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Los puntos negros del mercado laboral

Más de tres millones de trabajadores están atrapados en un bucle que alterna empleo precario y paro

La ministra de Empleo, Fátima Báñez.

La ministra de Empleo, Fátima Báñez, aseguró este verano en Galicia que el empleo en España “tiene cada día más calidad”, en un reconocimiento implícito de que no era mucha la categoría del que se está creando con la recuperación económica. Lo cierto es que las cifras no acompañan el optimismo de Báñez. Según los últimos datos de la Agencia Tributaria, referidos a 2015, un total de 3,23 millones de trabajadores se hallan atrapados en un bucle que les lleva del empleo al paro y del paro al empleo. Instalados en una inestabilidad laboral de la que no se sale. Son un 12% de los contribuyentes al IRPF –categoría que incluye a pensionistas y perceptores de prestaciones de desempleo– y un 18,6% de los asalariados. El año pasado sumaban casi 700.000 más de los que había en 2007 y un millón más que en 2004.

Antes de la crisis este segmento de la población trabajadora representaba sólo el 9,45% del registro de contribuyentes de la Agencia Tributaria y el 13,27% de los asalariados.

Aun inferiores a las cifras actuales, esos porcentajes tampoco son felices. Según un estudioestudio de los profesores de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla Yolanda F. Rebollo y José Ignacio García-Pérez sobre la relación entre prestaciones de desempleo y estabilidad laboral, entre 1995 y 2007 la duración media de un empleo en España era de sólo 21 meses. Pero la duración mediana –el valor situado en el centro de un conjunto de datos ordenados– era mucho menor y muy alarmante: seis meses. Es más, el 25% de los periodos de empleo no superaban ni los dos meses. Al tiempo, las fases de desempleo duraban una media de 6,5 meses, pero la mediana se quedaba en tres meses.

Para obtener estos resultados los dos investigadores utilizaron la Muestra Continua de Vidas Laborales, datos individuales pero anónimos extraídos de los registros de la Seguridad Social y a los que se añaden otros del Padrón Municipal y de la Agencia Tributaria. En total, analizaron los datos de casi 200.000 trabajadores. La media de periodos de empleo durante el tiempo estudiado era de 4,27 mese y la de periodos de paro, 2,23. Así, los trabajadores pasaron empleados sólo el 71% del tiempo potencial que les correspondería. La mediana también es más baja: el 62%. Y uno de cada cuatro trabajadores sólo estuvo ocupado el 27% del tiempo. “La gran distancia entre la media y la mediana revela que hay individuos que sufren un alto grado de movilidad laboral; es decir, con duraciones por debajo de la media tanto de ocupación como de desempleo”, explican los autores.

De hecho, Rebollo y García-Pérez se encontraron con que un 32% de los trabajadores analizados sufrían una elevada rotación laboral: sus probabilidades de terminar atrapados entre el empleo inestable y el paro duplicaban las del resto. Hay que recordar que esto ocurría en plena época de expansión económica.

Según sus datos, el 35% de los periodos de empleo terminan por culpa de un despido –después de un tiempo medio de duración del trabajo de sólo siete meses–; en el 10,4% de los casos, el abandono es voluntario. Sólo en un 11,5% de estos episodios con trabajo el asalariado había firmado un contrato fijo y en el 20,3% uno temporal. Si se atiende a los periodos de paro, del 91,4% de estas fases el trabajador sale con un contrato temporal y sólo en el 1,8% de las ocasiones consigue un empleo indefinido.

El estudio concluye que reducir la duración de las prestaciones de desempleo aumenta las tasas de rotación laboral: cuanto menos tiempo de prestación, más probabilidades de emplearse en peores trabajos apurado el trabajador por la necesidad. Por el contrario, cuanto mayor sea la duración de la ayuda, más tiempo tendrá el desempleado para buscar un empleo de mayor calidad y más estable. Incluso, mantienen los autores, tiene mayor probabilidad –un 29%– de encontrar un puesto fijo un trabajador que cobre la prestación que uno que no tenga derecho a ella –un 21%–.

Contratos de sólo 51,30 días de duración de media

También hay otras formas de medir la inestabilidad laboral. Por ejemplo, en 2015 se firmaron en España 18,58 millones de contratos. Como el número de asalariados es de 14,08 millones, según los registros de afiliación a la Seguridad Social, resulta que se firmaron 1,3 contratos por trabajador. En 2014 eran 1,2 contratos. Esta cifra imposible se explica por la altísima tasa de temporalidad de los empleos, que este año ha alcanzado el récord del 27%. En Europa sólo Polonia supera ese porcentaje.

