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Las lagunas de la recuperación económica

España es el tercer país con peor calidad de empleo de la UE sólo por delante de Rumanía y Grecia

Los indicadores de calidad laboral se han deteriorado en España tras la crisis.

La Unión Europea tiene 17,9 millones de desempleados. Desde que en diciembre de 2012 alcanzara su máximo, con 26,18 millones de personas sin trabajo, el número de parados europeos se ha reducido en 8,28 millones. En 2019 la previsión es que caiga en otro millón y medio de personas, con lo que se alcanzará una tasa de paro de sólo el 7,8%, por debajo de la registrada en 2008, antes de la crisis. Sin embargo, el aumento del empleo durante la recuperación económica viene asociada a la “extendida percepción” de que muchos de esos nuevos puestos de trabajo son “de mala calidad”. Según un informeinforme del Instituto Sindical Europeo (ETUI), el instituto de estudios de los sindicatos comunitarios, la devaluación salarial y las políticas a favor de la flexibilidad laboral acometidas tras la crisis en muchos países de la UE han aumentado las formas atípicas de empleo, que ofrecen menos protección a los trabajadores y más inseguridad en los ingresos y el número de horas de trabajo.

Así, el ETUI concluye que en Europa la recuperación ha producido un retroceso en la calidad del empleo respecto a la que existía antes de la crisis, tanto en los salarios como en el resto de las condiciones laborales. Y España no se ha librado de esa tendencia. El informe actualiza el Índice de Calidad del Trabajo que elabora el ETUI, y que se compone, a su vez, de seis subíndices. España es el tercer país con peor calidad del empleo de la UE a 28 países, sólo por delante de Rumanía y Grecia. En el otro lado de la clasificación se encuentran Dinamarca, Luxemburgo, Finlandia y Suecia.

Además de los salarios, el Índice de Calidad del Trabajo mide la calidad de los tipos de empleo y la estabilidad laboral, así como las horas de trabajo y la conciliación, la calidad de las condiciones laborales, las posibilidades de desarrollo de la carrera profesional y la capacidad de representación colectiva. España es el país peor situado en el primero de los subíndices, el que analiza los tipos de empleo y su estabilidad. Es el farolillo rojo de la clasificación por detrás incluso de Chipre, Portugal, Polonia, Italia y Grecia. La culpa es de la elevada tasa de empleo temporalelevada tasa de empleo temporal que sufre España –el 26,8%, la segunda más alta de la UE tras Polonia–, y del cuantioso número de trabajadores a tiempo parcial involuntario. Además, el informe añade un tercer factor: la percepción subjetiva de las posibilidades de perder el trabajo los próximos seis meses.

España es también el cuarto país con peores horarios de trabajo y peor conciliación con la vida familiar. Sólo Grecia, Eslovenia y Eslovaquia la adelantan. En este caso, el ETUI ha medido el porcentaje de trabajadores que superan las 48 horas semanales, así como los que trabajan a turnos, los sábados y domingos o de noche. Además, España resulta ser el país donde más se deterioró este indicador entre 2010 y 2015, junto con Irlanda, Chipre y Dinamarca. “Es uno de los efectos paradójicos de la crisis: la caída de la demanda de empleo y del trabajo disponible tuvo como consecuencia una redistribución del trabajo a través de la reducción el número de horas trabajadas”.

Más estrés, más riesgos, menos formación

El mercado laboral español lidera igualmente el empeoramiento de otros dos índices, el que mide la calidad de las condiciones de trabajo y las posibilidades de desarrollo profesional. Es el cuarto por la cola en el primero, que mide la intensidad y el grado de autonomía en el trabajo, así como los factores de riesgo físico. Por ejemplo, los países nórdicos y Reino Unido salen malparados en esta clasificación por culpa de sus altos niveles de estrés y desgaste laboral, aunque también gozan de buenos niveles de autonomía laboral –capacidad para elegir tiempos y métodos de trabajo–. En cambio, Alemania es de los que mejor gestiona los riesgos físicos, puesto que su industria se ha concentrado en las actividades de mayor cualificación, con altos estándares de salud y seguridad laborales, y ha desviado fuera del país y de la UE las fases más penosas de la producción.

En el caso de España, es el tercero con peor gestión de los riesgos físicos y el séptimo en intensidad del trabajo, pero cae hasta el undécimo en lo que a autonomía en el empleo se refiere. Por sectores, la agricultura española es la segunda de Europa –tras la chipriota– que peores condiciones laborales ofrece, el transporte es el tercero por la cola y la construcción, la quinta peor situada. En comercio y hostelería, España sólo es la sexta por el final de la lista. En industria mejora algo: la novena.

