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Matar titiriteros a cañonazos

Gonzalo de Miguel Renedo

Cada día tengo más claro que el semanario francés Charlie Hebdo nunca se podría publicar en España. Así somos de cachondos en este país, solidarios con quienes fuera sufren por ejercer su libertad de expresión, agresivos con quienes la intentan ejercer en casa. De seguir por esta senda no sé si Los Simpsons durarán mucho. La verdad es que no consigo entender que esta serie permanezca en antena, con su continuo ensalzamiento del alcoholismo de Homer o los violentísimos dibujos de Rasca y Pica, por no hablar del maltrato al que es sometido Bart. Ojo, que me parecen geniales y no me canso de verlos, pero no entiendo que quienes han salido despotricando por ese episodio titiritero en el barrio de Tetuán, no se hayan manifestado todavía en contra de la emisión de esta famosa serie en horario diurno.

Que en un país que ha sufrido los coletazos de la violencia etarra durante décadas se meta en la cárcel a quienes en un espectáculo satírico incluyen vivas ficticios a la banda asesina es como meter en prisión al autor de una obra de ficción sobre el Holocausto en la que un personaje ensalza el pensamiento nazi. Cuando uno escribe sobre crímenes no queda más remedio que expresar el parecer del asesino, del terrorista, del machista, del corrupto, sin que por ello se deba identificar al autor con la perversión del personaje. Eso es lo primero que habría que descubrir, antes de encerrar a nadie, el espíritu que late detrás de esa escenificación. Dudo que el juez lo haya hecho.

Cuando escribíamos contra ETA uno ya sabía en donde se metía. Sabías que por opinar distinto había quien podía acabar con tu vida. Aquella guerra se ganó. Pero no sólo hay que ganarla en el terreno policial. También en el moral. No podemos permitirnos caer en la misma cerrazón intelectual. Que dos titiriteros presenten un espectáculo deleznable, como así lo ha calificado la alcaldesa Carmena, no implica que sus autores deban acabar en prisión sin fianza. Por hechos mucho más graves pocos acaban entre rejas en este país. Pensemos en Rato, Rus, Rita y toda esa ralea de corruptos que pululan por todo el territorio. La prisión provisional debe ser, de hecho es una medida excepcional. La privación de libertad de una persona no es pecata minuta. No se corta una pierna a quien presenta una simple herida. Además, con amparo en la libertad de expresión, esa pieza de guiñol podrá ser una porquería, pero nadie debe ser encerrado por exhibir una estupidez. El pensamiento no delinque, además de que no habría cárceles suficientes. Si acaso, el único error que se aprecia en el affaire de los titiriteros es la inconveniencia de tal espectáculo para un público infantil. Pero vamos, meteduras de pata de este tipo se cometen en todas las teles todos los días sin que ello se traduzca en dimisiones ni desde luego abren telediarios y portadas de periódicos, que yo recuerde. ¡Cuánto más deberían dimitir por la manipulación dolosa de que son objeto, por ejemplo, la televisión y radio públicas, hecho constatable y constatado, sin que nadie asuma responsabilidad alguna!

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¿Qué ocurre realmente en el caso del guiñol del carnaval madrileño para que se haya reaccionado de forma tan desproporcionada? Pues está claro. Que gobierna Carmena, afín a Podemos. No le den más vueltas. Este lamentable error de programación no tiene más recorrido. Una boutade más, como la de la famosa cabalgata de los Reyes Magos. Ni preocupa que haya podido marcar a los niños que asistieron al teatrillo ni ha creado alarma social alguna. Alarma mediática sí, pero eso es otra cosa. El juez de la Audiencia Nacional ha sido la única víctima de esa alarma. Es lógico. La mayor parte de los medios de este país son de derechas, y no están por la labor de informar con ecuanimidad sobre hechos que afecten a la formación morada, y menos aún si pueden sacar buena tajada para su cruzada contra los nuevos actores de la política. Y no pueden informar con veracidad porque se desinflaría la noticia y ya saben aquel dicho, que la realidad no te estropee tu historia. La caverna mediática, hoy escoltada por El País, quiere hinchar la alarma mediática, que no social, para que el gran público identifique a Podemos con ETA. Lo llevan intentando sin lograrlo casi desde que emergieron. Los dirigentes de Podemos han sido tildados de fascistas, antidemócratas, antisistemas, etc. La última ocurrencia es que ahora, además, comparten ideario con los golpistas del 23-F, como nos ha recordado un Alfonso Guerra ya algo gagá. De risa. Eso sí, luego sale Jiménez Losantos diciendo que no puede ver a Bescansa o Errejón sin desear sacar su arma, y nadie se alarma. Estos medios venales que hoy mandan en el panorama informativo actúan como terminaciones nerviosas del poder político, dominado, a su vez, por el gran poder económico, tratan a los españoles como niños. Son los titiriteros mediáticos del poder el gran peligro para nuestra democracia.

Un apunte final. Es curioso, acusan a Podemos de populismo, pero lo cierto es que el perfil de su votante, según la última encuesta del CIS, suele poseer estudios superiores, mientras que la mayor parte de los votantes del PP y del PSOE se encuentran en la franja de quienes no superan los estudios básicos. Nunca pensé que el populismo pudiera cebarse en la excelencia académica. Quizás esto explica por qué atacan a Podemos con polémicas absurdas, como la de hacer creer que quien actúa de asesino en una obra de teatro es un asesino de verdad. Lo cierto es que infravaloran la inteligencia de los españoles. De todos los españoles. Y quizás por eso también los políticos anquilosados van perdiendo apoyos, porque no se puede tratar a tus propios votantes como si fueran idiotas, y para ver que este montaje del teatrillo es solo eso, un teatrillo, no hace falta un doctorado.

Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre

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