LIBREPENSADORES
Querido compatriota Rivera
Leo el llamamiento de Rivera a su compatriota Sánchez de abstenerse para construir juntos patria desde la oposición. Uno puede reírse y relativizar este tipo de declaraciones, a mi entender más propias de un niño repollo que de un político serio, pero es que este mensaje cala. Así que, a sabiendas del impacto nulo que va a tener mi opinión, salgo de mi agujero de ciudadana anónima para protestar con mucha rabia contra la apropiación exclusiva de las palabras y de las ideas que transmiten. Reivindicar la diversidad en la acepción de las palabras contra el absolutismo de la visión única que se atribuyen Rivera, gran parte de la derecha e incluso sectores de la izquierda, con un respaldo mediático mayoritario.
El compatriota Rivera lo ha vuelto a hacer. Anteriormente fue la palabra “constitucionalista” aplicada a los partidos. La palabra transmite la idea: cualquier intento de reforma de la Constitución para adecuarla a nuestro tiempo implica denostarla en su totalidad, y el partido que aboga por ello no es constitucionalista. Es decir: constitucionalista transmite inmovilismo, en una ideologización descarada de la palabra, pero también implica deslealtad si se pretende su reforma.
El compatriota Rivera se pone ahora con la palabra patria. Desde el franquismo, se recurre a ella para inducir una exaltación del sentimiento “nacional” y a la vez excluir a los españoles que piensan diferente. Visión de España excluyente que no propicia la pretendida unidad de España sino el desafecto de muchos sectores. Y que se utiliza con un objetivo de establecer políticas que uniformizan y oprimen a todos por igual, “patriotas” incluídos.
Érase una vez
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Al compatriota Rivera, si pudiera leerme, le diría que él también es compatriota de los gallegos, catalanes y vascos que tienen una visión de nación distinta a la suya. Es más, también es compatriota de una servidora que, aunque sea gata se siente antes ciudadana del mundo que madrileña o española, que piensa que las exaltaciones de lo propio son malas cuando uno considera que lo propio se ciñe solo a una cuestión de historia o de territorio. Que piensa que la identificación con una comunidad a cualquier escala no debe llevar a buscar su hegemonía. Y que siente que la solidaridad debe ir en función de las necesidades del otro. Es inconcebible para mí priorizar los afectos cuando se trata de seres humanos, sean españoles, murcianos o somalíes. ¿Cómo ser patriota en una patria insolidaria?
El compatriota Rivera, aunque manipula la palabra, sabe seguro que el sentimiento de nación/patria/comunidad es diverso, fruto de una vivencia experiencial, al que se le superpone la reflexión personal, en un entorno cultural concreto. Y se lleva in-corporado, como muy bien describen los antropólogos. El pensamiento de cada persona que conforma la patria hace que los matices sean miles. No hay universales en este concepto, y la base del equilibrio social humano debe ser la solidaridad y la tolerancia. Cuando eso falta, las patrias impuestas sufren y se deshacen.
Ahora bien, esta es mi visión, y no es la única ni es la mayoritaria. Es más, ni aún en el caso de que lo fuera trataría de imponerla si pudiera hacerlo, porque otros planteamientos son tan respetables o más que el mío. Siempre y cuando no me llamen antipatriota o me acusen de romper nada. Es el absolutismo del compatriota Rivera el que rompe España.