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Ignacio Martínez de Pisón: "Las familias conflictivas dan mucho juego literario"

El escritor Ignacio Martínez de Pisón.

Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) admite, sin ninguna duda, que las familias representan el hilo conductor de la mayoría de sus novelas, comenzando por aquellas Carreteras secundarias que lo consagraron a mediados de los noventa y acabando por La mala reputación por la que obtuvo el premio Nacional de Narrativa en 2015. Por ello, Derecho natural (Seix Barral), su última novela, tiene claras reminiscencias de relatos anteriores de este escritor que ha compaginado la narrativa con los guiones cinematográficos y que ha ido tejiendo una obra bien valorada por la crítica y respaldada por cada vez más numerosos lectores.

“Desde luego, la familia es mi tema”, admite Martínez de Pisón, para añadir a renglón seguido que “las familias conflictivas  dan mucho juego literario”. Más allá de los vínculos entre padres e hijos, en Derecho natural estamos también en presencia de una novela de formación (una Bildungsroman, que dicen los especialistas), pero a varias bandas: entre la pareja de padre y madre y entre cuatro hermanos en un foco de inquietud común donde todos van aprendiendo de todos.

 

“Si nos fijamos”, explica el autor, “el padre y el hijo invierten sus papeles en esta novela de tal manera que el adulto es un vividor gamberro y pícaro mientras que el joven no tiene más remedio que decantarse hacia la sensatez y una temprana responsabilidad en el sostén familiar. No obstante, he procurado en esta ocasión dar más protagonismo a los otros miembros de una familia peculiar y muy desestructurada, entre las décadas de los setenta y de los ochenta, donde se suceden los abandonos y las tristezas, pero también las reconciliaciones y los momentos alegres. De hecho, mi mayor aspiración como escritor apunta a transmitir con una novela lo mismo que inspira la vida, es decir, lágrimas, risas, amores, odios, alegrías…”

De Barcelona a Madrid

Ambientada en Barcelona y en Madrid en los últimos años del franquismo y durante la Transición (1974-1982), Derecho natural gira en torno a un imitador cutre de Demis Roussos, un cantante de origen griego muy popular en la España de aquella época, y que encarna el padre del protagonista. Este personaje de un perdedor, tierno y egoísta a un tiempo, está acompañado por una madre que va rompiendo con el papel sumiso asignado a las mujeres durante la dictadura y por cuatro hermanos que han de adaptarse a una familia que vive a salto de mata en medio de continuos traslados de domicilio y de diarios sobresaltos. A fuego cruzado se encuentra Ángel, narrador en primera persona de la historia y que transita a lo largo de la novela desde su infancia hasta su primera juventud, ya como estudiante universitario.

Ficción en buena medida autobiográfica de un Martínez de Pisón que había cumplido 15 años cuando murió el dictador, Derecho natural combina la novela de formación de personajes con una loca historia de amor y con muchos toques de estilo picaresco en un relato salpicado de acontecimientos históricos (la agonía del franquismo, las primeras elecciones democráticas, la Constitución de 1978, el golpe de Estado del 23-F…) y personajes reales como el catedrático y dirigente socialista Gregorio Peces-Barba o el actor Paco Rabal, entre otros. “He intentado dar un aire de humor disparatado y absurdo a la novela porque me encanta esa tradición del cine que dirigió Luis García Berlanga y escribió Rafael Azcona. No resulta gratuito, pues, que el relato se centre en ese mundo tan zarrapastroso y hortera que simbolizaba Demis Roussos (1946-2015), con su larga melena, su prominente barriga y sus túnicas de colores chillones”.

Ahora bien, el último libro de Martínez de Pisón sitúa la acción en los años de la Transición democrática, un periodo convulso y todavía poco abordado en la literatura que, con frecuencia, se despacha con cuatro tópicos o con análisis de trazo grueso y maniqueo. El escritor opina así sobre aquella época que vivió de joven: “La mayoría de la población española de hoy o bien no había nacido o bien no tenía edad para recordar. En cualquier caso conviene destacar, porque se olvida en muchas ocasiones, que fueron tiempos muy jodidos sobre los que planeaba la amenaza del golpismo militar, el recuerdo siniestro de la Guerra Civil y la losa de una dictadura de la que resultaba muy difícil salir. Por completar el panorama, el país sufría una terrible crisis económica. A pesar de aquella situación tan adversa, la sociedad española fue capaz de consolidar una democracia homologable con las del resto de Europa. Es cierto también que después han reventado las costuras de aquellos pactos de la Transición y que la Constitución y las leyes no se han adaptado a los cambios en estas últimas décadas. Esa puesta al día resulta hoy absolutamente necesaria”. A modo de ejemplo menor pero elocuente, Martínez de Pisón menciona el reconocimiento de la objeción de conciencia en la Constitución cuando ya hace años que el servicio militar dejó de ser obligatorio en España.

El contenido

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Ritmo histórico de vértigo

Entre historia y literatura, el escritor aragonés, afincado desde hace años en Barcelona, resalta que la Guerra Civil y la Transición constituyen los momentos culminantes del siglo XX para un novelista. Fueron por ello los años treinta y los ochenta unos periodos en los que la Historia, con mayúscula, discurrió a un ritmo de vértigo. “Pasaron muchas cosas, buenas y malas, en muy cortos espacios de tiempo”, apostilla el autor que defiende la Transición con una lúcida opinión de un amigo editor.

“Se convierte en una paradoja”, parafrasea Martínez de Pisón a su amigo, “que nos sintamos orgullosos de la generación de nuestros abuelos que se liaron a tiros en una guerra mientras criticamos a la generación de nuestros padres que fueron capaces de dialogar para construir un sistema democrático”. Se muestra de acuerdo el novelista con el hecho de que la Transición democrática haya sido puesta en tela de juicio. Paralelamente, esa etapa suscita cada vez más interés literario y político. “De todos modos”, agrega, “subyace un cierto sentimiento narcisista en los que desacreditan la Transición porque daría la impresión de que nuestros padres cometieron muchos errores y en la actualidad todo fueran aciertos en los sectores más jóvenes”.

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