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El futuro de Cataluña

La difícil relación del PP con Cs: creen que Rivera es un "oportunista" pero le necesitan para los Presupuestos

Pedro Sánchez junto a Mariano Rajoy en la Moncloa.

Transcurrido más de un año del pacto firmado entre el PP y Ciudadanos (Cs) por el que la formación naranja ponía sus 32 escaños a disposición de Mariano Rajoy para facilitar su investidura como presidente, la desconfianza entre ambos bloques es mutua. Los conservadores ven cómo el partido liderado por Albert Rivera, con el que compiten por un sector del electorado muy similar, intenta rentabilizar su apoyo al dibujarse como el actor clave de la legislatura. Mientras, Cs, con encuestas al alza, está agitando banderas asociadas al votante más tradicional PP como la dureza en la respuesta al "desafío soberanista", la defensa cerrada de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o la denuncia del supuesto adoctrinamiento independentista en las aulas.

"Tenemos que entendernos a la fuerza", resume un dirigente conservador la relación con la formación de Albert Rivera. Las fuentes consultadas en el PP confían en que la forma en la que Rajoy ha respondido a la crisis en Cataluña, unida a una apelación al voto útil cuando se acerquen las próximas elecciones generales, acabará beneficiándoles electoralmente.

Los conservadores admiten que acusan el desgaste de ser la formación de Gobierno. Y, por tanto, el partido que ha tenido que apretar el botón del artículo 155 para hacer frente a la situación en Cataluña. Pero no sólo de esta decisión, ratificada la semana pasada por el Senado con el apoyo del Partido Socialista y de Ciudadanos, sino de todo el proceso que ha conducido a aplicar por primera vez en la historia esta herramienta constitucional que interviene la autonomía de una comunidad autónoma.

"Cuando uno gobierna tiene que tomar determinadas decisiones de las que tiene que responsabilizarse. Es muy sencillo decir qué harías en ese caso si fueras tú el que llevara las riendas de un país. Pero la cosa cambia cuando tú eres el último responsable", subraya un dirigente preguntado sobre el papel de Ciudadanos en este proceso.

Un electorado muy similar

Los conservadores no han disimulado que les resultaba incómoda la presión del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, para que aplicara el 155. Para Rajoy siempre fue la última opción y la formación naranja supo aprovechar este escenario para exigir al Gobierno que no dilatara más su puesta en marcha. La postura de la formación naranja coincidía con la del sector más conservador del Partido Popular, siempre molesto con la tendencia del presidente a dejar que los problemas se agoten por sí solos.

Las críticas y las presiones para actuar desde el primer momento no han evitado que Rivera se declarara desde el principio al lado del Gobierno en la cuestión soberanista. "Es su papel y lo juega bien", reflexiona un dirigente regional. "Es oportunista y rápido a la hora de arrogarse cualquier decisión como propia", añade al tiempo que sentencia: "Tenemos que entendernos a la fuerza". Los 32 escaños de Ciudadanos ayudan a Rajoy a sacar adelante algunas iniciativas. De hecho, sin ellos tendría todavía más difícil sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para 2018. Y, por extensión, para continuar la legislatura.

El entenderse a la fuerza lo resumió de forma muy gráfica, tirando de refranero, el vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez-Maillo, hace meses en una rueda de prensa. El PP acababa de avanzar que le iba a ser imposible cumplir algunos de sus compromisos del pacto de investidura con Ciudadanos puesto que algunas de las reformas necesitaban no sólo del concurso del PP y Ciudadanos, sino de más partidos. En este contexto, se preguntó al coordinador general por qué aceptaron condiciones que sabían que no iban a poder cumplir. Y no disimuló: "Eran lentejas...", dijo. La continuación del refrán es "si quieres las tomas, si no las dejas".

Son muchas las ocasiones en las que han aflorado en público los choques entre Rajoy y la formación a la que definen como "socio preferente". Los ha habido a la hora de reaccionar a los escándalos de corrupción, los ha habido a la hora de negociar los Presupuestos Generales del Estado para 2017 y, más recientemente en lo relacionado con el 1-O y la respuesta del Estado a Carles Puigdemont. Hasta el punto de que el propio presidente del Gobierno llegó a admitir en el Congreso de los Diputados su desconcierto con la reacción de Rivera.

