LAS CUENTAS DE LAS EMPRESAS
El Corte Inglés pagó en impuestos el 8,7% de sus beneficios en 2016 después de cinco años de no tributar ni un euro
El Corte Inglés pagó el año pasado en el impuesto de sociedades 15,48 millones de euros, un 8,7% de sus beneficios, según los datos facilitados por la propia empresa a preguntas de infoLibre. El ejercicio de 2016 ha sido el primero desde 2011 en que la compañía presidida por Dimas Gimeno ha hecho un ingreso a Hacienda por este concepto. Pese a que en todo este tiempo no ha dejado de ganar dinero, el líder nacional de la distribución no tributó por sus beneficios durante cinco años consecutivos, al tiempo que el fisco le devolvía un total de 343,33 millones de euros devolvía gracias a deducciones y compensaciones de pérdidas de años anteriores.
El Corte Inglés tuvo un resultado positivo antes de impuestos de 177,3 millones de euros. Deducidos los 15,48 millones en impuestos antes citados, el beneficio neto del grupo queda en 161,86 millones, un 2,4% más que el año anterior. Es la consecuencia de un aumento de la facturación del 2%, hasta alcanzar los 15.504,57 millones de euros.
En los seis últimos ejercicios (2011 a 2016, ambos incluidos), hay tres cifras que destacan en la contabilidad de El Corte Inglés: obtuvo unos beneficios totales de 986,59 millones de euros, repartió en dividendos entre sus accionistas 221,26 millones y redujo su plantilla en 7.633 trabajadores.
Mayores beneficios
Ya es el segundo ejercicio consecutivo en que El Corte Inglés aumenta sus beneficios, remontando así los resultados de 2014, cuando ganó sólo 118,08 millones de euros, un resultado alarmante para una empresa que en 2007 había alcanzado un récord de 747,59 millones de euros, seis veces más. Así, la compañía se mantiene aún lejos de las cifras beneficio y de negocio anteriores a la crisis: en 2007 facturó casi 18.000 millones de euros, unos 3.000 millones más que el año pasado.
Para reducir su factura fiscal, el gigante español de la distribución se vale de los mecanismos establecidos por la ley, como deducciones por doble imposición, tanto nacional como internacional, por publicidad y propaganda de eventos, y por reinversión de beneficios extraordinarios. Hasta el punto de que en 2015, por ejemplo, no sólo consiguió rebajar a cero los pagos a Hacienda, sino que de los 158,13 millones de euros de beneficios que comunicó, el 55,7% procedía en realidad de devoluciones fiscales: sus beneficios antes de impuestos representaron sólo 77 millones. En 2014 fueron aún menores: 14,8 millones de los 118 apuntados en sus cuentas.
Subida del dividendo
El Corte Inglés ha celebrado los resultados de 2016 como los del “tercer año de la recuperación”, con un aumento del 7,5% de su ebitda –resultado antes de intereses e impuestos– respecto al ejercicio anterior. Y se muestra “tranquilo” ante el acuerdo que cerró en 2015 con el jeque Hamad Bin Yassim Bin Jaber Al Thani, ex primer ministro de Qatar y uno de los mayores inversores del mundo: a cambio de que éste adquiriera 1.000 millones de euros en acciones, debe cumplirse al menos en un 95% el plan de negocio del grupo, que incluye un crecimiento de su ebitda del 12%. Según explica un portavoz de El Corte Inglés, “más que de alcanzar una cifra exacta, se trata de cumplir una serie de variables”. En caso contrario, el grupo deberá pagar al catarí en acciones hasta un 1% del capital, dependiendo de cuánto se haya desviado de los objetivos. Independientemente de los resultados, en 2018, el jeque, que ya es su tercer mayor accionista, será dueño de un 12,25% del capital de El Corte Inglés.
La entrada del inversor de Qatar tenía por objeto reducir la abultada deuda de la empresa de Dimas Gimeno. A cierre del ejercicio de 2016, asciende a 3.834 millones de euros, mientras que un año antes era un poco menor, 3.692 millones.
Con la mejora del resultado, El Corte Inglés ha aumentado también el dividendo que, pese a la crisis y al recorte del beneficio, no ha dejado nunca de repartir. Este año serán 50 millones de euros, por encima de los 35 millones distribuidos en 2015 y de los 25 millones de 2014 y 2013, los dos peores ejercicios de la empresa en beneficios y facturación, respectivamente. En 2016, por tanto, se superará el dividendo repartido tanto en 2012 como en 2011, cuando se distribuyó el equivalente al 10% del valor de cada acción: 42,73 millones el primer año y 43,53 millones el segundo.
Reducción de plantilla
Durante la crisis El Corte Inglés ha encogido notablemente su plantilla, que llegó a tener 102.700 empleados en 2010. Desde entonces, ha perdido 11.000 trabajadores, ahora cuenta con 91.690. Se ha mantenido inalterado el porcentaje de mujeres que integran la nómina, un 64%. En cambio, ha caído la cuota de personal con contrato indefinido, que llegó a ser del 94% en 2012 y 2013, y ahora se encuentra en el 88%. También ha aumentado el porcentaje de sus empleados a tiempo parcial, que alcanzó un mínimo del 27% en 2009 y en 2014 se elevó hasta el 32% –la empresa ha dejado de publicar los dos últimos ejercicios en su informe de responsabilidad social corporativa el porcentaje de trabajadores a jornada completa–. Atendiendo a la plantilla media con empleo a tiempo completo, ésta se ha recortado en un 9,2% desde 2011 hasta 2016: 8.180 trabajadores menos.
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En consonancia con la reducción de plantilla, también han disminuido los gastos de personal, que el año pasado supusieron 2.522 millones de euros, un 12,56% por debajo de la cantidad asignada a este capítulo en 2010.
En 2015 y 2016 El Corte Inglés ejecutó un plan de bajas incentivadas que costó 178 millones de euros y supuso la baja en la empresa de 1.341 trabajadores. Ya antes, entre 2013 y 2014, unos 3.000 empleados abandonaron el grupo acogiéndose al derecho que les concede la ley para rescindir su contrato y percibir una indemnización de 20 días por año de servicio si se sienten perjudicados por los cambios en sus condiciones laborales decididos por la empresa.
Las modificaciones de horario, jornada, salarios y comisiones de venta que el grupo aplicó durante la crisis forzaron su marcha. Los sindicatos llegaron a hablar de “ERE barato y encubierto”. De hecho, UGT y CCOO se negaron a firmar el convenio colectivo de la distribución negociado en 2013, que congelaba los salarios e imponía el trabajo en domingos y festivos sin compensación.