Los diablos azules

Del marjal al escenario

Una escena de 'En la orilla', adaptación escénica de la novela de Rafael Chirbes.

Ángel Solo

La compañía K Producciones se propuso en 2014 una quijotada: hacer una versión teatral de una versión teatral de En la orilla, la novela de Rafael Chirbes que muestra los cadáveres morales y materiales dejados por la crisis. Lo consiguieron tras nueve versiones, y Rafael ChirbesEn la orilla puede verse en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional hasta el 21 de mayo. ¿Cómo llevar sus más de 400 páginas de prosa torrencial al lenguaje escénico? Ángel Solo, que firma la adaptación junto al también director Adolfo Fernández, lo explica. puede verse en el Teatro Valle-InclánÁngel Solo Adolfo Fernández,

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La propuesta parte de Adolfo Fernández, que me invita a participar en el proyecto. Él ya sabía que quería dirigirla y sabía por dónde quería que fuera el recorrido de la pieza. Sabía, por ejemplo, que el marjal tenía que ser un personaje más, o que algunos personajes tenían que estar y que otros que se iban a perder... Básicamente, primero escribimos. No sé si son ocho, diez o quince versiones o semiversiones. Tuvimos mucho material, mucho, a lo mejor para hacer seis horas de representación. Pero claro, teníamos que adecuarlo a la duración normal de una representación, a unos 100 minutos. Iba a ser imposible en cualquier caso aproximarnos a lo vasto de la novela de Chirbes. Nos bastaba con dar una idea, un flash, un retazo de lo que es la novela.

Teníamos clara la idea de que tenía que haber esos dos mundos que ya están en En la orilla: el mundo del presente y el mundo del pasado. Adolfo me propuso la idea de que el presente fuera la línea central, y que ese presente transcurriera en un solo día, desde que se preparan de madrugada para irse a cazar hasta que acaban de nuevo de madrugada. Esos momentos del pasado suceden intercalándose en el mundo real, como flashbacks. La novela está construida a partir del monólogo interior de varios personajes, pero nosotros no podíamos cambiar el punto de vista tan fácilmente, así que optamos por que esos recuerdos partieran fundamentalmente de Esteban [el protagonista, un carpintero cuyo taller creció con la burbuja inmobiliaria y se desinfló con la crisis].

No teníamos un límite de personajes por cuestiones de producción, pero tampoco queríamos ser demasiado ambiciosos, que bastante ambición era abordar el proyecto. Sabíamos que no íbamos a tener un elenco de 16 actores. Teníamos claro también que sin Esteban no hay novela ni obra de teatro, que Francisco tiene que estar, que Leonor tiene que aparecer, que tiene que aparecer también el padre de Esteban... Al sucederse las versiones, otros personajes fueron desapareciendo. Al principio, por ejemplo, estaban los cuatro amigos: Esteban, Francisco, Justino y Bernal, con esas comidas y esas sobremesas. Llegamos incluso a perfilarlos, tomando copas y jugando a las cartas, que es algo muy nuestro. Se quedaron en tres finalmente por una cuestión de concreción: si eran cuatro, dramatúrgicamente se generaba demasiado ruido sobre escena. Al final, Justino y Bernal acabaron siendo uno. Tiene frases de ambos, pero ​​​el personaje de Justino ha ido ganando peso porque es tan brutal, es una bofetada tan bárbara en la cara su manera de actuar, su falta de escrúpulos y su conciencia súper tranquila...

 

Adolfo Fernández y César Sarachu en En la orilla, una adaptación de Rafael Chirbes.

Otro caso es el personaje de Leonor. Escribimos varias escenas en las que ella estaba presente: no solamente se hablaba de ella, sino que estaba físicamente allí. Pero llegamos luego a la conclusión de que Leonor, en la novela era un fantasma, un recuerdo tanto de Esteban como de Francisco, algo que ya solo existía en sus cabezas. Por eso figuramos el personaje de Leonor como esa aparición, y jugamos con ella: mantiene diálogos con Esteban, o Esteban con ella, que pueden interpretarse como que ella está allí o como que realmente no. 

