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Reino Unido

‘Brexit’: el miedo al contagio se extiende en Europa

El primer ministro británico David Cameron, la canciller alemana Angela Merkel y su homólogo finlandés, Juha Sipila. EFE

Las incertidumbres derivadas del Brexit han vuelto a generar, otra vez, importantes turbulencias en los mercados financieros. La libra cae, los mercados financieros se hunden. Y lo que es más preocupante: el efecto contagio avanza en Europa. Los bancos italianos son víctimas de la especulación y existe el riesgo de que la crisis de la eurozona se reaviva.

Tres días habrían bastado para acabar con las discrepancias principales. Con pocas horas de diferencia, el ministro británico de Finanzas George Osborne, partidario del Remain, y el exalcalde de Londres, que ha pasado a ser uno de los abanderados del Leave, Boris Johson, encontraban el punto de encuentro. Para uno y otro, es importante no tener prisa a la hora de iniciar las negociaciones con Europa para la salida de Reino Unido. Mientras tanto, los mercados financieros no deben asustarse.

En una tribuna publicada en The Telegraph, Boris Johnson aseguraba que las turbulencias originadas como consecuencia del resultado del referéndum británico del 24 de junio pronto se olvidarán. “Dentro y fuera del país, las consecuencias negativas se han sobrevalorado, mientras se ignoraban los beneficios”, señalaba, para prometer acto seguido una estabilización rápida de los mercados financieros y de la libra.

El lunes, poco antes de la apertura de los mercados, George Osborne hablaba en términos muy parecidos. Pese a que durante la campaña se aventuró a predecir que, en caso de victoria del Leave, la economía británica se hundiría, el ministro de Finanzas mantiene ahora que la situación británica está bajo control. Para él, no es en nada comparable a la crisis de 2008: la economía es sólida, las finanzas públicas están saneadas y los bancos gozan de mejor salud que en el momento de la crisis financiera. Y añade: “El Tesoro, el Banco de Inglaterra y la autoridad de los mercados financieros han necesitado meses para poner en marcha planes sólidos de urgencia”, para evitar los efectos negativos en la economía.

El efecto anestesiante de este mensaje, destinado prioritariamente a los inversores y a los mercados duraba... apenas diez minutos. La libra volvía a caer, tras estabilizarse momentáneamente; después de perder más de un 8% frente al dólar el viernes, se depreciaba de nuevo un 4% con respecto al dólar, hasta situarse en 1,31 dólares.

Las réplicas del seísmo provocado por el Brexit fueron aún más fuertes en el mercado bursátil. Tras abrir con caídas de un 14%, las acciones de Barclays y de Royal Bank of Scotland suspendieron momentáneamente su cotización por las numerosas operaciones en corto. También la compañía aérea Easyjet se desplomaba en Bolsa.

Los economistas ya están haciendo cálculos. A pesar de que la economía británica daba alguna muestra de recuperación, antes incluso del referéndum, ahora ven inevitable su ralentización. La mayoría cree que el crecimiento rondará el 1% y Goldman Sachs es todavía más pesimista, ya que anuncia un crecimiento del 0,2%, en lugar del 2% que pronosticaba antes del referéndum.

A la espera de conocer cuál será su futuro en lo que respecta a Europa, se van a suspender todas las decisiones, avisan los economistas. Prevén una disminución de las inversiones, de las contrataciones, una caída en el mercado del empleo. Pero las incertidumbres pueden disuadir también a los británicos a la hora de comprar, de consumir, de irse de vacaciones.

En la mayoría de estos estudios, se recoge una mención especial a la City. Todos los bancos presentes en Londres, que hasta la fecha era la principal plaza para las transacciones en euros, se preguntan si van a poder continuar con su actividad. Sobre todo porque responsables del Banco Central Europeo han comenzado a advertirles de que quizás no tengan las mismas autorizaciones en el futuro. Por prudencia, bancos norteamericanos como Citi o Morgan Stanley ya han anunciado su intención de trasladar algunos departamentos a otras filiales alemanas o francesas. Otros se preguntan si podrán quedarse y qué proporción de empleos podrán mantener. “100.000 empleos están en juego”, se inquieta The Financial Times.

