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Política

Díaz omite el cargo para Valderas tras la negativa rotunda de IU

Antonio Maíllo (IU) se dirige durante el pleno parlamentario a Susana Díaz (PSOE).

El nombramiento de Valderas queda en el aire. Lo que el lunes parecía hecho –con luz verde de Ciudadanos y del propio Valderas– hoy es un tema congelado, aunque no descartado. La pretensión de Susana Díaz de que Diego Valderas, ex coordinador andaluz de IU, se convierta en comisionado de memoria democrática de Andalucía sobrevoló este miércoles el pleno del Parlamento convocado para que la presidenta de la Junta anunciase las grandes líneas políticas de los dos años que restan de legislatura. Díaz no mencionó a Diego Valderas, pese a que su idea inicial era proponer su nombre durante la sesión. No estaba el clima político para eso. Sacar su nombre hubiera sido "achicharrarlo", analizaba uno de los próximos a Díaz. Quizás lo esté ya. Mientras tanto, el asunto Valderas eclipsó en parte el debate, con el que la presidenta pretendía pasar página de su infructuosa aventura en Ferraz y cobrar un nuevo impulso político. Díaz no anunció ningún cambio de gobierno, como le demanda la oposición. La sesión evidenció que, al menos hoy, no existen puentes de entendimiento entre los líderes del PSOE y de Podemos e IU. El único socio de Díaz –eso sí, fiable– es Ciudadanos, que le advierte que su apoyo no es "gratis" y le exige rebajas fiscales, como por ejemplo del impuesto de sucesiones, así como la eliminación de los aforamientos. El líder del PP, Juan Manuel Moreno Bonilla, se presentó como única alternativa al PSOE.

La presidenta anunció su propuesta de realizar modificaciones que afecten a la ley de memoria democrática para la inclusión de un comisionado que supervise el cumplimiento de la norma, cuyo nombre será elegido por el Parlamento en septiembre. Pero no dio nombres. ¿Quién será? La pretensión de Díaz era que fuera el ex coordinador andaluz de IU (2000-2013), idea que había entusiasmado a Valderas. Pero la reacción de IU ha sido tan taxativa que la operación queda en stand by, a la espera de que Valderas se pronuncie. Un sí de Valderas no sería tampoco fácil de gestionar por parte de la corriente interna en la que se adscribe el veterano Valderas, la cual aspira a consolidarse como minoría significativa en la próxima asamblea andaluza de IU. ¿Cómo reprochar a Maíllo su supuesto entreguismo a Podemos con el principal referente de la corriente en un cargo ideado por Susana Díaz? Atropellado por el cambio de ciclo político, Valderas es/era no obstante una figura respetada en el seno de IU, aunque su relación con Maíllo es gélida. Este episodio ha abierto la veda contra el ex vicepresidente.

La omisión de Díaz no evitó un duro choque con el coordinador andaluz de IU, Antonio Maíllo, que le reprochó haber "metido el dedo" en su organización con "puñaladas" y "malmetiendo". El intercambio de pullas entre ambos dejó una evidencia: los puentes entre el PSOE e IU, socios de gobierno entre 2012 y 2015, están actualmente rotos, como lo están también –nunca estuvieron en pie– entre los socialistas y Podemos. Maíllo llegó a afirmar que prefería a Manuel Chaves y José Antonio Griñán, que "al menos tenían un proyecto estratégico", aunque a él no le gustara. "Usted no tiene nada", le dijo. Díaz calificó la intervención de Maíllo –en la que le soltó que "parecía más una comercial de El Corte Inglés que una presidenta"– como "ofensiva, violenta y llena de rencor". El debate entre ambos fue crudo, intenso.

En el asunto Valderas no se adivinan ganadores. Desde luego no lo ha sido el ex vicepresidente, que ha visto cómo la dirección de IU lo acusaba de ser "cómplice" de la presidenta en una "trampa" contra la coalición de izquierdas para la que se valía de "los muertos en las cunetas", una alusión escabrosa que los socialistas esgrimen como prueba de una pérdida de papeles. Según la visión del líder de IU, Díaz pretende "blanquear" su pacto con Ciudadanos incorporando a Valderas, que además se sitúa en una posición crítica con la actual línea política de la coalición, en convergencia con Podemos. IU le pidió públicamente a Valderas que no aceptase, un gesto que lo obliga o a recibir una humillación política o a asumir el cargo y quedarse fuera de la política de la formación a la que ha dedicado media vida. El PCA remató la advertencia y anunció la apertura de un expediente, supuestamente de expulsión, en caso de que Valderas aceptase. En conversación con infoLibre en lunes, Valderas se mostró convencido de aceptar si el Parlamento se lo pedía. Caída la tormenta en sus propias filas –en cuyo seno no ha tenido apoyos, ni siquiera entre sus afines de la corriente IU Sí con Más Fuerza–, el ex vicepresidente calla.

