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39º Congreso Federal del PSOE

El 'nuevo' Sánchez endurece las críticas contra el PP y multiplica la apelación a la identidad de izquierdas

Pedro Sánchez, nuevo secretario general del PSOE, durante el acto de clausura del Congreso Federal del partido.

Ibon Uría

27 de julio de 2014, 18 de junio de 2017. Menos de tres años han pasado desde que Pedro Sánchez se proclamara por primera vez secretario general de los socialistas, pero del discurso que ofreció en la clausura del congreso extraordinario de 2014 queda poco. El nuevo Sánchez critica con mayor intensidad al PP, al que no duda en calificar de "enemigo" de los socialistas, y se presenta insistentemente como el número uno de un partido de "izquierda", el PSOE, que es una organización que "hace lo que dice" y cumple "su palabra".

Sus cambios de opinión le valieron durante su anterior etapa en Ferraz duras críticas de sus adversarios internos. El Sánchez 2.0 no niega que haya variado su discurso, pero defiende que ha evolucionado, aprendido, madurado: sostiene que es una versión mejorada de sí mismo. Este domingo, ante miles de militantes, prometió "buenos empleos", "dignidad", "federalismo", "feminismo", "ecologismo", "democracia", "decencia", "rebeldía" y "esperanza". Un discurso más combativo que el del Sánchez original.

El Sánchez de 2017 también rectifica al Sánchez de 2014 en lo referente a Cataluña. El líder de hace tres años se definía como "federalista", sin mucha mayor concreción. El actual abraza la idea de "nación de naciones" y pide mejorar el reconocimiento de la "plurinacionalidad". Hay elementos que se mantienen, como la propuesta de reformar la Constitución, la oposición al referéndum de independencia o las críticas al Gobierno central y a la Generalitat por su inmovilismo y su ataque a la ley, respectivamente, pero en términos generales el tono es más amable.

Y, finalmente, también han cambiado sus referentes. El Sánchez de 2014 hablaba desde el escenario del cónclave socialista a Felipe [González] y José Luis [Rodríguez Zapatero]. Les dedicaba buenas palabras y les prometía reivindicar su legado. Este domingo ninguno de los dos lo acompañó. Y Sánchez prefirió presentarse como heredero del legado Carme Chacón, que perdió la Secretaría General en 2012 ante Alfredo Pérez Rubalcaba. "Hemos decidido seguir el camino que ella nos señaló", dijo. La senda reformista y modernizadora que pudo ser y no fue, vino a decir, se inicia ahora con cinco años de retraso.

Estas son algunas de las claves de los discursos del Sánchez de 2014 [ver en PDF] y del Sánchez de 2017 [ver en PDF][ver en PDF]. Las coincidencias y, sobre todo, las diferencias. Porque como justificó el propio secretario general este domingo, "Bob Dylan cantó que los tiempos están cambiando, y la política tiene que cambiar con los tiempos".

Un Sánchez más de izquierdas

El Sánchez de 2014 se decía de izquierdas, pero tampoco abusaba de la fórmula. En casi una hora de discurso dijo "izquierda" cuatro veces: "Afrontemos la tarea de modernizar la izquierda", "nosotros somos la izquierda que gobierna el presente para transformar el futuro", "el socialismo es la izquierda que se mantiene fiel a sus principios y aspira a gobernar, que no se conforma con protestar" y "la España que queremos es un país con una izquierda que se encuentre y cuente con sus alianzas de siempre: UGT y Comisiones Obreras". Y ya: se acabaron las apelaciones a la izquierda.

El Sánchez de 2017, en cambio, proclama con insistencia que él es la izquierda, que el PSOE es la izquierda. "Aquí está la izquierda" fue el último lema de su campaña durante las primarias, "somos la izquierda" fue el lema que eligió su equipo para el Congreso Federal y que aparecía este domingo en las pantallas, en el atril, en todas partes. E "izquierda" es, probablemente, una de las palabras que más veces repitió durante su intervención: 31, en total. "Somos la izquierda", "aquí está la izquierda", "la izquierda de este país", "la izquierda creíble y coherente". Izquierda fue uno de los mensajes centrales de este domingo.

"Hemos dicho izquierda, hagamos izquierda", prometió Sánchez, que hilvanó en su discurso una retahíla de razones y características de ese PSOE de izquierdas: es la izquierda de Gobierno, que cumple, escucha, que puso en pie el Estado de Bienestar, reconoció derechos y libertades, que gobernó con memoria histórica, que llevó a España a Europa, que acabó con el terrorismo de ETA, La izquierda que "dice basta" ante la desigualdad, la precariedad y la corrupción. "Somos el PSOE, creíble y coherente. Ser socialista es ser de izquierdas y nosotros estamos orgullosos se ser de izquierdas", resumió.

Un Sánchez más duro con el PP

Si Sánchez se presenta más a la izquierda, se entiende que con ello se sitúa más lejos de la derecha, del PP. En la clausura del congreso socialista, el secretario general desplegó este domingo una amplia batería de ataques a los conservadores. Porque el PP es, dijo, el único partido con el que compiten los socialistas, el partido al que quieren derrotar y con cuya "etapa negra de gobierno" quieren acabar. El partido que "gobierna contra los débiles", con amnistías fiscales, soluciones "de unos pocos para unos pocos" y que provoca "precariedad y desigualdad". El partido que corrompe la Constitución.

