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POLÍTICA FISCAL

La letra pequeña del IRPF: los ricos ganan un 61% más que en 2007

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en una rueda de prensa.

Una crisis y una reforma fiscal después, las rentas que los españoles declararon a Hacienda en 2015 aumentaron sólo un 1,1% respecto a 2007, el último año de euforia económica. Según los últimos datos publicados por la Agencia Tributaria sobre el IRPF, correspondientes a 2015, las bases imponibles –el importe de todas las rentas obtenidas por el contribuyente, sobre el que se aplica el tipo de gravamen– ascendieron a 392.219,53 millones de euros. Sólo 4.360 millones más que en 2007, pese a que el número de declaraciones ha crecido desde entonces un 4,15%. El resultado es que los contribuyentes declararon unas bases imponibles de 22.132 euros de media, sólo un 0,08% más que ocho años atrás.

Esa base imponible es de dos tipos: la general y la del ahorro. La primera incluye los rendimientos salariales, las retribuciones en especie –también alquileres y derechos de propiedad intelectual o industrial–. La segunda se calcula a partir de los rendimientos de fondos de inversión, seguros de vida y depósitos. Desde 2007 la media de la base imponible general ha crecido un 5% –hasta los 19.972 euros–, pero la del ahorro se ha desplomado un 30% –se ha quedado en 2.159 euros–.

Claro que en el detalle del mapa de los contribuyentes, divididos en tramos, saltan  grandes diferencias. El número de quienes tienen rendimientos por encima de los 600.000 euros al año, los más ricos de la tabla, se ha reducido un 31,48% desde 2007 hasta 2015. Son 7.429 personas. Que declararon ese último año una base imponible media de 1,72 millones de euros, un 12,3% más que antes de la crisis. Se trata del único tramo de contribuyentes cuya base imponible total ha crecido desde 2007, a excepción de quienes declaran rentas entre 12.000 y 21.000 euros al año, y quienes declaran entre 21.000 y 30.000. Pero la mejora de los primeros es sólo del 3,1% y la de los segundos, del 0,6%.

La diferencia es incluso más abultada si la atención se fija en la base imponible general. Los rendimientos incluidos en este epígrafe han crecido un 61%: la media por contribuyente ha pasado de 495.919 euros a 799.286 euros en estos ocho años. Es la mayor subida de todos los tramos. Casi triplica la de quienes declaran rentas entre 150.000 y 600.000 euros anuales, y multiplica por 27 la mejora de quienes perciben entre 21.000 y 30.000 euros.

Por el contrario, las bases imponibles del ahorro de los más ricos han caído un 11%. La media que declararon en 2015 asciende a 927.535 euros. Es decir, ganan más gracias a los fondos de inversión, seguros y cuentas bancarias que por sus salarios y retribuciones por especie. Además, ese descenso del 11% resulta ser el menor de todos los tramos de contribuyentes, que llega a superar el 40% entre quienes poseen rentas de entre 30.000 y 150.000 euros al año. Sólo ha crecido la base imponible media del ahorro para el segmento de 6.000 a 12.000 euros, pero sus rendimientos son muy pequeños: en 2007 eran de sólo 693 euros y en 2015 se elevaron a 823, un 18,8% más.

En especie: 211.699 euros para los más ricos

También ha sido desigual el comportamiento que durante los años de crisis han tenido los salarios y las retribuciones en especie. El sueldo medio declarado ascendía en 2015 a 22.256 euros, un 2,9% más que en 2007. Sin embargo, la media de las retribuciones en especie –cheques de comida o guardería, coches o viviendas de la empresa, planes de pensiones– ha caído un 1,5%. El número de contribuyentes que declaran este tipo de gratificaciones se ha disparado un 32,57% durante la crisis, y el importe total de lo que declaran haber percibido, un 30,6%. Pero la media por contribuyente ha descendido porque han bajado las de quienes ingresan entre 6.000 y 150.000 euros, casi todos los tramos.

Por el contrario, las retribuciones en especie de los más ricos se han disparado: un 45,4% la media de quienes poseen rentas de entre 150.000 y 600.000 euros, y nada menos que un 186,9% la de quienes superan los 600.000 euros. Estos últimos declararon en 2015 retribuciones en especie por valor de 211.699 euros. También crecieron esos emolumentos para la parte inferior de la tabla, para quienes ingresan menos de 6.000 euros al año, así como el número de ellos que los cobran. La cifra de perceptores casi se ha triplicado, pero la media de sus retribuciones sólo ha aumentado un 2,8%. Sólo declaran una media de 643 euros por este concepto.

Durante la crisis no ha cambiado la estructura que sostiene el IRPF. El núcleo duro lo forman las rentas de entre 21.000 y 60.000 euros, que suponen el 60% de los contribuyentes. Éstos declaran unos rendimientos –excluidos los procedentes del ahorro– que representan el 74% de la base imponible general. Esa participación en declarantes e importes ha aumentado desde 2007 en tres y cuatro puntos, respectivamente.

En cuanto a las rentas procedentes de fondos de inversión, seguros y depósitos, quienes más rendimientos obtienen son los más ricos: pese a que quienes superan los 600.000 euros de renta anual representan sólo el 0,05% de los que declaran en esta partida, aportan el 23,5% de la base imponible del ahorro.

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Una media de 5.434 euros por contribuyente

Una vez aplicados el tipo de gravamen y las deducciones posibles a esas bases antes descritas, la cuota resultante, lo que se paga a Hacienda, ascendió en 2015 a 67.045,52 millones de euros, un 2,5% más respecto a 2007. Pero la media liquidada por contribuyente, 5.434,15 euros, ha crecido porcentualmente casi cinco veces, un 12,1%.

Atendiendo a esas medias, las cuotas liquidadas por los contribuyentes de la parte baja de la estadística, los que perciben menos de 60.000 euros al año, han disminuido desde 2007 hasta 2015, mientras que las de los más ricos han subido. Quienes más han recortado su factura fiscal han sido las rentas de 12.000 a 21.000 euros –las inferiores están exentas del pago del IRPF–, un 7,1%. Pagaron 1.590 euros en 2015. Mientras que quienes más la han engordado son las superiores a 600.000 euros anuales, con una cuota de 534.614 euros, un 40% más que antes de la crisis.

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