Muy fan de...

David Pérez, el célebre alcalde de Alcorcón

Hoy en día, para convertirse en famoso no hace falta descubrir la penicilina o el código genético, basta con ser la vecina del novio de la chica que se hizo conocida por acostarse con ese empresario de la noche que estuvo casado con la exmujer de aquel mega popular playboy que no daba palo al agua.

Pero si no tienes cuerpo para hacer de tu carne culebrón, hay una alternativa rápida y eficaz que no requiere el más mínimo esfuerzo, tú te levantas una mañana, te explayas con unas declaraciones ofensivas e indignantes y te conviertes en estrella en un pis pas. Felicidades, David Pérez, ha demostrado que usted tiene eso que para ser famoso se necesita, una poca de gracia y otra cosita. Muy fan.

Confieso que me daba cierta pereza hacerme fan de su persona cuando salió a la luz aquella ristra de calificativos que parecía el rosco de Pasapalabra:

Por la “efe” de feminista, mujeres que le provocan urticaria al alcalde de Alcorcón: frustradas, fracasadas.

Por la “a” de activista, malas mujeres que les dicen a las buenas lo que tienen que hacer: amargadas.

Por la “erre” de movimiento rancio y radical, feministas a las que la mala baba les corroe: rabiosas.

¿Y sabe por qué no tenía ánimo para enarbolar mi banderín de fan? Porque resulta agotador pasarse la vida poniendo los puntos sobre las íes de las innumerables e inagotables insensateces que tenemos que oír las mujeres al cabo del día; porque aburre y cansa ponerse a explicar lo evidente y defender lo obvio una y otra vez; porque, a estas alturas de la vida, no sabe, señor Pérez, hasta qué punto satura asumir que estamos condenadas a soportar ataques a cada rato, como si se tratara de otro ciclo hormonal con el que cargar por ser nacidas bajo el signo del cromosoma xx en el par 23.

Tampoco me apetecía escribir sobre un hit pasado, en plan guiÓn de “cachitos de alcaldes célebres”. Además, resultaba incompresible que una obra de arte como aquella no hubiera alcanzado el éxito en su día (2015) cuando fue expuesta en aquel Congreso Nacional de Educadores Católicos –por cierto, qué bonito educar a los pequeños en la descalificación, así ya salen listos para torear en el Sálvame Deluxe–. Pero, claro, teniendo en cuenta que el éxito de muchos grandes, Van Gogh, por ejemplo, fue póstumo, acabé por encajar, David, que haya triunfado usted como artista a discurso pasado y sin haberse cortado una oreja, sin cortarse un pelo, de hecho.

Atendiendo al código de buenas prácticas del periodismo, al escuchar su grito en las redes que denunciaba un montaje de “corta y pega”, acudí a la web del PP para leer concienzudamente la transcripción del vídeo completo, por si alguien había manipulado sus palabras originales con algún programa de edición de audio, no fuera a resultar que donde escuchábamos: “fracasadas, frustradas, amargadas y rabiosas”, usted hubiera  dicho en realidad: “perfumadas, lustrosas, arregladas y preciosas”.

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Pero no. El discurso completo –aquello del cuerpo de la mujer convertido en sala de ejecución de niños y niñas– era más heavy metal todavía que el fragmento viral de cuarenta y un segundos...

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, dijo que sus declaraciones fueron desafortunadas, aunque se quedó tranquila una vez usted “pidió perdón”, insultillos a la mar... Luego vi ese vídeo suyo pidiendo disculpas, a su manera, sin abandonar la teoría de que todo ha sido un montaje. Más tarde supe que había sido reprobado por todos los grupos de la oposición en el Ayuntamiento de Alcorcón, a los que respondió que no deja el bastón de mando, ni de coña, porque le han elegido los vecinos y ya sabemos que “es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”. Y ya no pude evitarlo, me hice fan hasta la médula.

Como guinda del pastel para haberme convertido en seguidora incondicional, esa frase suya en el programa Espejo Público de Antena 3 : “Soy feminista como el que más”. ¿Como el que más? ¿Como el que más adjetivos descalificativos es capaz de decir en cuarenta y un segundos? Maravilloso, Pérez.

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