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Veranos con historia

La Bastilla: la simbólica conquista del pueblo francés

La simbólica conquista del pueblo francés

¿Qué pasó?

“Desde mi última nota, los acontecimientos, las catástrofes y las revoluciones se han sucedido rápidamente”. Con esta frase, incluida en una carta publicada en el periódico holandés Gazette de Leyde –la publicación más importante de la prensa internacional europea desde finales del siglo XVII hasta finales del XVIII–, se describía a la perfección el ambiente subversivo en el que se encontraba sumido París los días posteriores a uno de los acontecimientos más importantes de la historia gala: la toma de la prisión de la Bastilla.

¿Cuándo pasó?

Aquel verano de 1789, el pueblo parisino atravesaba serias dificultades económicas. Las malas cosechas durante todo el año provocaron graves problemas de subsistencia y el número de pobres y mendigos en las calles aumentó considerablemente. Este contexto, unido al absolutismo del entonces monarca francés, Luis XVI, generaron un enorme hastío en la población y fue el caldo de cultivo perfecto para la insurrección popular que se desarrolló con posterioridad.

La destitución del hasta entonces ministro de Finanzas galo, Jacques Necker, muy apreciado por su cercanía y comprensión hacia el Tercer Estado y por ser una de las caras visibles del intento de democratización del país, fue el detonante del levantamiento. Así, el 12 de julio de 1789, un día después del cese, miles de parisinos se concentraron, ataviados con ropajes de luto y con un busto del ministro cubierto por un velo, en los jardines del Palais-Royal.

Durante todo el día 13 de julio se repitieron las protestas, cada vez con más dureza. El rey preparó un contingente para reprimir el levantamiento popular, almacenando para ello un importante arsenal en el Hotel de los Inválidos, un hospital militar por aquel entonces. El rumor corrió por las calles de la ciudad como la pólvora y, a las 10 de la mañana del día 14 de julio, cientos de parisinos asaltaron el edificio.

Con las armas en sus manos, la muchedumbre se dirigió a la Bastilla, una fortaleza que había sido utilizada como prisión durante siglos. El asedio duró hasta las 17.00 horas, cuando, tras una hora y media de fuego cruzado entre los asaltantes y los guardias que la protegían, el alcaide de la cárcel ordenó el alto el fuego, se rindió y abrió las puertas a los revolucionarios.

¿Quiénes fueron sus protagonistas?

Aunque en la toma de la Bastilla se estima que participaron cerca de un millar de parisinos, la lista oficial, editada en 2002 con el título Vencedores de la Bastilla, incluyó algo más de 600 personas. Durante el enfrentamiento fallecieron 98 revolucionarios y se contabilizaron más de medio centenar de heridos.

Por su parte, el monarca Luis XVI vio cómo perdía definitivamente su poder absoluto sin salir del Palacio de Versalles. Así, el rey galo se dio cuenta de que no podía reprimir este levantamiento y retiró a las tropas desplegadas en la capital francesa. Además, reconsideró la destitución de Necker, que regresó a la capital desde Basilea (Suiza). El 27 de julio, el monarca entró triunfante al Ayuntamiento de París con una escarapela tricolor y bajo gritos de “¡Larga vida al rey!”.

¿Qué fue de los protagonistas?

Los revolucionarios fueron ganando fuerza en las instituciones. El marqués de La Fayette asumió el mando de la Guardia Nacional en París, mientras que el académico galo Jean Sylvain Bailly se hizo con la Alcaldía de la capital. Además, la insurrección de aquel mes de julio se fue extendiendo a lo largo de toda Francia, con el pueblo organizándose en municipios como forma de autogobierno.

La toma de la Bastilla marcó el inicio de la Revolución Francesa, que desembocó en la proclamación de la Primera República y el derrocamiento y ejecución en la guillotina de Luis XVI, el 21 de septiembre de 1792, y su mujer María Antonieta un año más tarde.

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¿Por qué fue importante?

La conquista de la fortaleza es uno de los acontecimientos más relevantes de la historia francesa. Supuso el comienzo de la caída de la monarquía absolutista de Luis XVI, el aumento de la fuerza burguesa en Europa y el desmantelamiento de un Antiguo Régimen caracterizado por la imposición de un sistema feudal en el que el Tercer Estado, compuesto por más de un 90% de la población, estaba relegado a un segundo plano y se veía obligado a mantener sobre sus espaldas a la Iglesia y la nobleza.

Además, la toma de la Bastilla, donde las diferentes monarquías galas encarcelaban a aquellos personajes peligrosos para el régimen, se convirtió en el preludio de una Revolución Francesa que desembocó en el establecimiento de la Primera República y, posteriormente, en la llegada al poder de Napoleón Bonaparte que, a pesar de mantener un Gobierno titularmente constitucional, ostentó una autoridad casi absoluta durante el Primer Imperio francés.

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