Ángel Martín: "Estás jodido si necesitas estar pendiente del teléfono para saber si la gente te quiere o no"
El 4 de junio de 2017, Ángel Martín (Barcelona, 1977) ingresó en el ala de psiquiatría del Hospital Puerta de Hierro de Madrid con un brote psicótico. Esta bien podría haber sido la broma final pero, muy al contrario, el cómico empezaba así un periplo vital que ha relatado en Por si las voces vuelven (Planeta, 2021) y Detrás del ruido (Planeta, 2023), y que ha llevado durante los dos últimos años a los teatros de todo el país y algunas ciudades europeas –80.000 espectadores en 84 actuaciones en 2023 y 90.000 en 79 shows en 2024– con el monólogo Punto para los locos, la frase que más se han tatuado sus muchos seguidores. La guinda a esta historia de destrucción y recuperación la pone ahora un tercer lanzamiento editorial, titulado precisamente Punto para los locos (Planeta, 2024), que llega a las librerías un mes antes de la despedida definitiva de esta etapa con un espectáculo final ante 12.000 espectadores en el WiZink Center de Madrid el próximo 30 de diciembre. Todo un éxito para la comedia stand-up española, tal y como remarca el propio humorista a infoLibre, así como una herramienta para mejorar nuestra salud mental que ahora queda escrita negro sobre blanco para la posteridad.
¿Qué siente uno cuando ahora ve el monólogo Punto para los locos convertido en un libro?
La gira ha sido muy potente, hemos tenido la suerte además de poder actuar con ella dos veces en el WiZink Center, la primera el año pasado y la segunda y última el próximo 30 de diciembre. Este es el texto que ha conseguido abrir un poco las puertas del stand-up en España a recintos de esa dimensión. Es cierto que se había hecho ya comedia, pero hasta ahora era todo en formato podcast o combinaciones de más cómicos; era la primera vez en España que un cómico de stand-up conseguía con un texto que se le abrieran las puertas de un recinto como este. Nos parecía que había sido lo suficientemente importante como para valorar tenerlo en papel. Aparte, la gente que viene a las funciones sale con la sensación no solo de haberse reído, sino de haberse llevado a casa dos o tres herramientas que igual no sabía que le pueden venir bien para gestiones suyas de su coco.
¿Y qué siente uno cuando sale en solitario a un escenario como el del WiZink Center ante 12.000 personas?
Es muy salvaje, tienes la sensación de haber conseguido desbloquear algo que durante muchos años la gente aseguraba que no era posible. Cuando en España hablabas de llevar el stand-up a recintos de esa dimensión, como se hace en Estados Unidos, la respuesta es que aquí no hay público o que los monólogos no tienen ese tirón. Por eso, la sensación de haber conseguido desbloquear esa pestaña no solo una vez, sino dos, es muy gratificante como cómico. Y no solo a nivel individual, sino que la sensación que tienes es que cualquiera que se dedique o quiera dedicarse a la comedia sabe que ahora mismo esta sí es una posibilidad real y ya puedes empezar a construir una carrera teniendo lugares cada vez más altos a los que quieres llegar. Cuando consigues una risa de treinta personas en un bar con un monólogo ya es muy salvaje, de manera que cuando lo logras con 12.000 de repente todo el mundo sale del recinto con una sensación muy extraña y difícil de olvidar, tanto para quien está en el escenario como para los espectadores.
Es un sueño hecho realidad para ti, y en el texto nos animas a los demás a perseguir los nuestros. ¿Después de sufrir el brote psicótico sientes que todo es posible?
Todo el mundo puede perseguir y poner la energía en lo que quiere. Yo no estoy muy de acuerdo con eso de que no todo el mundo puede hacer realidad sus sueños. Creo que la dificultad grande realmente está en si sabes o no cuál es tu sueño, que eso es lo que mucha gente a lo mejor no se ha parado a pensar. A lo mejor estás montándote una idea sobre cuál es tu sueño pero no lo has pensado bien. Por ejemplo, a lo mejor piensas que tu sueño es ser actor, pero a lo mejor cuando descubres que eso también implica muchas horas de no hacer nada o estar interactuando con una pantalla verde y tienes que esperar seis horas para decir una frase, te das cuenta de que no quieres ser actor y de que estás idealizando ciertas cosas. Por eso, creo que el punto uno de todo esto es si la gente tiene claro cuál es su sueño. Porque a veces la gente dice 'pues no trabajar', pero no trabajar no es un sueño, es algo que a lo mejor te apetece, pero no es un sueño. O 'estar bien'. Pues eso tampoco es un sueño. Lo primero que hace falta es definir muy bien cuál es el sueño, y luego ponerte a construir viendo si el tiempo lo estás dedicando a acercarte o a alejarte.
Uno de tus objetivos es que el espectador descubra un par de herramientas para estar mejor en su vida diaria. Dándole la vuelta a esta comunicación, ¿qué te ha enseñado la gente que asiste a tus espectáculos?