Lo más difícil fue que en la novela no hay prácticamente diálogo. Los personajes apenas conversan entre sí, o lo hacen según los recuerdos de alguno de ellos. Aquí fuimos más osados (o quizás menos) e intentamos, en la medida de lo posible, sacar los diálogos de lo que había escrito Chirbes. Claro, que inevitablemente hay parte que tienes que hilar y completar para unir esos conceptos; eso sí que tuvimos que escribirlo nosotros. La ventaja es que en el teatro no está solo lo que lees, en este caso lo que escuchas, sino también lo que ves. Jugamos con eso. 

Todo tenía que estar impregnado de esa zona pantanosa, fangosa, oscura que tiene el marco del marjal en la novela de Chirbes. Lo hemos hecho sobre todo a través de la escenografía, la música, los audiovisuales... En contrapartida, todos los personajes hablan muy bien. Eso era también una dificultad: utilizan un lenguaje rico y barroco, y la manera de expresarse no se corresponde necesariamente con el perfil de los personajes. En teatro, eso chirría más, y hemos tenido en algún caso que rebajar ese mundo literario que tenía Chirbes. Y luego también ha tocado defenderlo actoralmente para que un carpintero tenga una frase más elevada de lo que le correspondería y que parezca orgánico.

Chirbes no participó en el proceso de ninguna manera, aunque Adolfo y él sí se encontraron en unos talleres literarios y él sabía que había algo en marcha. Hemos visto la serie [adaptación de Crematorio para Canal Plus estrenada en 2011], pero no tuvimos contacto con sus guionistas. Aunque En la orilla sea la continuación de Crematorio, nosotros tenemos personajes más terrenales que los que manejaba la serie de televisión. Son pueblo llano, y ahí está la profundidad de esa visión: Chirbes se pregunta cuántos están manchados en el estallido de esa burbuja, y que no es cosa solo de cuatro personas con mucho poder, sino que también afecta a un carpintero de un pequeño taller, y a muchos de sus empleados, que se han dejado llevar por la burbuja.

Ha pasado el tiempo desde que Chirbes escribió esto, se han estabilizado o estancado algunas cosas, pero todavía estamos dentro de ese tsunami de la crisis que se ha llevado a muchos por delante. Y todavía estamos muchos pendientes del primer bote que pasa o de un chaleco salvavidas que nos sirva. Mi percepción personal es que alguna gente con poder económico y alguna clase política nos está vendiendo que hemos salido de la crisis . Y yo no veo que haya cambiado mucho lo que cuenta Chirbes. Al contrario: vamos conociendo más esos casos de corrupción, y cómo no solo no han parado sino que manchan a otros partidos, a hombres de negocios muy importantes, y cómo tenían extensiones que no hemos visto hasta ahora. Ese conocimiento de cómo se ha fabricado la burbuja y cómo se han gestionado algunas transacciones de la cosa pública tiene una vigencia impresionante. Es triste, ¿no?  

Declaraciones recogidas por Clara Morales

*En la orilla son Rafael Chirbes (texto), Adolfo Fernández y Ángel Solo (adaptación), Adolfo Fernández (dirección), Emilio Valenzuela (escenografía), Pedro Yagüe (iluminación), Miguel Gil Ruiz (música y sonido), Blanca Añón (vestuario), Sergio Parra (fotos) y Sonia Almarcha, Marcial Álvarez, Rafael Calatayud, Adolfo Fernández, César Sarachu, Ángel Solo y Yoima Valdés (interpretación). Es una coproducción del Centro Dramático Nacional, K Producciones, La Pavana/Diputación de Valencia y Emilia Yagüe Producciones. Emilio ValenzuelaPedro YagüeMiguel Gil Ruiz Blanca AñónSergio Parra Sonia AlmarchaMarcial Álvarez, Rafael Calatayud, César Sarachu,Yoima Valdés

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