En lo que se refiere al desarrollo de la carrera profesional, España queda la novena peor de la lista, pero también es el único país, junto con Bélgica, Eslovenia y Reino Unido que ha empeorado su puntuación respecto a 2010. El informe ha analizado el porcentaje de la población activa que ha recibido formación profesional en las cuatro semanas previas y el número de quienes consideran que su trabajo les ofrece “buenas perspectivas de avance profesional”. El resultado es que sólo uno de cada cuatro trabajadores europeos había participado en un curso de formación en el último mes y consideran que prosperarán en su empleo.

Finalmente, la representación colectiva de los trabajadores españoles se sitúa en la media de la Unión Europea. Medida según el nivel de cobertura de los convenios colectivos, la afiliación sindical y el número de representantes en las empresas, se ha recortado de forma sustancial, asegura el informe, en los últimos años. Como causas, apunta al aumento del paro y al debilitamiento de los sindicatos, que han “dado ventaja a las empresas” tras la crisis. Aun así, los países nórdicos han mantenido sus altos niveles de cobertura y afiliación, mientras que las naciones mediterráneas, con Grecia a la cabeza, han perdido buena parte de su fuelle por culpa de las reformas laborales. También en Alemania la negociación colectiva ha perdido cobertura.

El tercero con más trabajadores pobres

Mención aparte merecen los salarios. De los 28 países de la UE, España se sitúa exactamente en el centro de la tabla. Los mayores sueldos mensuales netos los ganan en Luxemburgo, Dinamarca, Irlanda y Suecia, donde también las mujeres sufren las mayores brechas salariales, junto con Alemania y Holanda. Por el contrario, es en Croacia, Chipre, Hungría, Austria y Reino Unido donde más cayeron los salarios reales entre 2010 y 2015.

Pero si se mide el número de trabajadores pobres, aquéllos cuyos ingresos no alcanzan el 60% del salario mediano, en 19 países de la UE su número es mayor en 2015 que en 2005. Es más, España vuelve a colocarse en los primeros puestos de las clasificaciones negativas. Es el tercer país, sólo superado por Grecia y Rumanía, con más trabajadores pobres, un 13,1%.

El salario no es sólo un indicador de la calidad del empleo sino que, a la inversa, la baja calidad de los nuevos puestos de trabajo es una de las razones que frenan la subida de sueldos frenan la subida de sueldosen Europa. Lo destaca otro informe, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Perspectivas sociales y del empleo en el mundo. “La mala calidad de los empleos creados desde 2015 ha contribuido en parte a limitar las subidas salariales”, asegura la OIT, junto con la baja inflación y el bajo crecimiento de la productividad. El organismo internacional vuelve a poner el punto de mira en el alto porcentaje de empleos a tiempo parcial involuntarios. Los trabajos a jornada completa creados con la recuperación no han recuperado aún los que se perdieron entre 2008 y 2013. En 2008, los empleos a tiempo parcial representaban el 18,7%; en 2016 se elevaban al 21,6%. Y si en la UE el 30% de esos contratos son involuntarios, España duplica esa cifra. Al dato hay que añadir un 54% de trabajadores temporales también “involuntarios”, que querrían tener un empleo fijo pero no lo encuentran.

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Subempleo y 'bad jobs'

Trabajadores a tiempo parcial y trabajadores temporales, sumados a quienes están dispuestos a trabajar pero no buscan un empleo y a quienes lo buscan pero pueden trabajar en el corto plazo componen el subempleo, un total de 11,1 millones de personassubempleo en la Unión Europea, según los cálculos de la OIT. La mayor parte, mujeres con cargas familiares, desanimados y jóvenes, que son catalogados como “fuerza de trabajo potencial” y deben sumarse a los 18,7 millones de parados a la hora de medir el “grado de infrautilización de la mano de obra” en Europa, insiste la OIT. España es el segundo país de la UE con más mano de obra infrautilizada, sólo por detrás de Grecia y por delante de Italia y Croacia.

Ese elevado número de trabajadores subempleados en la Europa rica son los que, según el informe del EUIT, han copado buena parte del crecimiento del empleo tras la crisis de 2008. La recuperación se ha basado en lo que el documento llama bad jobs, esas formas atípicas de empleo con niveles de calidad por debajo de los que disfrutaban los trabajadores antes de la caída de Lehman Brothers.

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