El enfado de Rajoy

"Soy consciente de la dimensión del problema, sé que no tiene una solución en un cuarto de hora, sé lo que hago y procuro pensarme las cosas y pensar bien las consecuencias de mis decisiones. Usted tiene, como es natural, todo el derecho a opinar. Yo tengo que gobernar; también puedo opinar, pero sobre todo mi función es gobernar. Yo a veces no le entiendo, señor Rivera. Yo he compartido mis decisiones con usted, las he compartido, y no entiendo al menos una parte de su intervención", respondió Rajoy al líder de Ciudadanos en la comparecencia parlamentaria del 11 de octubre para rendir cuentas de la actuación del Ejecutivo el 1-O.

Previamente, el presidente de la formación naranja había considerado que la crisis en Cataluña no se resolverá con un "burofax" en el que el Gobierno central pida al presidente de la Generalitat que cumpla la ley sino que será necesario derrotar políticamente al nacionalismo. Según dijo, el problema actual "no se soluciona en un cuarto de hora". "Nos estamos jugando España y nos estamos jugando la libertad y la democracia en Cataluña", sentenció.

Horas antes el Gobierno había anunciado la remisión a Puigdemont del primer requerimiento para la vuelta a la legalidad, tal y como establece la legislación para la puesta en marcha del artículo 155 de la Constitución.

Días después, también en el contexto catalán, los socios PP y Ciudadanos dejaban al descubierto otra fisura. El Pleno del Congreso rechazaba una moción de Ciudadanos para evitar el supuesto adoctrinamiento en las aulas catalanas. La formación naranja sólo obtuvo el apoyo de UPN en esta votación, que contó con la abstención del PP y el voto en contra del resto de partidos de la Cámara.

El diputado de Ciudadanos Toni Cantó, encargado de defender la iniciativa, cargó contra PSOE y, sobre todo, contra el PP por dejar "solo" a Ciudadanos en este asunto. Y criticó la enmienda presentada por el PP al tiempo que justificaba que no había sido aceptada porque "dejaba en la nada" y "descafeinaba" las intenciones de Ciudadanos.

El electorado más conservador del PP está muy sensibilizado con estos temas y los conservadores no ocultaban que este tipo de debate les hace "daño". En este sentido, la portavoz del PP en aquel debate, Elena María Bastidas, defendió a su formación y a lo que definió como "lucha decidida" contra los "gravísimos casos de adoctrinamiento" que se han registrado en la comunidad catalana. Pero reprochó a Cantó su "sobreactuación" en esta materia pidiéndole "humildad y coherencia" en el tema cuando. Así, sostuvo que Ciudadanos no ha apoyado al PP en Valencia en una iniciativa con objetivos similares a esta moción.

También sentó muy mal la intervención de diputado de Ciudadanos en el debate de una proposición no de ley del PP en apoyo de la actuación de la Policía y la Guardia Civil en Cataluña. Pese a apoyarla, desde la formación naranja se acusó al Gobierno de haber actuado "tarde y mal" en Cataluña.

"Ese es el verdadero motivo por el que ahora el Grupo Parlamentario Popular nos trae una proposición no de ley para intentar cubrir la acción del Gobierno durante estos días; un Gobierno que ha tenido a cerca de seis mil agentes destinados en Cataluña en una situación de casi abandono, semiabandono, de desprotección y de desamparo", se quejó Gutiérrez. Unas declaraciones que censuró el portavoz del PP en el Congreso Rafael Hernando en su perfil de Twitter:

 

"Estos ataques hacen mucho daño. Son nuestras banderas tradicionales: la educación, la unidad de España, la defensa de la actuación de la Policía y la Guardia Civil", valora un diputado. "Son muy oportunistas, van dirigidos a nuestros votantes", añade.

El grueso de las fuentes consultadas aseguran que, al final, las cosas se ponen en su sitio y la actuación de Rajoy con el 155 ha demostrado que sabía lo que tenía entre manos. Y que, a medida que se vayan acercando las elecciones generales, irán asentando el discurso del "voto útil".

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Mientras, está a punto de arrancar la campaña para las elecciones en Cataluña, que servirán al PP de termómetro para medir la fuerza de Ciudadanos y cómo han entendido en esta comunidad la actuación del Gobierno.

Rajoy ha dado órdenes a los suyos de volcarse en todo lo que les demande el candidato y líder del PPC, Xavier García Albiol, mientras debate con la plana mayor del partido si conviene incrementar su presencia en actos de campaña o limitar esta.

De momento, los conservadores rechazan hablar de alianzas postelectorales. Pero no ocultan que su objetivo, si es posible, es desbancar a los independentistas.

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