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Danza contemporánea

'Carmen' deja la fábrica de tabaco

Los protagonistas en un momento de la función.

Tenían fama las cigarreras de poseer una mirada intensa y arrebatadora, pero la causa de aquel mito se debía más a una razón laboral que lasciva: el polvillo que soltaba el tabaco al manipularlo dilataba sus pupilas de las trabajadoras dejando sus ojos de un profundo negro azabache. El mito de la pasión oculta en aquella mirada nació en parte de las penosas condiciones del trabajo en las fábricas de tabaco. Fue el escritor francés Prosper Merimée quien le daría un nombre propio a esa lectura erótica: Carmen, la novela publicada en 1845 que alcanzaría la gloria tras el estreno, 30 años más tarde, de la ópera de Georges Bizet. A día de hoy, se cuentan a puñados las reinterpretaciones de la vida de aquella cigarrera que ha sido mujer fatal y díscola, pero sobre todo, libre. Carmen ha pasado de gitana a torera, de pícara en la película Carmen Jones, de Otto Preminger, a personaje de musical interpretado por Beyoncé  en Carmen: A Hip Hopera, entre otras decenas de relecturas del clásico más o menos atinadas.

El último en adentrarse en el universo de Carmen ha sido el bailarín y coreógrafo Víctor Ullate (Zaragoza, 1947) con una versión homónima que estará en los Teatros del Canal de Madrid hasta el 17 de septiembre. Antes, ha pasado por Santander, Donosti (donde colgó el cartel de aforo completo dentro de la programación de la Quincena), Verona (Italia) o Vichy (Francia). “Carmen está muy trillada, nunca pensé que la haría”, reconoce Ullate, sentado en la cafetería del teatro madrileño, “pero un día, me dije, ¿y por qué no?”. La suya pretende ser una propuesta muy vanguardista y rompedora, tanto en la trama como en el diseño de vestuario y de escenografía. A sus 70 años, y tras paladear el éxito en este primer tramo de la gira, Ullate ve en esta obra “el broche final a una carrera”, aunque no esté pensando en retirarse.

Carmen se aleja en esta ocasión del ambiente de la fábrica de tabacos para sumergirse en un universo más hedonista y lujoso: la protagonista de la obra de Ullate es una modelo de primer nivel que por las noches se deja caer por algún prostíbulo. “Más que prostituirse lo que hace Carmen es amar, es disfrutar del momento”, puntualiza el bailarín. “Yo tenía claro que era muy importante la liberación del ser humano, que puede hacer y decir lo que quiera. Ella es una mujer, libre, admirada, bellísima que tiene diferentes amores y no hay necesidad de juzgarla por nada”.

Del espíritu original de Merimée y Bizet queda “la esencia, el amor, el desamor, los celos, la ira, en definitiva, los sentimientos”. Y la muerte, que acecha en cada escena. “He este caso le he dado mucha importancia a don José, un personaje muy fuerte, pero a la vez con esa ternura que ha de tener. Tendría que haberlo llamado Carmen y don José”. El José Navarro de Ullate ya no es un soldado desertor metido a bandolero por el amor de una mujer, sino un tipo más carismático. A él, le pone cara y cuerpo uno de los tres hijos del coreógrafo, Josué; mientras que en el papel de la protagonista femenina se van alternando las bailarinas Marlen Fuerte y Lucía Lacarra.

De la música se ha encargado Pedro Navarrete, que ha trabajado sobre la base de la partitura de Bizet, mucho más corta que la hora y  media de la obra representada por el ballet de Víctor Ullate. Completa el equipo de trabajo detrás del escenario Eduardo Lao, director artístico; Anna Güell, diseñadora de vestuario –muy en la línea de las creaciones del diseñador de alta costura Thierry Mugler- y Paco Azorín, encargado de la escenografía. El nuevo universo de Carmen cambia el acento español por un decorado más industrial, de líneas rectas, estructuras metalizadas y colores fríos. 

“Hipotecado hasta la médula”

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Cuenta Ullate –al frente de la compañía, la escuela y la fundación que lleva su nombre- que tras su paso por Madrid, Carmen seguirá una gira internacional por Francia, Italia, Japón y China, entre otros países. El 60% de presupuesto de su compañía proviene de la venta de entradas, insiste el coreógrafo. El resto, del Gobierno de la Comunidad de Madrid, que desde 1996 –la compañía se fundó en 1988- le otorga una subvención. “Es muy difícil, pero si no lo hubiera hecho, no habría prácticamente nada en el país”, explica, “llevo 30 años trabajando para que España tenga lo que otros países: una compañía de alto nivel”. En su escuela se han formado algunos de los bailarines españoles más destacados internacionalmente: Ángel Corrella, Tamara Rojo, Igor Yebra o Joaquín de Luz. El propio Ullate, Premio Nacional de Danza 1989 y Medalla de Oro de las Bellas Artes en 1996, se ha convertido en un referente de la danza contemporánea.

No obstante, cuando el 2014 estrenó su segunda versión del Amor brujo declaró haber tenido que hipotecar sus bienes para poner en marcha el proyecto. Aún hoy, cuenta, “estoy hipotecado hasta la médula, todo está hipotecado, ya me conocen los del banco”. “Pero pienso –continúa- que estoy haciendo algo muy importante por mi país y por mi gente: formar bailarines y crear escuela”.

 

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