Lo que me han enseñado a mí es que van con intención de escuchar. Es decir, últimamente se dice mucho que la gente ya no escucha, que no presta atención y va muy a lo suyo, pero yo la sensación que tengo con los proyectos que arranco es que a la gente le apetece escuchar si tiene la sensación de que estás intentando echar un cable. Con esto no estoy diciendo que todo lo que hagamos siempre sirva, habrá gente que haya leído mis libros o escuchado el texto y no le haya servido, pero creo que la gente sí que está intentando encontrar imputs de cosas que le puedan servir. Creo que la gente quiere también tener la sensación de que quien les está hablando o intentando decir algo lo está haciendo con intención de ayudar y no de sentar cátedra o atacar tu forma de pensar, que es algo que ahora mismo es muy habitual. Es como 'si no piensas como yo, eres mierda', y la gente también se harta de eso y reacciona sintiendo que tiene derecho a no estar de acuerdo. Podemos escucharnos tranquilamente, escuchar los argumentos del otro. Gracias a los libros y el espectáculo he descubierto que la gente tiene ganas de escuchar, de prestar atención y de tratar de resolver sus cosas.
¿Es imprescindible recuperar la coherencia emocional para entendernos mejor unos a otros? Escuchar lo que nos dicen en lugar de estar pensando qué vamos a contestar, darnos tiempo para sentir las cosas.
Es escuchar de verdad, es prestar atención a la persona que tienes delante, procesar lo que te ha dicho y valorar si estás de acuerdo o no, pensar si lo siguiente que tú vas a decir suma o frena la conversación... Tenemos que entender que las palabras son una herramienta de construcción, porque creo que a veces interpretamos las palabras como algo que sirve para rellenar silencios y ya está. Cuando reconfiguras eso un poco, las cosas empiezan a funcionar mejor.
Estamos construyendo personajes que no somos nosotros en redes sociales, lo cual probablemente es una futura decepción
¿La risa cura o solo alivia?
No soy de los que piensan que la risa cura. Considero que si eres capaz de reírte o bromear con la situación que estás viviendo es probable que tengas algo de ventaja sobre el problema que estás teniendo, porque eres capaz de bromear y verlo desde un lugar que es un poco distinto. Eso te ofrece una herramienta nueva porque estás aún receptivo. Creo que la risa quizás lo que ofrece es un poco de 'todavía no está todo perdido'. En comedia, por ejemplo, creo que el hecho de ver un monólogo y comprobar que más gente se ríe contigo de algo que está mencionando el tipo que está en el escenario, te genera además la sensación de no estar solo y de que hay mucha más gente que vive y siente lo mismo. Es una herramienta poderosa en una dirección un poco inteligente. Conseguir reírse es una herramienta positiva, pero la risa no cura, no elimina el problema, lo que te ofrece a veces es una nueva perspectiva a partir de la que empezar a construir en una dirección distinta. Pero el curro lo vas a tener que hacer tú. Que alguien te haga reír no te va a resolver el problemita.
Mucha gente está confundiendo la vida real con la vida virtual, y en algún momento puede que nos estalle en la cara
Haces muchas reflexiones en el monólogo divertidas y con calado. No sé si a estas alturas nos hemos enterado ya de las diferencias entre vida real y vida virtual. ¿Hemos comprendido ya que las redes sociales somos nosotros mismos y el uso que les damos?
Creo que no solo no nos hemos enterado todavía, sino que estamos construyendo personajes que no somos nosotros en redes sociales, lo cual probablemente es una futura decepción. Hay gente mostrando una cara que no es la suya en realidad, y eso es un problema, porque hay muchas personas midiendo sus logros en la vida, o cómo es su vida, en base a los numeritos que tienen sus publicaciones. Si tú mides tus cosas con numeritos o emoticonos, y crees que en el mundo virtual te va muy bien, pero tu sensación es de soledad cuando estás en casa, en realidad estás destruyéndote. Sin ninguna duda. Estás jodido si necesitas estar pendiente del teléfono y las redes sociales para saber si la gente te quiere o no te quiere. Porque para la gente darte un corazón es una décima de segundo, pero eso no significa que vayan a estar contigo cuando tengas un problema. Creo que hay gente luchando por destacar o ser querido en un mundo que no es tangible. Prefiero tener la certeza de que si un día necesito comer pan pero no tengo el dinero que cuesta la barra, el panadero me conoce, tiene buena onda y me deja llevarme el pan, más allá de que yo tenga un millón de corazones en la última publicación que he puesto o mi foto sea bonita o no. Mucha gente está confundiendo la vida real con la vida virtual, y creo que en algún momento puede que nos estalle en la cara.
El problema es que los adultos pasan más horas que los niños delante de TikTok
¿Un brote psicótico es como estar media hora viendo vídeos de TikTok? ¿Hay toda una generación de niños en peligro por ello?
