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La dimisión

Antonio Nadal Pería

Todos tenemos un pasado y parece que el pasado de Màxim Huerta, nombrado hace cuatro días ministro de Cultura y Deporte, no era el más adecuado para aguantar mucho tiempo en el cargo, no sé si por iniciativa directa de Pedro Sánchez o por recomendación de algún asesor poco informado.

La cosa es que pronto se supo que en sus tuits había afirmado que odiaba el deporte y después se descubrió que defraudó a Hacienda por un importe no pequeño. Que no le gustase el deporte se le podía perdonar a un ministro, en ningún lugar figura la obligación de que los ministros sean aficionados al deporte, pero defraudar a Hacienda es una mancha muy oscura en el historial de un candidato a ministro. El señor Huerta se justificó en ambos asuntos, pero el panorama era que si seguía en el Ministerio se le descubrirían más muertos en el armario y todos irían saliendo a la luz pública.

El cargo de ministro le ha durado a Màxim Huerta poco más que un partido de tenis, la final del Roland Garros ganada por Rafa Nadal, a la que asistió por razón de su cargo, no se sabe si a gusto o a disgusto. Parece que ocupó el cargo de ministro de Cultura y Deporte sólo para representar a España en París. Dijo que aunque no le gustase el deporte ni lo practicase, admiraba a los deportistas, los consideraba unos héroes y trabajaría por el bien del deporte. Los aficionados a los toros también se encontraban a disgusto con su nombramiento, porque tampoco le gustan. En cuanto a Hacienda, manifestó que se trató de un cambio de criterio fiscal –explicación desmentida por los inspectores–, que pagó y resolvió el problema.

La dimisión se la exigieron unos cuantos diputados, en un principio se resistió pero enseguida decidió que representaba la única salida a su equivocado nombramiento, por su bien y por el bien del Gobierno, pienso yo. Desde luego, no pudo ser más inoportuno nombrar  ministro de Cultura y Deporte a un señor al que no le gusta el deporte ni los toros, sólo faltaría que un día hubiese dicho que tampoco le gustaba el cine ni el teatro. Se dice que dimitir en Europa es una cuestión de responsabilidad, pero casi una utopía en España. No creo que Màxim Huerta haya dimitido por responsabilidad sino porque, como dijo, "esto no tiene sentido"; es decir, no se cree responsable sino víctima.

La profesión de escritor no parece la más adecuada para ser ministro de algo, aunque algunos escritores que fueron ministros no lo hicieron mal: Jorge Semprún, Eduardo Punset, Manuel Pimentel. Lo que sin duda resulta mala práctica es nombrar ministro a quien odia la materia de la que se hará cargo desde el Ministerio correspondiente. _____________

Antonio Nadal Pería es socio de infoLibre

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