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Derechos laborales

Cincos años de la tragedia del Rana Plaza: los trabajadores se enfrentan a los mismos riesgos

Una familiar de una de las víctimas participa en una ceremonia de homenaje tras un lustro de la tragedia en Daca

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Aunque la seguridad se haya convertido en una prioridad en Bangladesh tras el derrumbe del complejo de fábricas del Rana Plaza en 2013, los activistas han denunciado que los trabajadores del sector textil del país se siguen teniendo que enfrentar a condiciones peligrosas en las fábricas pequeñas, según recoge Europa Press.

Algunas de las mejoras necesarias para solventar este hecho son una subida del salario mínimo, una regulación de los horarios de trabajo y la realización de un seguimiento de las cadenas de suministros, según los activistas.

Un total de 1.135 empleados murieron y más de 2.000 resultaron heridos en el derrumbe del Rana Plaza, un edificio de ocho plantas situado en las afueras de la capital del país, Daca. El suceso provocó que las marcas, los sindicatos y el Gobierno pusieran en marcha varias iniciativas para tratar de mejorar la seguridad y las condiciones de trabajo en el segundo país exportador de textiles a nivel mundial.

Sin embargo, muchos trabajadores han denunciado que "siguen trabajando por su cuenta y riesgo" aunque "se hayan llevado a cabo grandes avances en las mejores fábricas y en las más grandes", tal y como ha recogido un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva York.

Los académicos han estudiado la evolución del sector textil bangladeshí en los últimos cinco años y acaban de publicar sus conclusiones al respecto en un estudio, titulado "Cinco años después del Rana Plaza: Un camino hacia adelante". En él, los investigadores han estimado que alrededor de 3.000 subcontratas ayudan "a las empresas matriz a gestionar su volumen de trabajo para las exportaciones".

"Los empleados de miles de fábricas subcontratadas, muchas de ellas mujeres jóvenes, siguen trabajando en condiciones inaceptablemente peligrosas", ha criticado en un comunicado el académico Michael Posner, director de la institución que ha llevado a cabo el estudio, Centro para los Negocios y los Derechos Humanos de la Universidad de Nueva York.

Según una de las autoras la investigación, Dorothée Baumann-Pauly, subcontratar es para muchos bangladeshíes una práctica empresarial esencial que les ayuda a enfrentarse a las presiones cada vez más acuciantes de producir más.

"Con la caída de los precios y la rapidez de la industria de la moda, las fábricas bangladeshíes pueden llegar a depender más de las subcontratas que de los propios proveedores, a pesar de los riesgos que implica esta práctica", ha subrayado la investigadora. Riesgos entre los que se incluyen el hecho de que muchas empresas pequeñas ignoran las normas de seguridad y operan en edificios inseguros sin salidas de emergencia, alarmas y extintores.

"Nos abrieron los ojos"

La directora de un proyecto que busca localizar todas las fábricas de textiles de Bangladesh, Parveen S. Huda, ha dicho que su equipo está recorriendo cada calle para asegurarse que tienen en cuenta para su investigación hasta a la unidad de fabricación de textiles más pequeña.

"Esos más de 1.000 empleados (del Rana Plaza) no murieron en vano, sino que nos abrieron los ojos y nos hicieron darnos cuenta de las condiciones extremas en las que trabajan", ha subrayado Huda. "Poco a poco, estamos pasando de tratar en exclusiva los aspectos de seguridad a llevar a cabo un acercamiento más global para proteger los derechos de los trabajadores", ha añadido la investigadora.

Las dos iniciativas más importantes que se han puesto en marcha al respecto desde 2013 son el Acuerdo de Bangladesh sobre la Seguridad con respecto a los Edificios y a los Incendios y la Alianza sobre la Seguridad de los Trabajadores.

Muchos de los fallos que se habían registrado en las fábricas han sido corregidos. Se han inspeccionado alrededor de 2.000 fábricas y se ha proporcionado información y entrenamiento a casi tres millones de trabajadores en lo que concierne a su seguridad durante los incendios. Por si esto fuera poco, se han establecido otras iniciativas como las líneas telefónicas de ayuda y los comités de seguridad.

"Se ha aumentado la concienciación y las líneas telefónicas de ayuda cada vez reciben más llamadas", ha explicado el subdirector del Acuerdo de Bangladesh, Michael Bride. "Hace años, se decía a los trabajadores que no tenían que salir corriendo en caso de incendio, sino que debían quedarse y luchar contra el fuego, pero ahora entienden que lo que necesitan hacer es evacuar los edificios y que tienen derecho a renunciar ciertos cometidos si son peligrosos", ha relatado el activista.

"Mano de obra barata"

A pesar de las mejoras en lo referente a la seguridad, los trabajadores del textil en Bangladesh siguen estando entre los peor pagados del mundo, según un informe publicado por la Asociación del Trabajo Justo (FLA, por sus siglas en inglés) este martes.

El salario mínimo en el país es de 66 dólares (54 euros) y, por tanto, está por debajo de la línea de la pobreza del Banco Mundial —85 dólares (69 euros)— y del salario mínimo asiático, que es de 454 (372 euros).

Esto significa que la mayoría de trabajadores tienen que hacer horas extra para compensar sus sueldos, según el informe. Hasta un 20 por ciento de los salarios de los trabajadores bangladeshíes proviene de las horas extra que se ven obligados a hacer para compensar su sueldo, según la investigación. La mitad del personal trabaja más de 60 horas a la semana a pesar del impacto que esto tiene en su salud.

Un camino hacia delante

Posner ha explicado que solventar las condiciones de las fábricas subcontratadas de Bangladesh costaría 1.200 millones de dólares (983 millones de euros) y ha manifestado que se debería organizar un grupo de trabajo para contar el número de fábricas existentes y para evaluar lo que costaría acrecentar el nivel seguridad de las fábricas.

A su vez, el investigador ha añadido que las marcas, los gobiernos y las ONG deberían establecer un fondo para ayudar a pagar las mejoras necesarias para acrecentar las condiciones de los empleados. "Los clientes occidentales son los beneficiarios de los textiles baratos que se producen en Bangladesh, por lo que las marcas, los vendedores y los gobiernos occidentales deben asumir responsabilidades", ha manifestado Posner.

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En un comunicado, los miembros de la Alianza de la Seguridad de los Trabajadores han dicho que "aunque se haya comenzado a trabajar los temas de seguridad, no se ha llegado al final del proceso" y han instado a las marcas, a los propietarios de fábricas y a los ejecutivos a cimentar los avances que se han hecho. A su vez, los sindicatos han pedido que más marcas se impliquen en la mejora de las condiciones de los trabajadores del sector textil bangladeshí.

"La presión para trabajar, los objetivos de producción, la obligación de hacer horas extra y la falta de seguridad social hacen que los trabajadores del textil estén en condiciones muy vulnerables incluso hoy en día", ha resumido el presidente de la Federación de los Trabajadores del Textil e Industriales de Bangladesh, Babul Akhter.

"Se requiere una vigilancia constante de las iniciativas que se han puesto en marcha e incrementar el poder negociador de los trabajadores para que puedan obtener una compensación justa por las ropas que cosen para las marcas globales", ha finalizado el activista.

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