Librepensadores
¿Gestora o gestapillo?
Creo que el PSOE herido en su orgullo político, sigue sin enterarse (o sin querer enterarse) de lo que le pasa y por qué. Tras el despeño electoral que lo situó en su cota histórica de mínimos fruto de la equivocada deriva ideológica, sigue empecinado en su actitud de ninguneo a Podemos y reclamándose soberbio, portador exclusivo de las “esencias socialdemócratas” abandonadas por el partido hace tiempo, y que trata ahora de recuperar disputándole a Podemos el espacio ideológico cedido por aquel y hoy ocupado por este.
A la gestora, dicen que integradora y creada para recomponer las disidencias y coser los desgarros dentro del PSOE, finalmente y es lo lamentable, se le vio el plumero en el último momento comportándose más bien como un una especie de gestapillo dentro del partido.
Término el de “gestapillo”, utilizado en una versión light y despojada de la crudeza intrínseca del mismo. Cualquiera que trate de buscar interpretaciones rigurosas y literales al símil anterior... pincha en hueso.
En las horas previas a la presentación en Madrid el domingo 26 de marzo de la candidatura de Susana Díaz a la Secretaría General del PSOE. arropada por las viejas glorias del socialismo, el presidente de la gestora Javier Fernández, un referente moral en el PSOE y que hubiera debido en mi opinión mantener hasta el final una exquisita neutralidad en el proceso, dejó caer no sé si de forma intencionada la idea -una auténtica carga de profundidad contra Pedro Sánchez al que no se atrevió a mencionar- de que en el partido "no quieren una organización burocratizada y entregada a guardias pretorianas, pero tampoco un partido sin rumbo, sin ideas y sin proyecto, una mera plataforma electoral al servicio de un líder que reclame autonomía y exija confianza".
Paradójicamente Javier Fernández, fue ese día –deber cumplido– el único presidente autonómico partidario de Susana Díaz que no acudió al aquelarre político-mediático organizado en torno a la “trianera” del PSOE por la rama “ortodoxo-conformista” del partido y los “otros poderes” que mecen su cuna.
La labor de acoso a Pedro Sánchez por parte de la gestora, se vio reforzada por el portavoz de la misma Mario Fernández -fontanero del susanismo- que considera a aquel responsable único del hundimiento electoral del partido, y por un Eduardo Madina –en una actitud impensable para mí hace tiempo– justificando los pactos con el PP en materias conflictivas que hasta no hace mucho eludían o justificaban, o ante las que mantenían una actitud de contenida beligerancia cuando no de silencioso conformismo.
El PSOE sigue desubicado desde la aparición de Podemos en el escenario político, que empoderó, siguen sin comprenderlo, el malestar espontáneo manifestado por los ciudadanos en la calle.
Noqueado ideológicamente, un sonado y desgastado PSOE, busca dolido en su orgullo el espacio político perdido, sabedor de que su hegemonía en el espectro electoral de izquierda es ahora compartido con Podemos, con el que no solo no tiende puentes, sino al que soberbio, engreído y renunciando a la salvadora e imprescindible autocrítica, ignora, mientras nos vende como logros exclusivos suyos, los réditos de sus pactos y juegos con el PP ejecutados con un manejo táctico y perverso del tempo político.
Una calculada y subterránea simbiosis de intereses ocultos estrátegicos, con el único fin compartido por ambos partidos, de apuntalar un subrepticio entendimiento en su afán por recuperar –lo veo difícil- el viejo duopolio de su confortable y alternante bipartidismo hoy en crisis, difuminado y de mínimos.
Un reparto de papeles en el que el PP ningunea a Ciutadans y el PSOE... a Podemos.
El pasado domingo 26 en el akelarre susanista de IfemaMundi, Susana Díaz, la candidata trianera y milagrosa del partido protegida según el presidente de Aragón Javier Lamban -después nos carcajeamos de las ocurrencias de Fátima Báñez- bajo el manto de los dioses del socialismo, sentados todos en primera fila, se autoproclamó heredera natural del PSOE histórico y defendió con ardor ante su fervorosa parroquia un lema que constituye ya el grito de guerra del “susanismo”: ¡Queremos un PSOE ganador!
Lo que no sé, es si alguna vez Susana Díaz, los susanistas, la gestora-gestapillo, los viejos dioses del partido y sus barones terrenales se han preguntado las causas por las que el PSOE sigue sufriendo el abandono de muchos militantes, simpatizantes y ciudadanos, y condenado electoralmente a ser un PSOE... les guste o no... perdedor.
Lo que el PSOE no quiere entender, es que los límites difusos e imprecisos entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad, -el gran problema del PSOE y de la socialdemocracia europea- no los marcan ni el Comité Federal ni la Gestora del partido, sino los ciudadanos ejerciendo su derecho libre al voto... en las urnas. __________________________
Amador Ramos Martos es socio de infoLibre