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Muros sin Fronteras

Es la revolución de los estudiantes

Tenemos un presidente de EEUU que en medio del debate sobre el control de las armas afirma que él habría corrido, incluso desarmado, a detener al tirador de Parkland. Donald Trump había dado muestras de ser un macho-man, pero esta supera a todas. Quizá no sea necesaria una muestra de valentía tan cinematográfica y bastaría que hiciera su trabajo, ser el presidente de todos los estadounidenses, no solo de los que tienen dinero (para las donaciones) e influencia política.

He leído esto en la revista Newsweek: “Un chico de 18 años fue detenido el viernes por llevar al colegio un AR-15 [fusil semiautomático idéntico al de la última matanza]. La Policía no cree que el estudiante planificara una acción a la escuela, solo que llevar el arma fue una decisión terrible”.

Esta es la esencia del problema la (in)cultura de las armas está tan enraizada que incluso la policía, la institución a la que la sociedad entrega el uso razonable de violencia a cambio de tranquilidad, no ve una amenaza en un rifle capaz de disparar cien balas en un minuto.

Una lectura esencial: este magnífico texto de Mike Spies en The New Yorker. Está en inglés y el acceso gratuito a la revista se encuentra limitado a cuatro textos al mes. Por si se lo han gastado, destaco lo más importante.

En él cuenta la historia de Marion Hammer, de 78 años, la lobista por excelencia del NRA (Asociación Nacional del Rifle). Es la madre de todas las influencias en Florida desde hace cuatro décadas. Su mejor gol al sentido común lo metió en 2011, en el primer mandato del gobernador Rick Scott (un negacionista del cambio climático). Ese año logró la aprobación de una ley que otorga al gobernador plenos poderes para multar y despedir a cualquier  funcionario que intente suavizar o modificar la actual legislación del Estado, una de las más permisivas del país. Hammer trabajó junto al represente Matt Gaetz, que lleva 28 años en el Parlamento estatal, que se encargó de presentar y defender el proyecto de ley.

Hammer no es un cargo electo, sino una distinguida empleada de un lobby cuya misión es poner el dinero de los fabricantes de armas por encima de la seguridad pública. Cuenta Spies en su texto que esta mujer menuda lleva una pistola en su bolso y que una vez declaró al Sentinel de Orlando: “Si vienes hacia mí y creo que mi vida está en peligro o que me vas a hacer daño, no dudaría es dispararte”.

La NRA infecta la política de EEUU. Lean este hilo sobre una escuela de San Luis; prohíbe el represo a los alumnos que protestan contra las armas.

Y también el periodismo. Los presentadores de Fox News (la cadena favorita de Trump), y lo más granado de los medios ultraconservadores estadounidenses no han dejado de atacar a los estudiantes de la escuela Stoneman Douglas que han criticado a la NRA o al presidente. Han salido en tromba a descalificar a los demócratas que piden mayor control de las armas. Los llaman “oportunistas” y entonan el españolísimo “ahora no toca”. Solo se puede hablar de lo que ellos quieren y cuando ellos quieren. Es el precio de la servidumbre.

Son varios los estudiantes que han dado la cara en las televisiones y en prime time. Tienen un discurso elaborado. Uno de ellos, Cameron Kasky, puso en serias dificultades al senador por Florida, el republicano Mark Rubio, uno de los que más dinero recibe del NRA.

El ambiente está cargado de emociones en un momento político peligroso: hay elecciones legislativas en noviembre de este año; se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado (ambas cámaras forman el Congreso de EEUU). El escaño del senador Rubio no estará en peligro hasta 2022, pero él parece más tocado que nunca. No solo son los estudiantes, también los padres, quienes le confrontan y le recuerdan que la política es el servicio a la comunidad, y no al contrario.

Un ejemplo de la campaña contra los críticos de la NRA es la cuenta de Twitter de Educating Liberals. Tiene más de 246.000 seguidores. Dice en uno de sus últimos tuits: “Los liberales pedirán control de las armas cada vez que un loco dispare en una escuela, pero nunca piden el control de las fronteras cada vez que un americano inocente es violado y asesinado por extranjeros ilegales. Algo que pasa todos los días”. Hay un mensaje subliminal: matan los locos y los extranjeros, algo que no es verdad.

Uno de los supervivientes de la escuela de Parkland más activos en las redes sociales es David Hogg. Propone un boicot turístico en primavera si no hay un cambio de legislación.

Nadie pide la prohibición total, ni quiera que se limite la venta a personas con licencia de armas, como sucede en Europa, un requisito que demandaría unos requisitos previos sobre antecedentes penales y salud mental. Los más atrevidos sugieren subir la edad mínima de compra de 18 a 21 años y prohibir las armas de asalto como el fusil AR-15, el más vendido en EEUU: nueve millones de unidades. Es decir, hay varios millones de personas que tienen en su casa o uno o varios fusiles como el utilizado para matar 17 estudiantes en Parkland. Pero la clave son las fronteras.

Trump afirma que el problema son las imágenes de violencia que contaminan las mentes de los jóvenes. Es posible que así sea, pero ¿por qué no afecta del mismo modo a los adolescentes de otros países que ven las mismas imágenes? ¿Puede ser que influya el acceso ilimitado a todo tipo de armas? La otra idea presidencial es armar a los profesores. Y entrenarles. El 44% de los encuestados creen que es una buena propuesta… hasta que un maestro (loco o extranjero) cause una matanza.

El 24 de marzo habrá una marcha sobre Washington. Los estudiantes convocantes esperan medio millón de asistentes. La llaman March For Our Lives (en defensa de nuestras vidas). Este movimiento está calando en una (parte) de la sociedad. Es la misma que ha despertado en defensa de las personas que sufren abusos y acoso sexual. Que los jóvenes se movilicen suele ser un síntoma de salud democrática. Muchos podrán votar en noviembre y tal vez decidir un buen puñado de escaños.

La revista Slate nos recuerda cuál es el techo de nuestra esperanza: “No hay ley de control de armas que pueda aprobar el Congreso que sobreviva en los tribunales de Justicia”. Ahí estará el Supremo con su mayoría conservadora. ¿No sería bueno una lista completa de personas y empresas pro NRA?

¿Qué Italia, qué Europa?

La presión social empieza a funcionar: Delta y Hertz han anunciado que cortan sus vínculos con la NRA. Habrá más.

Otra estudiante que ha hablado claro es Emma González. Ya ha superado en millón de seguidores en su cuenta de Twitter. Uno de sus retuits es para una estudiante de 19 años que nombra algunas personas y la edad que tenían en 1776, año de la independencia de EEUU: Lafayette (18 años), James Monroe (18), Natan Hale (21), Alexander Hamilton (21). El mensaje es claro: los estudiantes que protestan hoy pueden ser los dirigentes del mañana. Solo necesitan dos cosas: trabajo y no olvidar sus ideales.

 

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