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Igualdad

La paridad flaquea en las academias de la lengua: ninguna alcanza el 25% de mujeres

Soledad Puértolas, académica de la Real Academia Española (RAE).

El miércoles 20 de diciembre la Real Academia Española (RAE) incluyó en su diccionario palabras como aporofobia, buenismo, especismo o postureo. Fuera del vocabulario quedó el término heteropatriarcado, que no logró pasar la criba. El concepto, que pone nombre a todo un sistema sociopolítico en el que el género masculino y la heterosexualidad tienen supremacía sobre otros géneros y sobre otras orientaciones sexuales, cobra sentido en las calles pero lo pierde en los órganos que legislan sobre el lenguaje. Un vistazo a quién compone las academias de la lengua puede desvelar las razones. La primera conclusión es aplastante: la proporción de mujeres respecto a hombres no llega al 25% en ninguno de los casos.

La RAE es un claro ejemplo de esta inequidad de género. Su composición está formada por 45 miembros, denominados académicos de número. De esos académicos, la cifra de mujeres se queda en ocho, el 17,7% del total. La estructura de la Junta de Gobierno no configura una excepción, si bien el porcentaje no resulta tan alarmante. De los nueve cargos existentes, sólo tres son mujeres. Una de ellas, Aurora Egido, ha sido escogida recientemente, este jueves 21 de diciembre, como la primera secretaria de la institución. La academia nace en 1713, pero hasta 1978 ninguna una mujer logró entrar en sus filas. Carmen Conde fue la elegida, después de que otras como Emilia Pardo Bazán lo hubieran intentado previamente sin éxito.

La estela de la RAE es tendencia en las academias lingüísticas del resto del Estado. La Real Academia Gallega (RAG), constituida en septiembre de 1905, permaneció durante cuatro décadas sin mujeres en su equipo. El vacío se extendió otras cuatro décadas más al no incorporarse Francisca Herrera Garrida, que llegó a leer un discurso de ingreso en 1945 a sus 76 años, pero que  fallece poco después. Es decir, 80 años de historia sin una sola mujer en la academia gallega. Es en 1986 cuando por primera vez un nombre femenino se abre paso entre los miembros. Se trata de Olga Gallego, y lo hace a la edad de 66 años. La incorporación de mujeres continúa su progreso en los siguientes años, hasta la composición actual: seis mujeres de 28, el 21,4%. Cabe matizar que el total de miembros de la RAG es de 30 personas. La explicación de que actualmente sean 28 reside en dos motivos: el primero es el fallecimiento de Xoana Torres, que presumiblemente será sustituida por Ana Romaní, pasando a ser siete mujeres de 29 (24,1%); y la otra razón apunta a una vacante aún por cubrir. En cuanto a la Comisión Executiva, dos mujeres entre sus cinco miembros: la tesorera y la archivera-bibliotecaria.

La Euskaltzaindia es la academia de la lengua vasca que, desde 1918, busca normalizar el uso del idioma, así como su estudio filológico y etimológico. De los 27 académicos con los que cuenta, cinco son mujeres, lo que significa que apenas un 13,5% de ellas tienen espacio en la institución. Cuatro de las académicas mujeres han sido nombradas en los últimos 15 años. La primera de ellas, Miren Azkarate, entró en la academia en el año 1983. En cuanto a los seis miembros que componen la dirección, sólo una, la tesorera, es mujer.

La Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) nace oficialmente en 1998 pero no se constituye hasta julio de 2001. Los primeros 21 académicos fueron nombrados por las Corts valencianas por un período de 15 años, para a continuación proceder a un proceso de cooptación según el cual son los propios componentes los que eligen a las personas que irán ingresando. Cada cinco años se renueva a siete miembros. El porcentaje de académicas sigue el mismo patrón que sus análogas: el 19,04% de sus 21 académicos son mujeres, es decir, un total de cuatro. En su Junta de Govern, el esquema permite cierto optimismo: las mujeres ocupan dos cargos de cinco, el de secretaria y el de vocal.

En cuanto a Cataluña, el equivalente a la real academia se encuentra en el Institut d'Estudis Catalans, concretamente en la sección filológica. Los miembros de número que componen dicha sección son un total de 27, de los cuales seis son mujeres, el 22,2%. De los cuatro cargos más importantes, presidencia, vicepresidencia, secretaría y tesorería, los dos primeros están ocupados por mujeres.

Demostrar los méritos

Verónica Cantó es la actual secretaria de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, y además la primera mujer que ingresó en la institución, desde su puesta en marcha en el año 2001. Ironiza sobre la proporción de mujeres en las academias: "Es así como muy esperanzadora, ¿verdad?", bromea en conversación con infoLibre. Las causas, dice, pueden ser diversas. "Lo que es sorprendente es que todavía a estas alturas" las mujeres se encuentren relegadas. "La mujer no sólo tiene que estar formada, sino que debe justificarlo y demostrarlo cada día", reflexiona Cantó, "mientras que al hombre se le supone".

No sólo los requisitos son más rígidos, sino que los juicios de valor son infinitos cuando de mujeres se trata. "Cuando una mujer es resolutiva se dice que manda mucho", pone como ejemplo, pero si el caso es el contrario y es un hombre, "se dice que gestiona muy bien. Esas diferencias todavía siguen pesando, y mucho". De hecho, añade, "en una mujer la ambición tiene una connotación peyorativa y en el hombre un sentido clarísimamente positivo".