Hasta la fecha, el Gobierno británico, que ha dimitido, no parece con prisas a la hora de disipar la niebla. Al contar con el apoyo explícito de Angela Merkel que quiere demorar el momento, se atiene a su calendario: no sucederá nada antes de la elección del nuevo primer ministro en otoño. Un posicionamiento que comparte Boris Johnson. En rueda de prensa, el ministro de Finanzas George Osborne todavía era más explícito: “Reino Unido no debería aplicar el artículo 50 [del Tratado de Lisboa que autoriza a dejar la UE] hasta que los términos de la salida estén claros”.

Italia, en peligro

Todo parece poco realista y que no va a poder eternizarse, según numerosos observadores, que consideran que las realidades financieras van a hacer entrar en razón de forma inmediata al Gobierno. “Cuanto más dure la incertidumbre, peores serán las consecuencias”, indica en una nota Morgan Stanley. “Hay muchas preguntas que necesitan una respuesta rápida. Cuanto más se eternice la situación, mayor presión va a haber sobre la libra”, explicaba el domingo un estratega de UniCrédit, en Bloomberg. “La reacción que vivimos el viernes en los mercados fue fruto de una acción especulativa. Lo que todavía no hemos visto es el flujo [de capitales], la reversión del flujo saliente del Reino Unido. Cuando este movimiento empiece, estoy convencido de que habrá una enorme presión sobre la libra”, añade.

Además, voces procedentes de París, de Roma, responsables europeos, del FMI, de los bancos centrales, de las federaciones patronales como la Confederación Británica de Industria (CBI) instan al Gobierno británico a acabar cuanto antes con las incertidumbres del Brexit. Instan a iniciar las negociaciones cuanto antes para organizar las futuras relaciones entre el Reino Unido y Europa. Esta presión puede ir a más los próximos días. Y es que todos temen que la tormenta inglesa se expanda y alcance la eurozona. En la práctica, el contagio ya ha comenzado a alcanzar el continente europeo. “Pensamos que las incertidumbres crecientes en Europa repercutirán en las primas de riesgo. Los estrategas europeos no rechazan la vuelta a niveles conocidos durante la crisis de la eurozona”, según una nota del HSBC.

Los mercados ya han indicado cuál es el eslabón débil: Italia. Antes de la crisis desencadenada por el Brexit, el sector bancario italiano era considerado el más frágil y el más infracapitalizado. Los bancos italianos, tocados por una recesión que no acaba, tienen más de 350.000 millones en préstamos dudosos o de impagos en sus balances.

A principios de año, el Gobierno transalpino trató de ayudarlos con la creación de un banco malo, al que habrían ido a parar todos los activos tóxicos. La Comisión Europea lo desautorizó al estimar que se trataba de una ayuda estatal, en principio prohibida. Tras esta decisión, el Gobierno italiano tuvo que contentarse con crear una estructura, financiada en parte por el sector privado. Sin embargo, hasta la fecha, apenas ha logrado reunir 5.000 millones de euros. Lejos, muy lejos de las necesidades de los bancos italianos.

Además, la crisis británica ha reavivado la especulación en los bancos italianos. El lunes, la cotización del Monte dei Paschi, al borde de la quiebra, volvía a caer un 13,34%; la de UniCredit, un 12,38%; la de Popolares, un 10,25%. De manera urgente, el Gobierno italiano ponía en marcha un plan de recapitalización de sus bancos. Prevé aportar 40.000 millones al sistema bancario. La Comisión deberá autorizar esta inyección, dado la urgencia de la situación.

Al mismo tiempo, la especulación ha vuelto a apoderarse de las Obligaciones del Estado en país como España, Portugal, Italia. Aunque no es comparable con la sobrevenida en lo peor de la crisis, sí es sintomática de que a pesar de los compromisos del BCE, los mercados están poniendo a prueba de nuevo la capacidad de resistencia de Europa. Mientras el Gobierno británico se mantiene inmóvil, los mercados financieros podrían, como desde el comienzo de la crisis de 2008, ser los árbitros de las disensiones europeas y forzar la toma de decisiones.

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Traducción: Mariola Moreno

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