Latinoamérica
Colombia celebra este domingo sus primeras presidenciales en paz
Los colombianos votan este domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Es improbable que alguno de los ocho candidatos que compiten se proclame ganador, por lo que en realidad estos comicios servirán para filtrar a los dos aspirantes que realmente lucharán por la Casa de Nariño el 17 de junio, enfrentando visiones sobre el acuerdo de paz con las FARC, tema central de la campaña.
Más de 36 millones de colombianos están llamados a las urnas este 27 de mayo, a los que se suman otros 819.398 residentes en el extranjero que llevan votando desde el lunes, para elegir al sucesor de Juan Manuel Santos, aunque solo para los próximos cuatro años, ya que la reelección presidencial instaurada en 2010 por el exmandatario Álvaro Uribe fue derogada en 2015.
Ocho candidatos aspiran a recoger el testigo de Santos, entre ellos destacados políticos como el ex vicepresidente Germán Vargas Lleras o el jefe negociador del Gobierno en el diálogo de paz con las FARC, Humberto de la Calle. En esta exclusiva lista figuraba también el líder de la antigua guerrilla, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, pero en marzo tuvo que renunciar a sus aspiraciones presidenciales por su frágil salud.
Los que verdaderamente tienen opciones de alzarse con la victoria son Iván Duque, candidato de la suma conservadora integrada por Centro Democrático –partido fundado por Uribe– y el conservadurismo del exmandatario Andrés Pastrana, y Gustavo Petro, que abandera la Coalición Colombia Humana, alianza izquierdista formada por cinco partidos, incluido Unión Patriótica.
Petro comenzó ganando la carrera presidencial en un escenario en el que todavía no se habían definido todas las candidaturas. Sin embargo, en estos meses ha ido cediendo terreno ante Duque, que ahora se sitúa en cabeza, con un 40% de las preferencias y diez puntos de ventaja sobre el ex alcalde de Bogotá.
Estos números vaticinan que ninguno conseguirá la llave de Nariño en primera vuelta, para lo cual necesitarían obtener al menos el 50% de los votos más uno, y que el nombre del nuevo presidente se decidirá en el balotaje previsto para el mes que viene en un cara a cara que, previsiblemente, protagonizarán Petro y Duque.
La única sorpresa podría llegar de la mano de Sergio Fajardo, un profesor universitario que hace una década se estrenó en política para transformar Medellín dejando atrás el estigma de Pablo Escobar. El abanderado de la Coalición Colombia, formada por la izquierda clásica de Polo Democrático y el Partido Verde, se situaría alrededor del 10%, si bien podría arañar el voto centrista a uno y otro lado.
Una Colombia en paz
La gran novedad de estos comicios es que por primera vez en más de medio siglo los colombianos elegirán a su presidente en paz, gracias al acuerdo firmado en 2016 por el Gobierno de Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, otrora la primera guerrilla del país.
Los textos de La Habana, negociados durante cuatro años, han permitido reconvertir al grupo armado en el partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común y han despejado el camino para que la segunda guerrilla, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), inmerso en su propio diálogo con el Gobierno, obre la "paz completa" soñada por Santos.
Paradójicamente, la firma de la paz ha traído consigo un nivel "endémico" de violencia, en palabras de Naciones Unidas, por la guerra que se ha desatado entre los grupos armados supervivientes –disidentes de las FARC, el ELN, cárteles o paramilitares– por el control de los antiguos territorios y (lucrativos) negocios de las FARC.
En estos dos años, cerca de 300 líderes sociales y activistas, así como 50 exguerrilleros de las FARC, han sido asesinados, según datos del Defensor del Pueblo y de la Fiscalía. En respuesta, el Gobierno ha puesto en marcha un operativo de seguridad para este domingo dotado de 155.000 efectivos, entre policías y militares. "Se han dado todas las garantías", ha sostenido Santos.
Segundo referéndum
La paz es sin duda el eje central de la campaña. Duque, un prestigioso economista que regresó a Colombia hace solo cuatro años tras una estelar carrera en Estados Unidos, ha hecho de la oposición al acuerdo entre Gobierno y FARC su seña de identidad, ya que los demás aspirantes lo defienden sin ambages.
El acuerdo ha sido aplaudido por la comunidad internacional –Santos fue galardonado con el Nobel de la Paz–, pero no goza de tal popularidad en Colombia. Cincuenta y dos años de guerra y ocho millones de víctimas después, la mayoría personas desaparecidas a las que aún se busca, han marcado la psique nacional.
El referéndum celebrado el 2 de octubre de 2016 sobre el acuerdo de paz fue la primera prueba. El no, impulsado exclusivamente por Uribe y Pastrana, se impuso aunque exiguamente (50,21%) obligando a Gobierno y FARC a idear una nueva forma de ratificación que pasó por el Congreso un par de meses después.
El exitoso resultado de los expresidentes se ha materializado en la coalición conservadora que representa Duque. Ha prometido modificar el actual acuerdo de paz para eliminar la justicia transicional, que contempla sanciones más beneficiosas que la justicia ordinaria para quienes aporten verdad y sitúa al mismo nivel a guerrilleros, agentes estatales y terceros civiles (eufemismo de empresarios) por los crímenes cometidos durante el conflicto armado.
En las antípodas de Duque, si bien con distinta intensidad, se encuentran los otros siete candidatos. Petro, exguerrillero del M-19 que se define como hijo político de la paz, no solo ha prometido preservar el acuerdo con las FARC, sino que pretende dar continuidad al legado pacificador de Santos persuadiendo al ELN de que abandone las armas.
Desde el Gobierno saliente, por su parte, reprochan al uribismo –que ha logrado escorar a Pastrana– su discurso demagógico. Santos explicaba en una reciente entrevista a Europa Press que el acuerdo de paz está blindado por la Corte Constitucional durante al menos tres mandatos. "Nadie lo va a echar atrás", sentenció.
La gran oportunidad de la izquierda
La casi certeza de que el 17 de junio habrá que sacar las urnas de nuevo dibuja un cuadro político completamente distinto. El duelo entre Duque y Petro podría concitar el voto del sí a la paz en torno al autor de la Lista de la Decencia y conceder a la izquierda colombiana su primer gobierno.
La trágica historia de la izquierda en Colombia arranca con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948 desencadenando el baño de sangre de El Bogotazo y el oscuro periodo de La Violencia. A la de Gaitán siguió la muerte de numerosos dirigentes y el exterminio del partido político surgido del M-19.
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Petro tiene ahora la oportunidad de conquistar el poder para la izquierda. Uribe ya rompió en su momento la inercia turnista entre liberales y conservadores con su tercera vía por la derecha y el jefe de Colombia Humana tendrá que marcar un nuevo hito para ampliar el espectro político hacia el otro extremo.
Pesa en su contra la asociación que tradicionalmente han hecho los colombianos entre izquierda y guerrillas y la vinculación que Duque ha tratado de establecer entre Petro y el castro-chavismo –"Vota para que Colombia no sea otra Venezuela", reza un cartel electoral de Centro Democrático–.
El reto está servido, pese a que solo será un aperitivo de la verdadera batalla. Serán "las mejores elecciones de nuestra historia", ha afirmado Santos. Queda ver por qué derroteros transita la Colombia post FARC.