Precariedad laboral

Las camareras de piso salen a la calle para denunciar "la esclavitud pura y dura" del sector: "Nos estamos empoderando"

Imagen de dos camareras de piso.

En pleno debate sobre el modelo turístico, las camareras de piso han decidido tomar las calles para denunciar las precarias condiciones de trabajo a las que se ven sometidas. Este viernes 18 de agosto siete comunidades –Madrid, Cataluña, Canarias, Baleares, Galicia, Asturias y Andalucía– acogerán manifestaciones exentas de simbología política y marcas sindicales, en las que únicamente habrá lugar para un sello: el de la Asociación de Kellys Confederadas. En torno a la plataforma se reúnen camareras de piso de todo el territorio estatal que denuncian un escenario laboral en el que están "a la cola de todo" y donde "la esclavitud pura y dura" se ha convertido en una constante.

La Asociación de Kellys Confederadas germina hace hoy tres años, con el fin de crear una red de trabajadoras que compartan ideas e información sobre su situación laboral. "Llegó un momento en el que había que hacer algo más", relata Eulalia Corralero, miembro de la rama que opera en Cataluña. Aunque celebra que desde su constitución como asociación pasaron a estar en "la agenda de todos los partidos y en boca de todos los sindicatos", Corralero reconoce que la lucha de las camareras de piso la deben organizar las propias trabajadoras. "Estamos haciendo el trabajo de ayudarnos entre nosotras" y convocar las protestas "íntegramente por nosotras", con el fin de evitar que su lucha sea fagocitada de forma partidista.

"Llevábamos décadas con sobrecarga de trabajo, pasándolo muy mal, éramos las que menos cobrábamos y desempeñábamos el trabajo más duro del hotel", comenta Corralero, quien denuncia en conversación con infoLibre la inmutibilidad de la situación. No quieren, dice, que se les vuelva a mandar "al rincón de la clase", sino que aspiran a "llegar a donde no llegan los sindicatos, a lograr que los partidos apoyen y hagan leyes" a su favor. Ellas, continúa, se encargarán de que se cumplan.

"Situación de esclavitud"

Eulalia Corralero lleva cuatro décadas trabajando en el sector. Durante los meses de julio y agosto, explica, hace "una media de 60 ó 70 camas, con los respectivos baños, terrazas, zonas comunes…". A su juicio, de nada sirven las guías para evitar riesgos laborales: "Lo hagas como lo hagas, hay un impacto en el cuerpo y en la salud".

Pese a que el turismo "nunca ha sido un sector en crisis", la situación de las camareras de piso ha permanecido en un escenario marcado por la precariedad. "Las mujeres, como somos muy sufridas, pensamos que podíamos con todo", señala Corralero, que a sus 55 años sufre "desgaste de cartílagos por sobrepeso", aun sin haber superado nunca los 55 kilos. La lista de dolencias producto de la carga de trabajo no deja de crecer: "Todas sufrimos hernias lumbares, todas", añade Corralero, quien recuerda además "las crisis de ansiedad" que padecen debido a la obligación de entregar las habitaciones en un plazo determinado, y el uso común de antiinflamatorios y antidepresivos.

Berta Flores es camarera de piso en Madrid, y forma parte también de la organización que ha convocado movilizaciones este viernes. Las consecuencias físicas para estas trabajadoras responden a un modelo que se reproduce sin excepción. "Por el movimiento repetitivo, trabajas ocho horas a contrarreloj con una carga excesiva, y el esfuerzo físico durante el tiempo se acentúa", subraya. Flores lleva treinta años en la profesión y confiesa no saber en qué estado va a acabar. Como tratando de justificarse, la camarera de piso insiste en que "parece mentira, pero ocho horas todos los días del año llega un momento en que pasa factura". Además, agrega, "las mutuas no hacen mucho caso: te derivan a la Seguridad Social" y achacan las dolencias a la edad, aunque evidentemente "ese no es el problema".

