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De PISA a Prisa

Raúl Gómez Sánchez

Persiste y se afianza en mí la sensación de que flota en el ambiente político la convicción de que la formación de un gobierno verdaderamente progresista, en el que Podemos e IU compartieran responsabilidades con el PSOE, estaba vetado de antemano y de que, asumiendo esa prohibición como ineludible, el más amplio elenco de actores componen una escenificación coral, variable con las circunstancias, que se coordina perfectamente en orden a garantizar su efectivo cumplimiento.

No me refiero en exclusiva a los líderes de los partidos, de los que ya hablé en demasía en anteriores escritos, sino que junto al maniobrar trilero de sectores del PSOE perfectamente representados por Felipe González y Susana Díaz, hay otros sectores de la sociedad que participan también del ritual exorcista del demonio podemita. Así, mientras Pedro Sánchez exhibe imperativamente su cruz "reformistaprogresista" –¿qué querrá decir ese término?; si reformas son lo que hizo el Ejecutivo de Rajoy, ¿qué espacio queda en él para el progresismo?–, el ministro del Interior arroja el agua bendita en forma de informes fantasma, encargados supuestamente a la policía y sibilinamente filtrados; tan chapuceros que parecen hechos por la TIA (Técnicos de Investigación Aeroterráquea) de Mortadelo y Filemón, pero que no son ninguna broma sino que, a mi juicio, esos informes son en sí mismos delictivos, quizá por ello sean anónimos. Por si este esperpento no fuera suficientemente contumaz con el sentido común y el buen gusto, los anónimos informantes de Interior titulan el supuesto informe como si de un chiste de patio de colegio se tratara: P.I.S.A., falso acrónimo de "Pablo Iglesias, SA". ¿No es como para llorar de pena?

Mientras tanto, por no parar de enredar, el catoliquísimo ministro Fernández envía policías a Venezuela, a ver qué rastro de azufre pueden encontrar, mientras, para no dejar solo a su cofrade en tal frenesí antidemoníaco, la jerarquía eclesiástica, con Cañizares y sus redivivos acólitos Camps y Cotino compartiendo tribuna, hace un llamamiento al entendimiento entre los grandes partidos para dar estabilidad a una España acosada por los rojos separatistas, catalanes hoy, pero vascos también en breve.

Aún no he hablado de los medios de comunicación, pero no hay que desesperar. De hecho, son hoy mi objetivo fundamental. Si he de ser sincero, últimamente me encontraba en un estado de melancolía que deriva de la sensación de evidencia de lo que está pasando, simultánea a la de impotencia de la sociedad para ponerle coto; algo parecido a lo que sentimos al ver lo poco que le cuesta electoralmente la corrupción al PP. Todo lo descrito anteriormente no hubiera provocado este artículo si no fuera porque, por una vez, he podido no solo ver, sino tocar con mis propias manos una prueba de la veracidad de alguna de mis observaciones; por una vez, me ha afectado directamente. Me explico:

El domingo 6 de marzo El País publicaba una encuesta, encargada por ese diario a Metroscopia, y titulaba en portada: “El 50% de los electores de Podemos censura el no a Sánchez”. En el cuerpo del artículo se explayaba en cómo la mitad de los votantes de Podemos se sentían defraudados por el proceder de Iglesias y de la dirección de Podemos por no haber votado , o haberse abstenido, para que Sánchez pudiera haber formado gobierno con Ciudadanos y llevar a cabo el programa “reformistaprogresista” pactado por ambos, programa mucho más cercano al del PP que al del PSOE, a medida del Íbex y la troika, y desde luego a años luz del programa progresista y de recuperación de los derechos cercenados por el PP que Podemos e IU representan. El titular me extrañó, de modo que fui a los datos concretos de la encuesta y, cuál no sería mi sorpresa al ver que la pregunta a la que el 50% de los votantes de Podemos respondió negativamente rezaba al tenor de “¿Considera que la no investidura de Sánchez es una buena o mala noticia?”. En efecto, el 50% respondieron que mala, pero ¿de dónde sacaba El País que esa respuesta suponía censurar la actitud y decisión de Podemos? ¿Cómo contabilizaba El País a los votantes de Podemos que hubieran deseado que Sánchez hubiera salido presidente de un gobierno progresista, y que consideran que el que el mismo Sánchez se hubiera negado, imposibilitando dicho gobierno, pues Podemos no podía votar un programa derechista, es una mala noticia? Era una clara y burda manipulación. Una más de las decenas de ellas que en el último mes han cometido los medios de Prisa con el fin de desgastar a Podemos, romperle el espinazo y, en última instancia, favorecer el gobierno de Gran Coalición PP-C's-PSOE. Es mi opinión, ciertamente, pero en este caso también lo es de la Defensora del Lector de El País. Fue tanta mi indignación por esa manipulación, a la vez que tanta la pena por constatar a qué nivel ha descendido la considerada biblia del periodismo español, el diario El País, que escribí a Lola Galán aportándole mi argumentación. Dos días después la defensora escribió un artículo en El País en el que explicaba que había recibido mi queja y la de cinco lectores más y, aceptando plenamente nuestra posición, reconocía lo improcedente de la actuación de la redacción del diario. Vaya desde aquí mi más sincero reconocimiento a la profesionalidad de la defensora; ha tenido que ser duro expresarse en esos términos. Pero yo me quedo con lo importante: El buque insignia del grupo Prisa manipuló la información sobre su propia encuesta y no me cabe duda de que lo hizo con intencionalidad coincidente con la permanente actitud de evitar por cualquier medio el establecimiento de un gobierno realmente progresista en nuestro país.

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El otrora brillante Alfonso Guerra marcó en su día la clave para entender el permanente apoyo del PP a nuestro caudillo regional, líder de la corrupción de aquellos tiempos, Juan Hormaechea, cuando nos dijo: "Sigan la línea Cantabria-Burgos", en alusión al llamado caso de la construcción. Hoy podemos decir, como pista para entender lo que está ocurriendo: sigan la línea PISA-Prisa.

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Raúl Gómez Sánchez es socio de infoLibre

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