El poder de la Iglesia
La Iglesia utiliza una basílica legendaria de la que no existen pruebas para defender su titularidad de la Mezquita de Córdoba
La Iglesia católica reivindica los supuestos orígenes cristianos de la Mezquita de Córdoba, que a su vez forman parte de su argumentario para defender su titularidad del templo y la inmatriculación del mismo, en base a la teórica existencia de una basílica preislámica de la que no hay prueba alguna.
El Cabildo catedralicio y la Diócesis de Córdoba aseguran, y así lo exponen en los materiales sobre lo que llaman la "Mezquita-Catedral", que donde se levanta este templo omeya antes hubo uno cristiano visigodo, dedicado en el siglo VI a San Vicente Mártir. Así lo señala el Cabildo en la página web oficial del monumento y en el Museo de San Clemente, dentro del mismo.
En 2014 editó miles de folletos, en plena polémica por la inmatriculación del templo, en los lanzaba la siguiente pregunta: "¿Conoces la verdadera historia de la Catedral?". Ahí afirmaba que "en el siglo VI se construyó el complejo de la basílica visigoda de San Vicente Mártir sobre los terrenos actuales". De tal basílica no hay ni una sola prueba, ni un solo hallazgo que determine que existió.
Fernando Arce, arqueólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), señala en su artículo La supuesta basílica de San Vicente en Córdoba: de mito histórico a obstinación historiográfica, que dicho templo es únicamente de raíz "legendaria y literaria". Lo más llamativo es que se basa en la tradición literaria islámica. "Cierta tradición, recogida por compiladores como Idari (s. XIII) y al-Maqqari (s. XVII), es la más manejada y divulgada. Según el relato las tropas musulmanas que rinden Córdoba derriban todas las iglesias de la ciudad a excepción de una, localizada en el interior de las murallas. Al-Maqqari menciona su advocación: Sant B.n.y.n.t. Se interpreta que B.n.y.n.t puede ser la arabización del nombre Vicente, mártir valenciano de difundida memoria en época tardoantigua", expone Arce en su artículo.
Según los textos literarios, el derribo posterior de la basílica conformó el solar sobre el que se levantaría la mezquita en el siglo VIII. "Esta tradición literaria es la que dio lugar al nacimiento del mito de San Vicente: un magnífico edificio identificado con la catedral preislámica cordobesa (aunque nada se diga en las fuentes a este respecto)", anota Arce.
Evidentemente es un relato potente, por lo que tiene de humillación del Islam al cristianismo, de sustitución de una cultura por otra, en línea con el relato posterior de justificación de la Reconquista. "Pero si pasamos del registro documental al material, ¿qué pruebas arqueológicas tenemos respecto a estas olas de destrucción masiva de iglesias? En Córdoba ninguna", señala el investigador en su artículo.
Excavaciones en los años 30
Unas excavaciones en los años 30 del siglo XX arrojaron como resultado una ausencia total de hallazgos que corroborasen la existencia de la supuesta basílica, añade el artículo. El también investigador arqueológico del CSIC Luis Caballero incide en la idea de que los escasos hallazgos no se corresponden con restos religiosos: "A mi parecer, nada indica que estos restos pertenezcan a iglesias […]. Tampoco han aparecido restos de la primera mezquita que deberían interponerse entre los del supuesto conjunto de San Vicente y el edificio actual".
Las reconstrucciones pseudohistóricas basadas en los textos literarios no se sostienen arqueológicamente. No obstante, "arrinconado el mito" por los resultados "desmitificadores" de la excavación –señala Arce–, los discursos oficialistas se renovaron, planteando la existencia de un supuesto "complejo episcopal", del que la Basílica de San Vicente sería sólo una parte. Esto forma parte de lo que Arce llama "obstinación historiográfica". Aunque hay investigadores que defienden la posible existencia de este complejo, no hay pruebas de que en el mismo hubiera una basílica.
Un edificio "imaginado e idealizado"
"El mito era una fabulosa iglesia equiparable en monumentalidad y relevancia a la mezquita omeya. Un edifico imaginado e idealizado que las antiguas excavaciones demostraron que nunca existió. Las exploraciones de [Félix] Hernández [en los años 30] sacaron a la luz una realidad material que obligaba a buscar una nueva comprensión de los acontecimientos. Lo que parecía invitar a entrar en una etapa de reformulación fue sustituido por lo que llamamos una obstinación historiográfica", recoge el artículo de Arce. Ahora se invoca un supuesto "complejo episcopal", del que debería ser parte la basílica, a pesar de que no hay evidencias de la misma.
El Cabildo, aprovechando las obras de retirada de una celosía para que puedan entrar en la Mezquita-Catedral pasos de Semana Santa, ha realizado ahora unas catas arqueológicas. Nada hay en sus resultados que pruebe la existencia de la basílica. El Cabildo sí afirma que los restos hallados hablan del famoso complejo episcopal tardorromano, en base al hallazgo de restos de pavimentos y muros. Y asegura que la basílica debía de ser parte del mismo. "Estos muros [...] los vinculamos con una fase previa a la mezquita que creemos que está relacionada con el antiguo episcopium, del siglo VI-VII después de Cristo. No sabemos exactamente dónde se situaría la basílica", señaló en la presentación de los resultados el arqueólogo Raimundo Ortiz. Es decir, no aparece prueba alguna de la basílica, sino hallazgos compatibles con un supuesto complejo episcopal, del que se supone que tendría basílica. Con esos mimbres el Cabildo levanta todo un relato sobre un bien que es Patrimonio de la Humanidad.
