Entrevista
Jorge Galán: “La de los jesuitas es una de las mayores historias de impunidad de El Salvador”
Un noviembre de hace 27 años seis jesuitas –cinco de ellos españoles– y dos mujeres eran asesinados en El Salvador a manos de las fuerzas de seguridad del país. Es, precisamente, ese mes el que da nombre a la novela en la que el escritor Jorge Galán recuerda los episodios de 1989 y que le ha traído a España como nuevo testigo del caso que la Audiencia Nacional investiga desde hace siete años. Noviembre (Planeta) muestra cómo el expresidente derechista Alfredo Cristiani, en el cargo durante los acontecimientos, admite la autoría del Ejército en las ejecuciones.
La letrada Almudena Bernabeu, abogada de la acusación particular del caso, explica la presencia de Galán en España: "Él grabó una de las entrevistas inéditas con el expresidente Alfredo Cristiani, a quien intentamos imputar por encubrimiento dos veces". Estos intentos, no obstante, se vieron frustrados por la Fiscalía de la Audiencia Nacional, que denegó las peticiones. "Él siempre ha negado que supiera nada del asesinato, que estuviera de ninguna manera presente en el alto mando del Ejército mientras se tomaban decisiones". La prueba aportada por Galán, sin embargo, demuestra lo contrario.
El escritor salvadoreño ha accedido a hablar con infoLibre sobre los asesinatos que hace 27 años marcaron a un país, sobre el libro –que se publicará en España en septiembre de este año–, y sobre la situación actual de El Salvador.PREGUNTA: ¿Cómo surge la idea del libro?RESPUESTA:
Quería contar toda la crueldad de lo que sucedió a aquellos hombres. Para ello era necesario narrar lo ocurrido desde muy diferentes puntos de vista, y sólo la literatura me ofrecía la posibilidad de hacerlo con la complejidad necesaria.
P. ¿Cómo fue el proceso previo de documentación?R.
Tuvo varios componentes. Obviamente había literatura escrita sobre el caso de los jesuitas y el de Rutilio Grande y monseñor Romero, así que leí todo lo que podía al respecto. Pero la documentación bibliográfica sólo fue el principio. Lo más importante para mí fueron las entrevistas con personas implicadas que estuvieron presentes durante estos acontecimientos. Muchos aparecen como personajes en el libro (José María Tojeira, sacerdote próximo a los asesinados; Jon Sobrino, compañero de los jesuitas; Cristiani…), y muchos otros, la mayor parte, ha preferido permanecer en el anonimato. He hablado con decenas de personas que han aportado su experiencia sobre lo ocurrido.
P. ¿Cómo consigue ponerse en contacto con Cristiani y por qué decide hacerlo?R.
Al expresidente Cristiani lo contacto a través de su hija. Decido entrevistarlo porque me interesaba que el libro tuviera diversos puntos de vista, de una y otra parte, y siendo Cristiani uno de los protagonistas de ese momento histórico de mi país era muy importante entrevistarlo y saber su versión sobre lo sucedido.
P. ¿Qué le pregunta exactamente y cuál es su respuesta?R.
En la entrevista le pregunto acerca de los culpables intelectuales del asesinato y él me confirma los nombres de los militares implicados, tal como lo reflejo en el libro.
P. ¿Cuándo comienza a recibir las amenazas? ¿Qué decide hacer entonces?R.
Había recibido advertencias, por parte de los jesuitas y de otra gente, durante el proceso de elaboración de la novela. Una vez el libro se hizo público, antes incluso de que llegara a librerías, ya empecé a recibir insultos y amenazas en mi teléfono personal y a través de las redes sociales. En cuanto empezaron, me reuní con la gente del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), la embajada de España, y los padres jesuitas también de la UCA. No es fácil tomar la decisión de dejarlo todo y marcharse. En mi caso, comprendí que era mi única opción.
P. ¿Por qué es importante hablar de los jesuitas asesinados?R.
Cuando se vive en un país como El Salvador, donde la violencia es algo cotidiano y donde nadie puede llevar una vida normal, pues incluso las cosas más simples como salir a pasear no se pueden hacer, te preguntas cómo llegamos a eso, a tener la sociedad fallida que tenemos. Y comprendes que la impunidad se ha adueñado de todos los ámbitos de la vida y no puede construirse un país sobre la injusticia. Hasta que no terminemos con la impunidad viviremos en una sombra. Y una de las mayores historias de impunidad de mi país es la de los jesuitas de la UCA. Siento una responsabilidad histórica con esos hombres que llegaron a mi país creyendo que podía ser un lugar mejor y que acabaron perdiendo sus vidas. Mi interés va mucho más allá del interés literario. Vivimos en un país que es una sombra, sin esperanza alguna, en el que mirar al futuro es asomarse a un abismo. La historia de estos hombres debe ayudarnos a abandonar el infierno que vivimos. Para unos son mártires, para otros simples víctimas, de una u otra manera son personas que murieron por un país que no era el suyo, por su necesidad de ayudar, de cuidar al otro. Esa humanidad se ha perdido. Es de esa humanidad de la que yo quería hablar en mi libro para reivindicarla.
P. ¿Ha olvidado El Salvador a los jesuitas asesinados? ¿Cree que se han intentado sepultar estos acontecimientos? R.
La gente que los vivió los recuerda pero no así las nuevas generaciones, cuyo recuerdo es casi inexistente. Se les recuerda pero no como debiera. Al padre Ellacuría y los otros jesuitas se les recuerda en las comunidades religiosas, en los círculos académicos, pero nada de manera oficial. Las autoridades no les recuerdan porque imponen el macabro mecanismo de la impunidad. La impunidad se construye de la siguiente manera: primero se comete el crimen, después se desprestigia a las víctimas, se las calumnia, y finalmente se silencia lo ocurrido para que caiga en el olvido.
Ahora estamos en la fase que corresponde al silencio y eso es lo que hace el Gobierno, calla. Ignoran los pedidos de extradición del Gobierno español y exaltan, si acaso, un falso nacionalismo en el que acusan a España de querer inmiscuirse en un asunto que solo concierne a la justicia salvadoreña.
P. ¿Qué supondría resolver el caso para la historia de El Salvador?R.
Para mi país significaría un comienzo. Nuestra historia está cimentada sobre la impunidad. A lo largo del siglo XX una y otra vez la injusticia ha prevalecido. En el año de 1932 se masacraron casi treinta mil campesinos en una semana fatídica, en el año 74 asesinaron a Roque Dalton, nuestro poeta insigne, en el año 80 a monseñor Romero, en el 89 a los jesuitas de la UCA, y podría seguir enumerando hechos de una fatídica lista, y todos estos crímenes están impunes, hasta ahora. Que esa cadena se rompa sería un inicio luminoso.
P. ¿Ha declarado ya en la Audiencia Nacional?R.
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Sí. En preparación de mi libro tomé declaraciones que son importantes para la causa y las he aportado.
P. ¿Tiene intención de regresar en algún momento a El Salvador? ¿Cree que las amenazas pueden persistir?R.
Las amenazas han persistido, pero también persiste mi deseo de querer volver y no dudo de que ese deseo mío durará más en el tiempo. No pienso perder a mi país. Sé que voy a volver. No sé cuándo, pero lo haré.