Cargó especialmente contra la corrupción que afecta al partido de Rajoy, que será el primero presidente del Gobierno que declarará "por la financiación irregular de su partido", recordó. "Para Rajoy en el PP nadie se porta nunca mal, son todos buenos. Para él los malos son los jueces que los encarcelan y los policías que registran sus sedes, por eso tenemos un Gobierno que persigue a los jueces y fiscales (...). ¿Cuántos Bárcenas, Granados, Ignacios González hay en el PP aún sin pillar? El PP necesita una cura de regeneración", remachó Sánchez, que lanzó dardos también al ministro Montoro y el exfiscal Moix.

El Sánchez de 2014 tampoco era amigo del PP, claro. Pero dedicó menos minutos al principal adversario político de los socialistas. Sus críticas se ciñeron fundamentalmente a las consecuencias de las "recetas conservadoras" contra la crisis: "España es hoy [era, en 2014] un país hastiado, indignado y herido", dijo Sánchez, que criticó a quienes dan la cara en "pantallas de plasma", en referencia a Rajoy, a quien definió como partidario de la "ecoconomía del compadreo", saco en el que también metió a Aznar, Rato, Blesa "y compañía". Sobre corrupción, un párrafo: "Si Rajoy quier regenerar la democracia, que coja la escoba y limpie su casa".

Un Sánchez plurinacional

Cataluña le ha dado muchos quebraderos de cabeza al PSOE en los últimos años. Los socialistas no acaban de encontrar su lugar en el debate sobre el modelo de Estado y la respuesta adecuada al independentismo, probablemente, desde la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, en julio de 2010. Lo más parecido a un punto de consenso fue la Declaración de Granada, que data de 2013 y habla de reformar la Constitución para avanzar hacia un Estado federal. Sánchez sostuvo en 2014 y sostiene en 2017 que no se ha salido de ese guión, pero hay novedades discursivas.

Sánchez, 2014: "Soy federalista porque soy socialista". Sánchez, 2017: "Estoy a favor de España y del catalanismo". ¿Y qué es el catalanismo? "Un sentimiento cívico, transversal, el amor por la tierra, la cultura, la lengua catalana". El nuevo PSOE de Sánchez, como el PSOE de Sánchez en 2014, se opone al referéndum, crítica el inmovilismo del Gobierno central y censura a los independentistas por ir contra la ley. Ambos apuestan por el diálogo y por un nuevo pacto de convivencia. Pero el discurso, ahora, es más amable: pide reforzar el reconocimiento de la plurinacionalidad y hace suya la idea de la "nación de naciones".

Más militantes, menos cargos

En tres años no sólo han cambiado las palabras, también las compañías. El Sánchez de 2014 estuvo rodeado por cargos orgánicos en la clausura del congreso, que fue un discurso ante el millar de delegados del cónclave. La presentación corrió a cargo de la andaluza Susana Díaz, que lo aupó a la Secretaría General. El Sánchez se 2014 se abrazó a Felipe González, a Alfredo Pérez Rubalcaba y a Zapatero antes de subir al escenario. Este domingo no estuvieron ni Díaz, ni González, ni Rubalcaba, ni Zapatero. González envió un vídeo el día anterior, todos se excusaron y dejaron al líder protagonizar el baño de masas con el que cerró el congreso.

Porque, en contra de lo que marcaba la costumbre, el líder del PSOE no intervino ante los delegados, sino ante varios miles de militantes. A ellos les ha dado más poder con su nuevo modelo orgánico y en detrimento de los órganos del partido y los barones, que tendrán menos peso. Su discurso de hace tres años estuvo salpicado de referencias al legado de sus predecesores en la Secretaría General. Este domingo, Sánchez –que en el congreso federal se ha hecho con la mayor cuota de poder atesorada por un dirigente socialista en los últimos años–, eligió mencionar expresamente frases de Carme Chacón, Pedro Zerolo y Ángel Gabilondo.

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Los guiños que se mantienen

Hay, finalmente, guiños que se mantienen. En la tradición de los discursos sanchistas siempre hay un hueco para una cita de Willy Brandt: "Willy Brandt definió el socialista como la única fuerza capaz de acabar con los privilegios", recordó el Sánchez de 2014. "Decía Willy Brandt –comentó el nuevo Sánchez– que las organizaciones que se aferran al pasado no ganarán el futuro". Las citas son al mismo histórico dirigente socialdemócrata alemán, pero están en sintonía con los mensajes centrales de cada etapa de Sánchez: hace tres años puso el acento en la lucha contra la desigualdad; ahora destaca la necesidad de que el PSOE mire al futuro.

También se mantiene la apelación al 15M. Más tímida entonces, más llamativa ahora. "Salgamos al encuentro de los indignados", se propuso Sánchez en su primer discurso de clausura. Este domingo fue más allá: se dirigió al 15M, a quienes "se convocaron hace seis años al grito de 'no nos representan'", y les prometió: "Vamos a arremangarnos (...). Vuestra demanda de regeneración, aún insatisfecha, pronto será una realidad (...). Aspiramos a representar a quienes gritaban que nadie les representaba". Sánchez quiere recuperar a los votantes que abandonaron el PSOE en los últimos años, y la mayor bolsa, cree Ferraz, está en Podemos.

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