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LOS ABUSOS DE LAS EMPRESAS

Más precariedad laboral en la lucha contraincendios: los pilotos de helicópteros perderán la mitad de su sueldo durante parte del año

Un helicóptero de la lucha contraincendios.

Primero fueron las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF), que llevan años reclamando con marchas y manifestaciones la categoría de bombero forestal para conseguir un aumento sobre los 900 euros al mes que cobran por su trabajo, con un plus de peligrosidad de sólo tres euros diarios. Este pasado octubre, la oleada de incendios en Galicia también puso en portada las condiciones laborales de los sus bomberos forestales, que denuncian la privatización del servicio de extinción y sus escasos sueldos –algunos de 900 euros– y los agentes forestales –con guardias a 1,39 euros la hora–. Hoy es a los pilotos de helicóptero, hasta el momento el cuerpo de élite de estas tareas, a quienes amenaza la guadaña de la precariedad laboral.

Babcock MCS España, conocida como Inaer hasta principios de este año y al cargo del 90% del sector nacional de emergencias aéreas, ha enviado cartas a una docena de sus pilotos de helicópteros donde se les comunica que no han alcanzado el 85% de su jornada de trabajo anual, por lo que deben elegir entre convertirse en trabajadores fijos discontinuos o pasar a cobrar de sueldo base 1.148,57 euros al mes, menos de la mitad del que perciben ahora, a la espera de ser llamados para un nuevo servicio. A los copilotos el salario base se les queda en 600 euros.

Buena parte de los casi 130 pilotos de helicópteros contraincendios se encuentran en esa situación: difícilmente llegan al 85% de las 2.000 horas o 225 días en que tienen establecida la jornada anual. Tienen trabajo asegurado durante los meses de más peligro de incendios, pero deben ser asignados a otros servicios desde octubre hasta febrero. Así que van a ser, en principio, los más afectados por ese drástico recorte salarial. Babcock ha enviado la carta, a la que ha tenido acceso infoLibre, incluso a trabajadores que no han alcanzado el 85% de la jornada anual por haber estado de baja.

El cambio de contrato y el recorte salarial para los pilotos y copilotos que no agoten la jornada máxima están recogidos en uno de los anexos del convenio colectivo que la entonces Inaer firmó con los representantes de los trabajadores en 2015, pero que no había aplicado hasta ahora, precisamente un mes después de haber denunciado el documento y pedir, por tanto, su renegociación. Tanto el Sindicato de Pilotos (Sepla) como el Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos (SLTA) rechazan el proceder de la empresa. El SLTA, que no firmó el convenio, prepara una demanda judicial por lo que consideran una modificación sustancial de condiciones de trabajo. El Sepla, que sí lo suscribió, ha solicitado una reunión urgente con la empresa para que justifique la aplicación de la medida. Ambos sindicatos creen que el motivo es económico, ahorrar en gastos de personal, pero el SLTA apunta a la pérdida de contratos públicos como detonante del recorte. “Dicen que los contratos contraincendios son deficitarios”, señala también el sindicato.

“Son ellos [la empresa] quienes te programan”, explican a infoLibre ambos sindicatos. Es decir, la empresa decide cuánto trabajan sus pilotos y si van a completar la jornada o no. La portavoz del SLTA en Babcock, Silvia Figuerola, teme que los responsables de la compañía “vayan a desprogramar al máximo de pilotos posible”. “A algunos los van a obligar a elegir entre ser fijos discontinuos o quedarse con la mitad del suelo sólo porque les faltaba un día para llegar al 85% de la jornada”, protesta.

“Trabajamos con clientes”, replica un portavoz de Babcock, “si se acaba un contrato o un servicio, intentamos recolocar a los pilotos con otros clientes o en otras campañas, pero si no es posible, existe esa opción del convenio”. La empresa lo presenta como una oportunidad para que los pilotos “mejoren sus posibilidades, si quieren mantener sus ingresos”. “Si no quieren exclusividad, son libres de trabajar en otra empresa”, concluye. En el caso de que los pilotos decidan convertirse en fijos discontinuos, pasan a cobrar el desempleo durante los meses en que Babcock no tiene trabajo para ellos. La empresa está obligada a llamarles en cuanto les consigan un servicio.

Militares a 300 euros diarios

El problema es que, al mismo tiempo que desprograma a sus pilotos de plantilla, Babcock contrata eventuales. No sólo para la temporada alta de incendios, cuando las puntas de trabajo obligan a reforzar los equipos, sino para todo el año y en todo tipo de servicios, se quejan los sindicatos. Entre ellos, un buen número son militares. Lleva ocurriendo al menos un par de décadas. Hasta 2014, cuando el SLTA denunció en el Senado y ante la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), también pilotos de la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Dirección General de Tráfico pasaban unas semanas de sus vacaciones trabajando para empresas privadas, incluida Inaer. Entonces el sindicato interpuso una treintena de denuncias e informó a los responsables del ejército y el Ministerio del Interior. “Su presencia ha descendido mucho en los últimos años”, aseguran fuentes del comité de Babcock. Y los quedan “deberían hacerlo legalmente”, añaden. Tanto la policía como la Guardia Civil y Tráfico impidieron una actividad privada que vulnera la incompatibilidad del personal militar. Pero, según el SLTA, al menos unos 40 pilotos militares –sobre todo de la Armada– trabajan aún como eventuales en la empresa. Les pagan 300 euros diarios.

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Babcock responde que la mayoría de los militares contratados se encuentran en baja definitiva, en excedencia o con licencia de asuntos propios; por tanto, legalmente. Y no sólo trabajan durante la campaña de incendios sino durante todo el año. Silvia Figuerola asegura que si los contratan con una licencia de asuntos propios, sigue siendo ilegal. “Es un abuso extraordinario, porque personas que tienen un puesto de trabajo fijo en el Ejército nos quitan el trabajo a los civiles”, rematan las fuentes del comité de empresa.

Figuerola apunta, además, que el recurso a estos pilotos militares también supone un problema de seguridad. “No informan a las empresas privadas ni al ejército sobre las horas de vuelo que acumulan y nadie puede, por tanto, controlar si cumplen sus horas de descanso”, destaca. Y la fatiga es un factor de riesgo en los accidentes aéreos, en un subsector ya de por sí con índices récord de siniestralidad. La tasa de mortalidad laboral de los pilotos de helicóptero es de 261 por cada 100.000 trabajadores, mientras que la media nacional es de sólo 3,2. Por establecer una comparación, en la minería, un sector considerado de alta siniestralidad, el índice alcanza sólo los 35,1 muertos por cada 100.000 trabajadores. “La lucha contra los incendios requiere especialización y dedicación exclusiva”, resalta Silvia Figuerola.

Los periodos en paro también son un factor de riesgo. “Es inconcebible que la empresa no potencie que sus pilotos estén en activo todo el año”, advierte la representante del SLTA. Mantener en el banquillo durante meses a estos profesionales les “aleja de su nivel óptimo cuando llegue el primer incendio”. “Se desvinculan de nosotros, sin un plan de carrera profesional, sin formación, sin medidas para tenernos en activo”. Ahora también se les desincentiva con una rebaja sustancial de sueldo. “Van a ganar más en el paro”, protesta Figuerola.

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