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Portada de 'Morder la manzana'

Morder la manzana. La revolución será feminista o no seráLeticia DoleraPlanetaBarcelona2018Morder la manzana. La revolución será feminista o no será

"Todo empieza cuando una mujer habla con otra mujer". Las palabras de la activista feminista Mireia Bofill abren Morder la manzana. La revolución será feminista o no será (Planeta), el debut en el mundo de los libros de la actriz, guionista y directora de cine Leticia Dolera. La frase resume de forma cristalina el origen y el espíritu del libro. La primera escena (el término no es casual) del volumen se desarrolla en una coctelería del centro de Madrid. Unas amigas, las de la propia Dolera, habla de lo divino y de lo humano en el muy común encadenar de copas. La conversación las lleva hacia terrenos desconocidos: una escena de terror en un taxi que no habían compartido nunca, el masaje de pesadilla que una no se atreve a llamar como lo que fue. Después de la perplejidad y la pena, la conclusión es obvia: el miedo de todas se parece y lo que sucedió aquella vez o aquella otra no dependía de una, que fue torpe o no supo reaccionar o no entendió. Como resumía la autora en una entrevista reciente para este periódico: "O sea, que lo que te pasa es sistémico, es político".

A partir de ahí, el montaje de Morder la manzana es velocísimo. La cineasta intercala escenas como la descrita, narradas en una primera persona comprometida con la levedad y el humor incluso en los capítulos más duros (los hay), con capítulos dedicados a resolver dudas básicas sobre el feminismo, estrategias para responder a ciertos comentarios machistas o introducciones a pilares de la teoría feminista, como El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, o La mística de la feminidad, de Betty Friedan. Pero este no es un volumen de teoría feminista (Dolera se limita a resumir y hacer accesibles algunas de las ideas rectoras del feminismo contemporáneo) ni unas memorias (las vivencias de la autora no suponen el grueso del conjunto, y funcionan más como llaves a ciertos conceptos y como espejo de la experiencia de la lectora). Morder la manzana es un panfleto (en el buen sentido del término) ágil, conciso y accesible que tiene la clara vocación de iniciar, sobre todo a las más jóvenes, en el feminismo. 

"Este es el libro que me gustaría haber leído de adolescente", decía, de hecho, su autora en la presentación a medios celebrada el martes. Dolera cuenta con la baza de su popularidad para llegar a su público objetivo: su rostro está en la televisión desde el año 2000 (alguno la recordará aún por sus inicios en Al salir de clase), ha participado como actriz en [REC]3: Génesis, De tu ventana a la mía o La novia, y estrenó en 2015 su ópera prima Requisitos para ser una persona normal. Alguno (alguno que quizás jamás se plantearía comprar un libro como este) podría verlo como un ejercicio de oportunismo. Pero se trata de un ejercicio de activismo y divulgación. O, como ella defiende, "poner [su] granito de arena". La autora no se presenta como experta en feminismo, sino como una mujer que ha leído sobre él y ha reflexionado sobre el machismo en su propia vida y que se ofrece a compartirlo. No es un manual ni pretende serlo. 

Si este libro llegara a sus manos por un golpe de ciencia ficción, la adolescente que fue Leticia Dolera quizás leería por primera vez el nombre de Olympe de Gouges, que en 1791 publica la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana. O el de Emmeline Pankhurst, líder del movimiento sufragista británico (y partidaria de la acción directa, un hecho que quizás tampoco conozcan las adultas). Podría preguntarse sobre su propio miedo a no tener novio, reflexionar sobre la influencia de los relatos culturales sobre nuestra concepción del amor o descubrir, asomándose a las conversaciones de Dolera y sus amigas, que se puede practicar y hablar de sexo sin que la consideren a una (o sin considerarse a una misma) una puta. 

Aquellas lectoras más versadas en el feminismo, sin embargo, quizá encuentren algo magros los capítulos dedicados a la historia y conozcan ya los términos sobre los que se esfuerza en arrojar luz la autora. Quizás con algún otro (¿interseccionalidad? ¿sororidad?) se sorprenda. No son ellas las lectoras ideales de Morder la manzana. Pero la adolescente que fueron —o la mujer que no comprendía su propio malestar ante ciertas situaciones, que no se atrevía a comentar ciertos asuntos aparentemente privados con amigas— hubiera agradecido encontrárselo en una estantería. 

*Clara Morales es periodista de Clara MoralesinfoLibre

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