Flores añade a las denuncias el problema de la externalización. "Conlleva que el departamento es externo y cobran por su convenio, no se respeta el provincial", explica. En este tipo de situaciones "el salario por habitación puede ser euro y medio o dos euros", continúa Flores, "y según las habitaciones y los días a lo mejor no se supera el salario mínimo interprofesional". Por otro lado, quienes no externalizan "aumentan el trabajo" para que les salga rentable. Los hoteles "suben la cantidad de habitaciones y bajan el coste para no externalizar", lo que obliga a las empleadas a "ir a contrarreloj" y asumir una mayor carga laboral.

Desde Galicia, Isabel Montenegro habla sin rodeos de una "situación de esclavitud pura y dura". El turismo, asegura, "está en auge, siempre lo estuvo, pero los sueldos no suben". Su experiencia de 37 años en el sector demuestra que "no hay calidad, sólo trabajo y nada más". Montenegro habla de una "carga de trabajo impresionante" que se engrosa de forma progresiva debido a la "competitividad" que a su parecer existe en el sector. "Los empresarios se fueron aprovechando y no hay quien lo pare", lamenta.

Miedo a las consecuencias

Ante esta coyuntura, Isabel Montenegro lo tiene claro: "O se sale a la calle, o no sabemos cómo acabará esto". Pese a haber sido despedida por "luchar por los derechos" de sus compañeras, la gallega defiende como única respuesta que las empleadas "salgan a la calle, planten los trabajos, no entren a los hoteles y presionen al empresario".

Eulalia Corralero y Berta Flores, por el contrario, se muestran cautas ante la idea de convocar una huelga en el sector. "Yo si hago una huelga me cierran el contrato o no me cogen el verano siguiente", explica Corralero, quien subraya el lastre que arrastra "un trabajo tan precario". Flores, por su lado, habla de "muchas mujeres vulnerables que tienen que dar de comer a sus hijos", de modo que la idea de huelga orbita como una posibilidad remota. "La gente tiene mucho miedo a perder lo poco que tiene", por lo que "es muy difícil convocar una huelga porque no sabes las consecuencias" que puede acarrear.

Pese a ello, Corralero se confiesa optimista: "Nos estamos empoderando", señala al tiempo que recuerda la necesidad de, al menos, salir a la calle como acto "simbólico" de protesta por parte de un sector invisibilizado que va sumando fuerzas.

Las demandas del sector

Y en esta lucha por visibilizar el problema se enmarca la manifestación del viernes. Las demandas pasan por el reconocimiento, bajo el convenio colectivo correspondiente, de la titulación del grado de profesionalidad como camareras de piso, "demostrando por parte de la interesada tres años mínimos de experiencia". Piden también que la formación sea "continua y efectiva para subir de rango o categoría dentro o fuera del establecimiento hotelero". Las camareras de piso reclaman, asimismo, una equiparación del sueldo a la ganancia del establecimiento hotelero. "Los hoteles suben los precios de las habitaciones en temporada alta, pero no suben la ganancia de sus trabajadores", denuncian. También reclaman que se termine el hecho de que todo esté "incluido en el salario que una camarera cobra por habitación". El sueldo, señalan, "podría ser fijo más incentivos basándose siempre en el rango y temporalidad efectiva".

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Respecto a las dolencias físicas, las camareras de piso exigen el reconocimiento de las enfermedades músculo-esqueléticas y respiratorias dentro del parámetro de enfermedad laboral, así como cuadros de depresión y ansiedad derivados del "alto nivel de exigencia requerido". Unido a ello, solicitan la jubilación anticipada conforme a los años cotizados de cada trabajadora, ya que algunas comienzan a ejercer "siendo niñas, con lo que superan con creces los años cotizados" exigibles. De este modo, instan a que el máximo de edad de jubilación se fije en los 58 años.

Las empleadas también proponen que los comités de Salud Laboral elaboren, pongan en marcha y vigilen los "estudios ergonómicos que permitan establecer el ratio máximo por jornada", y que la jornada laboral quede establecida por el convenio colectivo del sector "sin que quepan más modificaciones que aquellas que supongan la reducción de la misma".

En cuanto a la empresa hotelera, piden un compromiso de "contratación de suficiente personal laboral y así no sobrecargar de trabajo a la plantilla fija del hotel", y exigen que sea el propio establecimiento quien se haga cargo de la contratación, para que no se pierda parte del sueldo en empresas intermediarias.

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