Tampoco Díaz ha ganado gran cosa con la cuestión Valderas. El domingo llamó a Maíllo para avisarle de sus intenciones, a las que el líder de IU se opuso. El lunes la noticia estaba circulando, dando lugar a la furibunda reacción de IU y poniendo el foco en asuntos espinosos sobre el nombramiento, que supone crear un cargo ad hoc que no está en la ley de memoria y asignarle previsiblemente unas retribuciones. Queda por saber si había una forma en la que los planes de Díaz hubieran sido posibles, si la dirección de IU y su militancia hubieran aceptado el nombramiento si se hubiera propuesto con más tiempo y dejando a los lílderes de IU tiempo para hacerse a la idea. No ha sido así.

Renta mínima y bonificaciones universitarias

IU entierra la memoria de Valderas

IU entierra la memoria de Valderas

Finalmente este miércoles el tema, la no-mención al asunto Valderas, ha eclipsado en parte el resto del discurso de Díaz, con el que pretendía lanzar un mensaje de izquierda socialdemócrata que guiase el segundo ciclo de su legislatura y empezara a dejar atrás la sombra de su fallido intento de ganar la secretaría general del PSOE. Entre las medidas esbozadas destacaban: una "renta mínima de inserción social", un aumento de la plantilla docente en 5.100 profesores, una bonificación del 99% de las matrículas universitarias para los alumnos que aprueben, la salida de Andalucía a los mercados financieros para evitar el "corsé" del Gobierno central (PP), al que acusó de castigar y perseguir premeditadamente a Andalucía... El guión de Díaz era claro: defender el mérito de la progresiva bajada del paro en Andalucía, que avanzó que podría situarse por debajo de las 800.000 personas a final de año, reivindicarse como el partido central de la autonomía, satisfacer las líneas rojas de Ciudadanos, su socio de legislatura, y a la vez resonar por la izquierda con medidas concretas que le quiten el barniz conservador, incluso "derechista", con el que la han impregnado sus oponentes dentro y fuera del PSOE. Díaz no se dejó ni un sector socioeconómico por nombrar y al que asignar una medida: minería, campo, turismo, industria... El problema de Díaz es que salvo Juan Marín, portavoz de C's, todos los demás afirmaron no darle crédito ni al diagnóstico ni a los planes.

Tanto Teresa Rodríguez, líder de Podemos en Andalucía, como Maíllo cargaron con dureza contra Díaz. No parece haber margen para acuerdos mientras el PSOE mantenga su pacto con Ciudadanos. El desencuentro es total. Las alusiones ad hominem entre Díaz y Rodríguez y Díaz y Maíllo abundan. Maíllo, que este miércoles estuvo especialmente incisivo, habla con condescendencia profesoral a Díaz, a la que le explica las cosas "como en Barrio Sésamo" y le recuerda su fracaso orgánico. Díaz le dice que así se sitúa "fuera del decoro parlamentario" y lo acusa de entregar Izquierda Unida a Podemos. Ahí está parte del problema con el asunto Valderas: en IU no se creen que el intento de crear un cargo para Valderas haya un intento de ofrecer un reconocimiento a uno de sus referentes, sino una operación deliberada para hurgar en sus tribulaciones internas. En cuanto a la relación política de Díaz con Rodríguez, difícilmente puede empeorar. La presidenta se defiende de los ataques de la líder de Podemos cargando contra ella y contra el alcalde de Cádiz, José María González Kichi, como si fuera su mano derecha. Así está el clima político en la izquierda andaluza. El PP sabe que, con un voto más que el PSOE y un apoyo suficiente de Ciudadanos, puede gobernar en una comunidad que siempre se le ha resistido.

Juan Manuel Moreno Bonilla, líder del PP andaluz, tiene claro su guión: la presidenta ha "perdido", Andalucía "pierde" con ella y se queda atrás de la recuperación que pilota Mariano Rajoy en España. Ése es su esquema: presentar a Díaz como una presidenta a la fuerza, que se conforma con Andalucía, su "segundo plato". Moreno Bonilla, al que le costó consolidarse tras su aterrizaje repentino como presidente del partido en 2014 y que aún lidia con ruidosos conflictos internos –el más sonado el de Sevilla, donde ha optado por la equidistancia para no quemarse–, insiste en que es la principal alternativa electoral a Díaz. La aritmética parlamentaria, tras perder 17 diputados en 2015, le ha dejado poco margen para influir en las políticas, pero tiene cartas con las que jugar: intenta minar el liderazgo de Díaz y cuida su relación con Ciudadanos, sabedor de que el partido naranja puede ser clave para que haya un presidente del PP en San Telmo. Ante esta posibilidad real, el PSOE se reivindica como la única posibilidad de frenar a la derecha, a la que ve tras las mismas pancartas que Podemos e IU. El voto útil y la pinza: dos leit motiv recurrentes del debate público andaluz desde hace décadas.

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