Buzón de Voz
Si yo fuera catalán...
Ya, claro, pensará el lector con buen criterio: “pero no eres catalán, así que me importa un pimiento lo que tú harías”. Hay mil cosas interesantes que hacer (y que leer) en lugar de atender la elucubración de un tipo que ni siquiera puede votar este 21 de diciembre, una de esas fechas convencionalmente calificadas de “históricas”, “decisivas”, supuesta y angustiosamente “definitivas” en la historia de Cataluña y de España (repleta por cierto de fechas “históricas y decisivas”). El caso es que en infoLibre tenemos por norma separar la información de la opinión y considerar esta última como totalmente personal, de modo que nunca como medio apoyamos o solicitamos el voto para una opción concreta. Nos parece que los editoriales colectivos representan más a las empresas mediáticas que a las Redacciones de los medios. Y en nuestro caso además se trata de una empresa formada por periodistas, lectores y pequeños inversores que comparten unos principios guiados por el respeto absoluto a la pluralidad democrática. Así que lo que sigue no es sino una divagación particular que espero disculpen quienes lleguen hasta el final y concluyan que han perdido unos preciosos minutos de su valioso tiempo.
- Si yo fuera catalán no sé exactamente lo que haría este jueves, porque como no soy catalán y sí creo que en todo lo que concierne al llamado ‘procés’ hay una fibra emocional importante, resulta absurdo dar por segura la forma en que uno viviría un conjunto de emociones que en realidad no vive. Por eso mismo si yo fuera catalán procuraría actuar lo más racionalmente posible, y huir de la petulancia de pensar que “los míos” están en posesión de la verdad. Intentaría tener presente a Albert Camus: “Debería existir el partido de los que no están seguros de tener razón. Sería el mío”.
- Si yo fuera catalán seguro que acudiría a votar. Es una muy recomendable costumbre que sigue las enseñanzas del machadiano Juan de Mairena: "Cuídate de quien te dice 'no te metas en política', porque eso es que quiere hacer la política sin ti". Cataluña y España tienen una vasta experiencia en el error de dar la espalda a la política para consentir que poderes no elegidos tomen decisiones en provecho propio y no en beneficio de la mayoría. En Cataluña y en toda España estamos más necesitados que nunca del compromiso político honesto.
- Si yo fuera catalán (incluso siendo leonés y ciudadano del mundo como cualquiera que derrapara en Madrid con 17 años) procuraría no votar a quienes me han engañado previamente. Ni a quienes prometieron o prometen paraísos imposibles ni a quienes ya han demostrado una mayor capacidad para crear o multiplicar problemas que para aportar soluciones.
- Si yo fuera catalán descartaría las papeletas de quienes en los últimos años se hayan dedicado a hacer electoralismo dentro o fuera de Cataluña en lugar de confrontar democráticamente con datos veraces y argumentos sólidos todo discurso nacionalista excluyente.
- Si yo fuera catalán leería atentamente el recién publicado ensayo con textos inéditos de Josep Pla, aunque solo fuera para intentar desmentir el retrato que dibuja: “El catalán es un fugitivo. (…) A veces parece un cobarde y otras un ensimismado orgulloso. A veces parece sufrir de manía persecutoria y otras de engreimiento. (…) A veces es un lacayo y otras un insurrecto, a veces un conformista y otras un rebelde. (…) El catalán no tiene patria, por eso es un ser diferente que no puede compararse con quienes la tienen. Perdió la patria e hizo un gran esfuerzo para tener otra, sin lograrlo”. Por todo eso Pla entiende a Unamuno cuando este dice de los catalanes: “Hasta cuando parece que atacan, están a la defensiva”. La humillación reiteradamente sufrida conduce no sólo a la indignación sino también a la vanidad. Unas cuantas décadas después, una dictadura después, una Transición después y tras unas cotas de autogobierno nunca antes alcanzadas, quizás sea hora de recordar que no hay nadie más parecido a un catalán rico que un madrileño rico, ni nadie más semejante a un joven catalán excluido o trabajador precario que un joven andaluz excluido o trabajador precario. La desigualdad provocada por las políticas neoliberales y la globalización desregulada no entiende de patrias ni de fronteras, salvo las que blindan los paraísos fiscales.
- Si yo fuera catalán confiaría menos que nunca en las encuestas. Ya hemos argumentado que las de este 21-D no son unas elecciones normales. No lo pueden ser con un candidato prófugo y otro encarcelado que se disputan el liderazgo independentista. No lo pueden ser con un Govern de cuyo “descabezamiento” y “liquidación” presume el Gobierno de Rajoy con un olímpico desprecio a la división de poderes. Todo lo cual no debería ocultar que el independentismo se empeñó en atropellar la legalidad y en ejercer como “la voz de un pueblo” sin tener siquiera una mayoría social que respaldase el ‘procés’. Se augura un récord histórico de participación que habrá que comprobar, sin olvidar que el resultado final varía mucho si la movilización fundamental es protagonizada por exabstencionistas (en su mayoría contrarios al independentismo) o por jóvenes que pueden votar por primera vez (en su mayoría partidarios del independentismo). Hay margen para la sorpresa cuando más del 25% aún se declara “indeciso”, aunque en su mayoría podría tratarse de votos decididos pero opacos u ocultos.
- Si yo fuera catalán tendría más presente que nunca al acudir a las urnas que no ganará quien más votos obtenga este jueves, sino quien más apoyos logre en el Parlament en las próximas semanas. Ganar es sumar, y no sumar es perder. Por eso el concepto de vencedor o derrotado es relativo, salvo que la sorpresa llegue al punto (improbable) de otorgar una mayoría absoluta a uno de los dos bloques enfrentados. Partidos con menor apoyo pero capaces de actuar como bisagra a la hora de conformar gobierno quizás tengan la enorme responsabilidad de decidir el inmediato futuro de Cataluña y (en parte) de España.
En fin, si yo fuera catalán seguramente aceptaría mal que nadie desde “fuera” pretendiera explicarme lo que debo o no hacer en “mi casa”. Pero como no lo soy, y como aspiro a que catalanes, leoneses, andaluces, madrileños o vascos podamos combatir juntos injusticias y posverdades me permito sugerir humildemente a cualquier catalán o catalana que no confunda a Rajoy con España, ni a los del “a por ellos” con “el pueblo español”, ni a ese sujeto que en Barcelona denominan “Madrid” con la realidad diversa y plural de Madrid y de España entera.
P.D. Este miércoles se celebra en Barcelona un acto que el pasado sábado vivimos en Madrid: dos enormes poetas, el catalán Joan Margarit y el andaluz Luis García Montero (que además preside la Sociedad de Amigos de infoLibre)leyeron juntos poemas para la libertad y el entendimiento. Concluyeron con un homenaje a la lengua catalana y un abrazo que simboliza y emociona más que cien discursos.