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Haciendo la historia

Los camaradas del frío

Los españoles que fueron camaradas del invierno

Han pasado 75 años desde que alrededor de 50.000 españoles decidieron apoyar la causa nazi en la contienda germano-soviética. Entre 1941 y 1943, la División Azul (la Blaue Division, en alemán), partió desde España para unirse a los soldados de Hitler en el frente del Este. El pelotón brillaba por su heterogeneidad: falangistas, militantes del bando nacional, republicanos que querían deshacerse de sus antecedentes  —como el director de cine Luis García Berlanga (Bienvenido, Mister Marshall, La vaquilla)— ahora que se avecinaban tiempos difíciles, e incluso algunos que cayeron en la miseria tras la Guerra Civil y se agarraron al batallón como a un clavo ardiendo.

Xosé Manoel Núñez Seixas, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Santiago de Compostela y en la de Múnich, recoge en su libro Camarada Invierno (Crítica, 2016) las experiencias vitales, las motivaciones y desazones que llevaron a algunos de estos españoles a dar su vida por una causa que poco o nada tenía que ver con ellos

La administración franquista, que tenía aún muy presente la presencia de los 2.150 voluntarios de la URSS en la contienda del 36, demonizó a los soviéticos culpándolos de los males de los que se aquejaba España, tal y como hizo Serrano Suñer, que en este contexto pronunció las palabras: "¡Rusia es culpable" ¡Culpable de nuestra Guerra Civil!". Así, ojo por ojo, el franquismo justificó su presencia de en el frente. Pero Alemania no se conformaba con cualquiera que llegase con un fusil, y limitó la entrada de la división permitiendo participar solo a soldados profesionales. Más tarde, los de Hitler accedieron a acoger unidades de voluntarios siempre y cuando estos fueran instruidos por oficiales del Ejército español.

La División parte hacia el frente

La División Azul se formó con el objetivo de reforzar al grupo norte en los frentes de Leningrado (1942-1943) y de Novgorod (1941-1942). Fueron 18.500 hombres los que llegaron al campo de entrenamiento de Grafenwöhr, y tras una ceremonia de juramento de fidelidad al Führer y dos semanas de instrucción intensiva, se inauguró la 250º División de Infantería de la Wehrmacht. 

El 19 de agosto de 1941 partieron hacía Moscú, su primer destino. Necesitaron 53 días para llegar al frente al que habían sido destinados. Tras un largo viaje de 1.600 km, de los cuales 900 fueron a pie, los convoyes en los que viajaban tuvieron que dar media vuelta al encontrarse con una sorpresiva contraofensiva rusa en el frente de Leningrado. Los españoles, que no iban preparados para las condiciones climatológicas que le esperaban, saquearon aldeas y viviendas por las que pasaban en busca de harapos con los que calentarse, ganándose un cariñoso apelativo de Hitler: "banda de Andrajosos". En octubre de ese mismo año, , en la ciudad de Novgorod, la crueldad del frío y el experimento de las Katiushas (lanzacohetes múltiples) causaron numerosas bajas.

Seguidamente tuvo lugar la batalla de Krasny Bor, el combate más importante y sangriento librado por el grupo de voluntarios españoles en el frente del Este, que tuvo lugar en febrero de 1943, y donde 5.600 soldados de la División Azul se enfrentaron a 44.000 soldados y cientos de tanques del Ejército de la URSS. En tan solo un mes, más de tres mil castellanos perdieron la vida.

Equipados con armamento ligero hicieron frente a la gran sacudida de los 38 batallones del Ejército Rojo permaneciendo en sus posiciones sin tener un equipo necesario para frenarlo. Tras más de nueve horas luchando en solitario, el ejército del Tercer Reich fue a socorrer a los españoles, pero la ayuda llegó tarde. El Ejército soviético extendió su frente hasta seis kilómetros, y aunque la victoria en tierra era indiscutiblemente de la URSS, sus bajas duplicaron a las de los divisionarios ascendiendo a más de 7.000.

La vuelta a casa 

Cuando todo apuntaba a que la victoria sería de los Aliados, el embajador norteamericano Carlton Hayes en 1942 se reunió con Franco y le pidió a este la retirada de sus hombres y su neutralidad. No obstante, unos 2.000 españoles se opusieron a ser repatriados y permanecieron en el Frente Oriental como parte de la Legión Azul, una facción de la División azul que se constituyó el 19 de noviembre de 1943  por aquellos que no quisieron volver a España.

El regimiento tampoco duraría excesivo tiempo en la batalla. Viendo Franco que el Frente Oriental cada vez era más próximo a los Aliados, ordenó el 11 de marzo la retirada definitiva de la Legión Azul. 

A mediados de 1944, España declaró oficialmente su neutralidad en el conflicto y prohibió la participación de voluntarios en la contienda. Sin embargo, la Falange continuó luchando por su propia cuenta muy discretamente a través de formaciones como el Batallón Fantasma de los Pirineos que luchó contra la Resistencia Francesa, o la admisión de españoles en la División SS de Montaña Karstjäger que luchó en los Balcanes, contra Josep Tito, entre otras.

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Las polémicas pensiones

En 1962, España firmó con la República Federal Alemana un acuerdo para pagar pensiones a los españoles de la División Azul, tal y como hacían ellos con las viudas de los alemanes de la Legión Cóndor que participaron el Guerra Civil Española.

Así, el pasado año tuvo lugar una publicación en la que el Gobierno de Angela Merkel reconocía seguir pagando las pensiones a los divisionarios españoles que lucharon voluntariamente junto al Ejército del Tercer Reich. La misma administración berlinesa concretó que la cifra ascendía a 107.352 euros anuales. Son un total de 41 excombatientes, ocho viudas y un huérfano los beneficiados por la ayuda alemana. Los que sufrieron alguna lesión física durante el periodo reciben 5.390 euros mensuales, las esposas 3.336 euros y el único huérfano 220 euros al mes. A pesar de la polémica que suscitó la información, el Gobierno alemán matizó que no tenía intenciones de poner fin a la ayuda.

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