gasta en pensiones el 10% de su PIB, 96.170 millones de euros en 2014. Para este año, el gasto previsto es de 131.658,93 millones de euros, el 10,4%, dos puntos menos que la media de la zona euro y cuatro puntos menos que Francia. También estará por debajo de Italia –14,9%– y Alemania –10,5%–. Según las cuentas del Gobierno, y gracias a las reformas aplicadas al sistema, en 2060 el gasto debería haberse contenido hasta el 9,6%.