El problema es que los adultos pasan más horas que los niños delante de TikTok. Hablamos como si los niños fueran los que han ido a la tienda con seis años y se han comprado un móvil, pero no es verdad, somos nosotros los que estamos inculcando esa cultura en los más jóvenes. Hasta que no entendamos esto y dejemos de tirar balones fuera no hay nada que hacer. Cuando voy a un restaurante y veo a cuatro adultos que lo primero que hacen es ponerle al niño una pantalla en la mesa para que se entretenga, no me sorprenderá que ese crío o esa cría cuando tenga doce años esté en el patio del recreo con el móvil. Creo que nos resulta muy cómodo hablar de los más jóvenes como si fueran algo sobre lo que nosotros no tenemos ninguna responsabilidad, pero los adultos pasan mil horas mirando el puto móvil e internet, por lo que creo que primero deberíamos hablar de todos esos adultos enganchados y luego ya hablamos de los niños.
Ya no hablamos, nos mandamos audios que forman parte del pasado
¿Las notas de audio son la kryptonita de la salud mental?
Es que es terrible. Ya no hablamos, nos mandamos audios que forman parte del pasado. Yo te mando un audio ahora sobre algo que estoy pensando ahora y tú cuando lo escuches, sea el momento que sea, me contestarás a ese audio de una cosa en la que a lo mejor yo ya ni estoy pensando porque se ha resuelto. Grabamos audios con cosas del pasado para que los escuchen en el futuro y nos los devuelvan cuando ya no hace falta hablar de eso. Estamos como dejando emociones en stand-by para que nos las devuelvan dentro de un rato.
Ahora mismo en los medios todo se ha convertido en un juego, no tiene que ver con informar, sino con la atención de la gente
Una reflexión más que encontramos en este monólogo: ¿lo más peligroso para la salud mental son los medios y los informativos?
Es que en los informativos hoy en día, básicamente, todo se reduce a conseguir clickbait. Y ya está. La verdad no importa tanto como que hagan click en tu noticia o se queden viendo un vídeo y cascarles el anuncio antes. Para eso, tienes que generar un titular lo suficientemente morboso como para que alguien quiera hacer click y esperar los dos vídeos que le van a poner antes de la noticia que le has dicho. Ahora mismo en los medios todo se ha convertido en un juego, no tiene que ver con informar, sino que tiene que ver con la atención de la gente. Cuanto más rato estén mirando tu medio digital, mejor, y la forma de conseguir eso es creando titulares en los que además te digo la emoción que tienes que sentir al ver el vídeo. Casi todos los titulares ahora empiezan con 'aterradoras imágenes'. Bueno, déjame decidir a mí si son aterradoras o no, porque si no ya me estás diciendo desde qué emoción tengo que verlo. Los titulares se han convertido en la emoción que tienes que sentir antes de ver el vídeo, y las noticias ya ni siquiera se leen. Normalmente leemos el titular y, con suerte, las dos primeras líneas. Creo que eso es demoledor porque en el campeonato por la atención hemos descubierto que todo lo negativo es mucho más adictivo para el ser humano. Estamos jugando con las emociones, y si son las negativas las que provocan que la gente preste atención y haga click, a tope con eso.
¿Te conoces más y te gustas más después de dos libros y este monólogo? ¿Nos gustaríamos más si nos conociéramos mejor?
Me gusto mucho más que antes. Con esto no quiero decir que siempre tenga razón o siempre acierte, para nada, yo me sigo equivocando mucho, la sigo cagando, sigo metiendo la pata, pero sí que trato de ser coherente con mis decisiones y sé el porqué de todas las decisiones que tomo. Así, cuando me equivoco, puedo ver que ese no era el motivo correcto. Dejar de actuar por inercia y sin pensar es verdad que te permite ir conociéndote más. Y si consigues conocerte más, tienes dos opciones con todas aquellas cosas que no te gustan de ti: resignarte o ponerte a trabajar en corregirlas. Yo cuando descubro algo que no me gusta de mí me pongo a trabajar para que me guste. Sería muy absurdo mantener en mí algo que no me gusta y resignarme a que sea así.
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Lo único que pretendo cada vez que convierto algo en papel es, teniendo en cuenta que lo que me estás dando a cambio es tu tiempo, la única esperanza que tengo es que al cerrarlo la gente diga 'me ha servido'. Me da igual si es por un capítulo o una frase o todo el libro. Si tienes la sensación de que algo te ha servido para algo, para mí ya está y me doy por satisfecho. Eso es lo que busco yo cuando cojo un libro, leo cuando necesito resolver o comprender algo. Si leo un libro y hay una sola frase de trescientas páginas que me provoca un click en la cabeza, ya me ha servido.
¿Qué podemos esperar de Ángel Martín después del 30 de diciembre?
Este espectáculo seguro que no, después del WiZink Center se acaba y ya no vuelve al escenario ni dentro de diez ni de veinte años. A mí lo que me apasiona es el stand-up, así que imagino que organizaré algo relacionado eso. No creo que sea de forma inmediata, quizás haga algunas actuaciones en sitios más pequeños por cambiar y divertirme, pero yo soy cómico de stand-up, así que supongo que tocará escribir un nuevo espectáculo.