"Si hay complejo episcopal, tiene que haber templo catedralicio. Y aquí no hay nada de eso", opone Fernando Arce en declaraciones a infoLibre. Y añade que todos los hallazgos en las sucesivas intervenciones han coincidido en la existencia de restos romanos en el estrato inferior y visigodos después. Nada, señala Arce, que apunte a un edificio religioso.
Hay un problema añadido para el discurso de la Iglesia. Un episcopio en la Córdoba visigótica anterior al siglo VIII, aun si hubiera existido, sería un edificio tan político como religioso. En resumen, en nada avalaría un supuesto derecho histórico de la Iglesia a hacer suya la Mezquita, ya en el siglo XXI, mediante una inmatriculación en secreto por un coste de 30 euros. En cualquier caso no hay nada en el informe de la excavación que atestigüe hallazgo arqueológico de ningún tipo sobre una basílica o un edificio religioso previo a la construcción de la mezquita omeya. infoLibre ha preguntado tanto a la Diócesis de Córdoba como al Cabildo en qué se basan para seguir manteniendo el discurso de la basílica de San Vicente, sin respuesta. Tampoco ha respondido Arqueobética, la empresa a la que el Cabildo le encargó los recientes trabajos.
Debilidad de las fuentes
Alejandro García Sanjuán, profesor titular de Historia Medieval de la Universidad de Huelva, señala que no hay nada que apunte a la existencia de la basílica. A su juicio, la defensa de esta teoría se inscribe en "la estrategia de dejar en un segundo plano la dimensión islámica del templo y potenciar la dimensión católica". La teoría de la supuesta basílica se basa en unos textos de cariz literario producidos "en un contexto de gran interés por reelaborar la memoria de la dinastía omeya y hacerla más próxima al califato omeya de Damasco", señala García Sanjuán.
Además de la debilidad de esta fuente escrita, las excavaciones también han pinchado en hueso. "La arqueología viene demostrando desde hace mucho tiempo que no ha habido ninguna estructura que se identifique como iglesia ni como complejo episcopal. No hay caso", señala el historiador, que añade: "Es una obstinación historiográfica que sirve al discurso de la Reconquista como hilo argumental de la historia de España".
Otro investigador, Pedro Marfil, sostiene que en la zona donde ahora se levanta la mezquita hubo "edificios cristianos" desde el siglo VI, "pero esto no tiene nada que ver con la propiedad" actual del templo. En cualquier caso, admite que no hay prueba alguna de basílica. Este arqueólogo, que desde 1996 ha intervenido en varias excavaciones en la Mezquita, afirma que allí se han encontrado restos de tres fases constructivas anteriores a Abderramán I, que indican la posible existencia de un "complejo episcopal". Marfil afirma que hay muros con inscripciones paleocristianas.
Pero, ¿y la basílica? "Hay una cosa que es la leyenda de la basílica y otra es la información material, que nos dice que hay varias fases constructivas con técnicas distintas entre sí en esa zona", responde Marfil, que recuerda que "en ninguna fuente antigua dice 'basílica'". El arqueológico mantiene que hubo un un complejo episcopal. Marfil se muestra contrario a vincular el debate sobre la titularidad de la Mezquita con los antecedentes históricos de la misma.
"Los moros, sólo el dinero"
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, lidera una campaña de largo aliento para borrar el legado islámico de la Mezquita, un monumento de atractivo internacional, conocido en todo el mundo por ese nombre: Mezquita. Hasta 2016 la Iglesia llamaba al monumento sólo "Catedral", y desde entonces, presionada por la Junta de Andalucía, "Mezquita-Catedral". En unas declaraciones el obispo llegó a afirmar: "Es arte cristiano bizantino. Los moros sólo pusieron el dinero".
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Fernández es un defensor a ultranza de la inmatriculación de la Mezquita por parte de la Iglesia, que explota el monumento, uno de los más visitados de España, prácticamente sin rendir cuentas y beneficiándose de una fiscalidad privilegiada. La Iglesia invirtió además en Abengoa dinero de la propia Mezquita.
La presión social y política en Córdoba para lograr otro modelo de gestión del templo, o incluso un cambio de titularidad, es creciente. La respuesta de las autoridades eclesiásticas es cerrarse en un discurso de reivindicación de la raíz cristiana de la Mezquita.
El mito de la Basílica de San Vicente sirve a ese propósito, para el que el Cabildo también se prodiga en actividades y exposiciones con masiva iconografía católica que distorsionan el sentido histórico-artístico de un monumento único en el mundo. Por ejemplo, la Iglesia colocó un santo a escasos metros del muro de la quibla y un cuadro de Teresa de Calcuta junto al bosque de columnas y arcos de herradura.