Además, no sólo cada vez se firman más contratos temporales, sino que éstos también son cada día más breves. Con los últimos datos de noviembre, el 28,1% de los que se registraron este año duraron menos de una semana menos de una semana, por un 26,8% en diciembre de 2015. Y el 41,4% no superan el mes: casi siete millones de contratos, cuatro décimas más que el año pasado. El resultado es preocupante: en enero de 2007, antes de que estallara la crisis, un contrato en España tenía una duración media de 81,87 días; en diciembre de 2011 se había reducido a 62,87 días. En 2015 ya sólo tenían una vida de 53,39 días. Y el pasado noviembre no sobrevivían más de 51,30 días.

Hiperactividad de altas y bajas en los registros

Una parte de esa enorme bolsa de empleo temporal tiene que ver con las características del modelo productivo español, basado en un sector servicios dominado por la preponderancia del turismo, la hostelería y el comercio. De ahí que, por ejemplo, potenciado el efecto por la estacionalidad, en un solo día, el pasado 1 de agosto, se produjeran 362.682 bajas en los registros de afiliación de la Seguridad y, al tiempo, 306.325 altas. Si a las bajas del 1 de agosto se suman las del 31 de julio, al acabar ese mes perdieron su trabajo en España casi medio millón de personas –499.255–.

Pero la tendencia tampoco varía si se miran las cifras anuales de altas y bajas de afiliación. En 2015 la Seguridad Social registra más de tres millones de movimientos en el Régimen General, un 8% más que en 2007, pese a que entonces el número total de cotizantes era superior, 14,86 millones –2,1 millones más que el año pasado–.

La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) investiga en su Observatorio Laboral la volatilidad del empleo. Las tasas de creación y destrucción de puestos de trabajo son muy elevadas en España, próximas al 10%, según sus cálculos, lo que “confirma la altísima rotación laboral de los ocupados”, causada a su vez por “el uso abusivo de los contratos temporales de muy corta duración”. En su último informe, Fedea, principal impulsora del contrato único como solución contra el abuso del contrato temporal, asegura que “la salida de la crisis no está corrigiendo el problema sino que, si cabe, se está agudizando”.

Uno de sus investigadores, Florentino Felgueroso, cifra en un 22% la tasa de rotación laboral española, el cociente entre el número de altas y bajas en los registros del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), y la media de parados al final y al principio del periodo. Según destaca en su blog, esa rotación no ha hecho más que aumentar con la recuperación. Así, pese a que el alza del paro ha sido muy similar en enero de 2015 y en enero de 2007, las altas y bajas en el SEPE fueron un 36% superiores el año pasado.

Devaluación salarial

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Los datos de la Agencia Tributaria también revelan que la precariedad de este grupo de trabajadores inestables no se limita al tipo de contrato o a su duración, sino que se extiende además a sus remuneraciones. En 2009 percibieron una media –entre salarios y prestaciones de desempleo– de 12.700 euros. Fue su máxima retribución. En 2015 sólo cobraron 11.547 euros, un 9% menos. La parte que corresponde a los salarios se recortó en ese intervalo en un 5,8%, mientras que el importe de las prestaciones de paro encogió nada menos que un 23,8%. Entonces y ahora el número de parados que cobraban ayudas contributivas era similar: 1,2 millones en 2009 y 1,33 millones ahora.

Pero entre ambas fechas el Gobierno recortó la cuantía de las prestaciones rebajando del 60% de la base reguladora al 50% el importe que se cobra a partir del sexto mes de paro. Además, a contratos cada vez más breves le corresponden también prestaciones de menor duración, y si los sueldos de esos contratos son cada vez más bajos, también lo es la cuantía de la ayuda contributiva posterior.

Puede comprobarse el deterioro salarial de estos más de tres millones de trabajadores inestables en los salarios percibidos tal y como los registra la Agencia Tributaria. No han dejado de bajar desde 2008, cuando percibieron una media de 9.572 euros anuales. En 2014 llegó a su mínimo, 8.636 euros –por debajo del Salario Mínimo Interprofesional, 9.034,20 euros ese año– y el año pasado subió ligeramente, hasta 8.842 euros; es decir, su remuneración salarial media ha caído un 7,6% en siete años.

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