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'Ejército Nuevo Modelo': Un poder democrático

Portada de Ejército Nuevo Modelo, de Adam Roberts.

Ejército Nuevo ModeloAdam RobertsGigameshBarcelona2016Ejército Nuevo Modelo

 

En alguna ocasión, la escritora británica Doris Lessing dejó dicho que las categorías literarias que escindían las obras en géneros y sub-géneros, y los aislaban, eran artificiales e impedían muchas veces su difusión o apreciación artística, además de su aceptación académica o intelectual. Se refería en particular al dominio de la ciencia ficción, en la que había encontrado un terreno de especulación filosófica mucho más rico y variado, en ocasiones, que el de la propias obras así llamadas filosóficas o de tesis, dadas las premisas metafísicas de su elaboración y la libertad imaginativa de su ejecución (se recordará en este contexto aquel dictado borgiano que estimaba toda metafísica como una rama de la literatura fantástica). Doris Lessing se mostró siempre suspicaz para con toda clasificación de la creatividad en diferentes –ismos. Ella misma había sido clasificada, muy pronto, en la categoría de literatura feminista, hecho que la incomodaba. Para probar la artificialidad de dichas categorías y zafarse de la etiqueta feminista, escribió ella misma cinco novelas de lo que podría llamarse ciencia ficción, lo que confundió a sus seguidores y alarmó a los críticos, muchos de los cuales no pudieron seguirle en dicha fase de su creación.

La novela que nos ocupa, del escritor también británico Adam Roberts, hace buenos estos gestos de desclasificación al incursionar en la literatura de carácter distópico y en la ciencia ficción para ofrecernos una reflexión intensa sobre la democracia llevada a sus últimas consecuencias, el nacionalismo, la guerra y las propiedades emergentes de la tecnología. La novela está escrita como si fuera un reporte que un soldado escribe a un coronel del ejército norteamericano tras su captura, algo de lo que nos vamos enterando en el transcurso de la narración. El soldado pertenece a un nuevo tipo de ejército, llamado Ejército Nuevo Modelo, una referencia irónica al tipo de ejército que el parlamento británico decidió formar en 1645 para mejor enfrentarse a las tropas del rey, en el cual la procedencia no importaba, solo la capacidad del combatiente, por lo que un carnicero podía ser oficial si su habilidad lo sostenía para ello, el tipo de ejército que le dio la victoria a Cromwell. En la era tecnológica que describe la novela, el Ejército Nuevo Modelo combina características de este tipo de ejército con el de la guerra de guerrillas, al menos cierto tipo de guerrillas, que se diluyen en la población cuando no se requiere de acciones armadas. Todos los soldados tienen el mismo rango, a diferencia de los ejércitos feudales, como les llama Adam Roberts, que están sujetos a jerarquías que, a la larga, los vuelven inoperantes.

En los Ejércitos Nuevo Modelo todos tienen derecho a opinar sobre cada acción y derecho a voto, el cual se hace viable por estar todos interconectados a través de sus wikis, terminales que permiten analizar las situaciones de combate y comunicarlas de inmediato, convocar combatientes al instante y votar cuando las circunstancias lo requieren sobre las acciones a tomar. Dada su flexibilidad, estas unidades de combate pueden congregarse al toque de un botón y dispersarse entre la población en cuanto no se necesitan. No están guiadas por fervor patriótico alguno, sin embargo, pues son más bien mercenarias, al servicio de quien les paga mejor. La misma flexibilidad les confiere ventaja sobre los ejércitos feudales, a los que derrotan siempre, con el objetivo de llevarlos a la negociación.

El protagonista de la novela, de apellido Block, ha formado parte antes del ejército regular, pero lo ha dejado en razón de su estructura jerárquica. Los combatientes de los Ejércitos Nuevo Modelo (hay varios operando en distintos escenarios de guerra y conflictos políticos) han escogido dicha organización por la democracia que las rige, en la cual todos tienen voz y voto directo y porque no quieren vivir como esclavos. Block forma parte de un ejército que lucha del lado de Escocia, quien les contrata, pues ha declarado su independencia, la cual el gobierno central de Gran Bretaña, como era de esperarse, no acepta y está dispuesto a reprimir con violencia. Pero los eventos no le resultan como esperaban a los británicos y sufren derrota tras derrota enfrentando al ejército nuevo, quien con mucho menos personal les avergüenza una y otra vez. Roberts demuestra habilidad narrativa en la descripción de las batallas, y hasta profundidad poética al insertar las reflexiones del protagonista en la narración. Hay elementos de belleza alucinatoria, como un niño al que una bomba ha ocasionado que una llave se inserte en su cráneo y que el narrador vuelve a ver en varias ocasiones cerca suyo, como un espíritu que le acompaña en la batalla y que siente que quiere decirle algo secreto con relación a la guerra misma. Los seres humanos, comprende, gozan de la guerra, se divierten con ella, y por ello la continúan practicando, más allá de lo que la razón pueda dictarles. Muchas escenas de batalla son de una crudeza realista que no dejará de afectar al lector.