El problema de que las mujeres estén infrarrepresentadas, aclara, no deriva de una supuesta "falta de decisión e iniciativa por parte de las mujeres", sino que existe todo una casuística que se nutre de fenómenos como el denominado techo de cristal, los estereotipos de género o la "conciliación y las paternidades responsables".

Con ella coincide Soledad Puértolas, que ocupa el asiento correspondiente a la letra G en la RAE desde el año 2010. "Todavía hay poca inclinación a mirar la labor de las mujeres", lamenta la escritora, quien cree que "la famosa invisibilidad, es verdad". Las causas de dicha invisibilidad son demasiadas como para enumerarlas, explica en conversación con este diario. "Porque llevamos siglos con eso, está en la historia, en nuestra cultura, en toda una concepción del mundo, de las ideas, donde la mujer ha estado excluida", analiza, "y cuando sí ha estado presente ha sido por unas características excepcionales". La mujer, agrega, se ha encontrado tradicionalmente "relegada al mundo material", obligada a una ausencia impuesta "en la esfera de las ideas, en la educación". "Arrastramos esa estela", afirma.

"Falta la mitad de la población"

Marilar Aleixandre ingresó en la Real Academia Galega en enero de 2017 y es, además, tesorera del organismo. En declaraciones a infoLibre, la literata recuerda algunos de las principales secuelas que derivan de la ausencia femenina. "La primera consecuencia es que falta una representación de la mitad de la población", subraya decidida. Otra, analiza, "es que la perspectiva feminista estuvo bastante ausente o muy minoritariamente representada". El feminismo, reflexiona Aleixandre, "es una corriente de pensamiento que tiene una importancia enorme en la segunda mitad del siglo XX". Es, de hecho, el impulsor de toda "una serie de cambios" que facilitaron "una nueva perspectiva, interpretar la literatura, el cine y las relaciones sociales de un modo diferente". En este sentido, "cualquier institución intelectual, como se supone que es la academia, debe incorporar esa perspectiva feminista". Si no hay lugar para esa óptica, añade, "ahí está faltando algo".

La escasa representación de las mujeres en los órganos de referencia, junto a su ausencia del currículo educativo, genera una falsa percepción: las mujeres académicas no están porque no existen. "Cuando en la RAG se eligieron cuatro mujeres seguidas la gente decía que era una barbaridad, y cuando entraban doce hombres seguidos a nadie se le ocurrió decir que esto era una anomalía", recuerda la escritora gallega. "Es una visión totalmente asimétrica", critica, y recoge el testigo de sus compañeras al concluir que "en general, las mujeres tienen que demostrarlo todo multiplicado por tres".

¿Qué efectos tiene incorporar una mirada feminista en organismos como las academias lingüísticas? Los ejemplos están sobre la mesa. "En la academia, gracias a que hay mujeres y algunos hombres con esa perspectiva feminista, en este momento el diccionario online permite búsquedas de términos en masculino y femenino", subraya Aleixandre, quien señala que "esto es muy reciente". De hecho no fue hasta febrero de este mismo año que el diccionario gallego permitió la búsqueda en femenino. Hasta entonces, buscar una palabra en femenino equivalía a que, automáticamente, la definición remitía a su significado en masculino. Se trata de algo que "algunos señores no aceptarían porque se aferran a una definición basada en el genérico". Precisamente el masculino genérico es una de las principales críticas del movimiento feminista, que tradicionalmente ha enfatizado la importancia de repensar el lenguaje para combatir el patriarcado.

Trabajo interno

Avanzar hacia un escenario realmente equitativo requiere trabajar sobre el binomio compuesto por las calles y las instituciones. Dentro de tres años la Acadèmia Valenciana de la Llengua deberá renovar a sus académicos, señala Verónica Cantó, y para cumplir la Ley de Igualdad, las siete que se incorporen tendrían que ser mujeres. "¿Tú crees que esto va a pasar? Yo no, y se estará incumpliendo la ley", lamenta.

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Los mecanismos para el cumplimiento de la ley pasan necesariamente por derribar mitos. "Cando se habla de esto, todo el mundo dice que no hay que mirar si son hombres o mujeres, sino los méritos", reflexiona Aleixandre. "Pero es que nunca se miraron los méritos, lo que se miró fue el sexo", añade. En este sentido, el asunto de las cuotas despierta opiniones enfrentadas. "Por una parte hay lo que es la normativa, por otro los cambios sociales y luego mecanismos como las cuotas para que todo esto se lleve a la práctica", relata Aleixandre. Aunque la autora defiende su aplicación en el seno de las empresas o en las listas electorales, reconoce que "en organismos como las academias es más complejo".

Sí existe, celebra, "una tendencia a aumentar" y eso en una institución "en la que la mayoría son hombres, significa que hay una sensibilidad para que por lo menos haya un número de mujeres más alto". El necesario cambio del paisaje debe venir precedido, opina, por un cambio social que "debería causar que poco a poco se vaya equilibrando". En esta labor, sostiene, los compañeros "saben que hay una necesidad de cambio".

Verónica Cantó, por su parte, reconoce que el trabajo interno no resulta sencillo. "Nos cuesta mucho", admite. "Cuando planteamos la entrada de una mujer, lo primero que nos dicen es que sí, pero insisten en que hay que ver el currículum. Siempre hay un condicional", censura. Se da la situación de que, además, las mujeres son consideradas, en el ámbito de la lengua "desde una vertiente dinamizadora y divulgativa, no tanto desde la aportación filológica. Dicen que somos como las madres de la lengua y no nos tienen en cuenta, pero ¿se hace más por la lengua encerrado en un despacho o saliendo a la calle?", cuestiona la filóloga.

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