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Primera batalla: los militantes

La presentación de la candidatura de Susana Díaz estaba más que anunciada. La noticia, en realidad, tenía más que ver con el efecto que el acto celebrado en Madrid causaba que con el anuncio en sí. Hacía muchos años que el PSOE no organizaba una puesta en común tan importante. La idea era la de reunir un apoyo tal que dejara la posible competencia con Pedro Sánchez y Patxi López resuelta desde antes de que la campaña se inicie oficialmente. Susana Díaz y quienes impulsan su candidatura son conscientes de que el Partido Socialista se juega en estas primarias la propia subsistencia de una organización política con más de 140 años de existencia. El acto merece por ello un particular análisis, tanto por su significado como por lo que se puede extraer de cara a lo que se avecina en las próximas semanas:

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  1. Somos el PSOE. Susana Díaz tiene evidentes fortalezas y no menos evidentes debilidades. Ella lo sabe a la perfección. El acto de aceptación de su candidatura al liderazgo se apoyó por ello en la idea del “nos”, por encima del “yo”. Con esta fórmula, se intentaba sumar tanto a los seguidores naturales de la presidenta andaluza como a aquellos otros que, no estando convencidos aún de su liderazgo, sí que apoyarán una opción que aúne a la mayoría del socialismo español: “Somos el PSOE, el de ayer, el de hoy y el del futuro”. Díaz se esmeró en citar la larga lista de apoyos con los que cuenta en un curioso ejercicio de impresionar a quienes la escucharan y con el delicado riesgo de dejarse a asistentes por citar. Algunas caras así lo revelaban.
  2. Díaz+Madina. La principal novedad del acto fue sin duda la presentación oficiosa de Eduardo Madina como pareja del ticket electoralticket del nuevo PSOE. Eduardo representa la otra cara de Susana. Son prácticamente figuras opuestas en sus virtudes y puntos flacos. Ambos se complementan a la perfección, siempre que sean las dos caras de una misma moneda. Curiosamente, apenas se hizo referencia explícita a esta decisión, aunque la puesta en escena lo evidenciaba de forma clamorosa. Madina lo expuso bien claro: “Muchos nos habíais pedido que estuviéramos juntos. Pues bien, ya estamos juntos Susana y yo”.
  3. Única opción de ganar. Frente a sus rivales, la candidatura de Susana Díaz cuenta con una ventaja. Es la única de los tres que ha mostrado potencia ganadora en las urnas. Lo sabe bien y, por lo ya visto, este va a ser el argumento emocional central de su campaña. Su idea es la de transmitir que el que desee una futura victoria socialista sólo tiene una opción posible.
  4. Sólo para militantes. Da la impresión de que el diseño de la campaña de Susana Díaz parece haberse hecho sobre la base de jugar diferentes y sucesivas batallas, que deberían culminar en las próximas elecciones generales. Ahora mismo, por lo escuchado el domingo, el único objetivo que se persigue es el de ganar abrumadoramente las primarias, como muestra de fuerza. Por eso, la intervención se dirigió de forma casi exclusiva a los militantes del partido. Apenas hubo referencia a los votantes, y cuando se hablaba de ellos, la alusión era indirecta: “Los que nos votaron…”, “los que nos votarán…”. Susana anunció lo que va a hacer a partir de hoy, recorrer España, agrupación por agrupación. Está claro que no quieren dejar ni un solo voto por pelear.
  5. Unas primarias limpias. La candidata parece tener claro que una campaña sucia ni le beneficia a ella, ni ayuda a la marca PSOE. Insistió, en una de las intervenciones más aplaudidas, en que ningún socialista debe hablar mal de otro compañero en la campaña. En realidad, se trata de una medida preventiva. Todos saben que la única opción real de Pedro Sánchez es la de convencer a la militancia de que estas primarias suponen una lucha contra la “aristocracia socialista” que ha dominado el partido en las últimas décadas. Eso le obligará a buscar el enfrentamiento cuerpo a cuerpo y a promover una especie de revuelta popular frente al poder establecido. Esa batalla no va a ser de guante blanco.
  6. Un origen humilde. No cabe duda de que una de las acusaciones que más parecen hacer mella en la presidenta andaluza es la imagen de “cortijera” que sus detractores usan cotidianamente. Su figura como actual presidenta de la Junta de Andalucía y los años pasados ocupando significativos puestos en la Administración pueden ayudar a potenciar su imagen de “sultana” que, despectivamente, repiten sus críticos más acérrimos, especialmente a la izquierda del PSOE. Por ello, parece poner especial énfasis en reivindicar su origen familiar con contundencia. No es habitual en un líder político descender a proclamar que viene de un origen “muy humilde y muy socialista” y a reivindicar su pertenencia a la “casta de los fontaneros”. Cuando se la escucha, parece un asunto casi personal.
  7. Los 3 ejes ideológicos. El manejo de los tiempos planificado en la campaña de Susana Díaz marcaba que el domingo era el momento de movilizar, aunar y armar a la militancia socialista. Quizá por ello el discurso ideológico se limitó a recoger una retahíla de las clásicas prioridades de la socialdemocracia europea, sin aportar novedades significativas. Lo más relevante vino de la definición de los tres ejes en los que afirmó que se cimentaría el futuro programa del partido, de cara a futuras elecciones. Los tres ejes coinciden, significativamente, con los tres rivales principales a los que debe enfrentarse si aspira a recuperar el Gobierno: La pobreza, contra las medidas de recortes del PP; los populismos internacionales, con Podemos como referente en España; y el nacionalismo, con el conflicto catalán en plena eclosión.
  8. La gran ovación, contra Podemos. Seguramente la ovación más cerrada de la mañana se produjo al final del discurso cuando, sin citar a nadie en concreto, Susana Díaz reivindicó la autonomía del proyecto socialista. Rechazaba a quienes pretenden forzar mediante pactos impuestos otras posiciones ideológicas. Todo el mundo entendía que las referencias a Podemos y a la confluencia de izquierdas proclamada por Pedro Sánchez eran más que evidentes. La militancia socialista más clásica, que ayer llenaba el acto, parece tenerlo claro.
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