Block, además, es homosexual y se enamora, sin mayores esperanzas, de su compañero de combate, Simic, quien es heterosexual. Durante una de las acciones de guerra les descubre un avión del ejército feudal y lanza una bomba, que mata a Simic. Algunos de los pasajes más conmovedores de la novela son justamente los que se refieren a la manera en que Block vive esta experiencia y cómo la supera, si es que esto es posible después de ver el cuerpo de la persona amada desmembrado por una bomba e incinerado parcialmente, mientras que uno sobrevive por pura suerte. En cierto momento, Block debe dispersarse y ocultarse hasta que se le requiera para una nueva acción y decide hacerlo en la casa de un antiguo novio, quien ya vive con una nueva pareja. El gobierno, por supuesto, considera estos ejércitos de nuevo cuño como grupos terroristas sin soporte moral. A la expareja de Block algo ha de haberle afectado esta descripción desfavorable, porque le aterra la presencia del mismo en su casa, e incluso inicia una felación gratuita hacia Block con el supuesto móvil de calmar sus posibles instintos violentos, lo cual hace que Block deje la casa y se oculte en otra parte.

En una de las batallas Block es alcanzado por lo que parece ser una bomba –no es claro, pues ha perdido la memoria de los últimos acontecimientos de su vida— y es capturado por los americanos. Estados Unidos se ha involucrado en la guerra de secesión no por solidaridad internacionalista, sino porque en su propio territorio ha surgido uno de estos ejércitos nuevos, demandando independencia para uno de sus Estados, lo que les hace comprender que la derrota de estos ejércitos democráticos y flexibles es una prioridad. Por ello Block es llevado al coronel que es el destinatario del reporte que constituye la novela. El coronel pretende convertirlo en agente de su propio ejército, infiltrándolo en el ejército nuevo que está derrotando al ejército británico, provisto de medios digitales que infectarían el sistema de comunicación de los rebeldes. Pero el genio informático que está encargado de insertar un programa en su cerebro tiene otros planes, o sus planes se le escapan de las manos, lo que deriva en algo más terrorífico e inesperado. Lo que resulta es una especie de Leviatán informático que adquiere conciencia y voluntad propia, las cuales ocupan las páginas finales de la novela, una vez finalizado el reporte. El Ejército Nuevo Modelo adquiere entidad vital emergente de la suma de sus componentes individuales y enrumba en direcciones que el lector debe imaginar.

El ritmo de la novela es ágil y lleno de acciones bélicas que sorprenderán a quien haya leído otras novelas de guerra por su originalidad. No está exenta, sin embargo, de pasajes meditativos e incluso líricos que desvelan la conciencia del protagonista y conforman una reflexión sobre el sentido de la existencia, el amor, la democracia y la naturaleza de las organizaciones humanas cuando se exploran sus límites y sus posibilidades. A título personal, algunos pasajes me hicieron recordar la difícil tarea que tuvo el ejército peruano cuando se enfrentó a Sendero Luminoso en los años ochenta, una guerrilla que podía desaparecer entre la población en cuanto quisiera, dada su flexibilidad y organización descentralizada. Una película que recomiendo hace esto evidente, La boca del lobo, del director peruano Lombardi, en la que un grupo de soldados más bien citadinos se enfrentan a la amenaza de un combatiente invisible, que aparece y desaparece sin dejar rastros, como no fueran muertos y pintadas en las paredes. Adam Roberts, claro está, es más ambicioso en su análisis de la guerra y la sociedad, y postula la posibilidad de propiedades epifenomenales que acaben sobreponiéndose a las voluntades individuales que la constituyen. Un Leviatán que absorba nuestras vidas, interconectado por medios digitales y con propiedades proteicas. En pocas palabras, un ejército invencible que no sabe adónde se dirige pero que sabe cómo ganar, si fuera necesario. Como en su última novela, The thing itself, inspirada en el concepto kantiano del noúmeno, Adam Roberts, en la vena de Doris Lessing, sabe hacer de una narración de ciencia ficción una meditación sobre la condición humana y la naturaleza de las sociedades modernas que estamos construyendo, a menudo sin saber por qué ni hacia dónde, sometidas a una violencia invisible contra la cual podemos poco, como no fuera consentir o crearnos más ilusiones que nos sostengan. Solo por ello, merece ser leída.

*Frans van den Broek es escritor. Frans van den Broek

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