Club de lectura
Siguiendo a Machado
Los clubes de lectura forman un tejido muy importante en la vida cultural. Les dejamos esta sala para que comenten sus lecturas y nos ayuden a componer nuestra biblioteca. Si formas parte de un club de lectura, puedes escribirnos a losdiablosazules@infolibre.es para contarnos vuestra historia y hacernos llegar vuestras recomendaciones.
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En octubre de 2012, volvimos a realizar lo que se había convertido ya en una de las actividades más beneficiosas que nos aportaba la biblioteca: el tercer viaje literario de los dos clubes de lectura de Sanlúcar la Mayor. Elegimos Baeza por dos motivos, el primero porque se celebraba el centenario de Antonio Machado en dicha ciudad y el segundo por ser un poeta sevillano muy leído y querido por nosotras. De hecho dedicamos aquella temporada a preparar entre todos los lectores un trabajo de investigación acerca de nuestro poeta en todas las facetas de su vida: raíces y familia, el amor, sus obras, el oficio de profesor, ciudades en las que vivió , su compromiso político… Además de leer alguno de sus libros, especialmente Campos de Castilla, del que se cumplían también cien años.
De nuevo salimos en autobús una abrumadora mayoría de mujeres y nuestro fiel compañero de andanzas, un masculino singular entre el plural femenino. Veteranas en estas lides, cada cual aportaba su granito de arena para que el viaje fuera lo más entretenido y provechoso. En nuestro pecho llevábamos prendido un precioso broche de tela con el rostro del poeta, un obsequio elaborado por una de las lectoras y que nos identificaba aún más como grupo. Otra repartió un cuadernillo de poemas seleccionados y nos vimos cantando por Serrat aquellas entrañables canciones de su disco homenaje a Machado: Retrato, Don Guido, Proverbios y Cantares… La mayoría pertenecientes a Campos de Castilla. En el autobús había un ambiente festivo como en las excursiones de nuestra niñez. En Córdoba paramos a merendar y lo hicimos con unos exquisitos dulces caseros de las manos maestras de otra compañera. De este modo continuamos el viaje, motivadas y felices disfrutando una vez más de vivir una experiencia literaria y cultural, sin ataduras familiares y como lectoras cómplices.
En una tarde gris y desapacible entramos en Baeza. Dejamos nuestras pertenencias en el Alojamiento Los Poetas, una casa rural de nombre significativo donde pasaríamos dos noches. Nos dirigimos al Ayuntamiento, antigua cárcel con una fachada plateresca frente a la cual vivió el poeta. Allí nos esperaban y con un cálido recibimiento nos proyectaron un ilustrativo e interesante documental de Machado en Baeza. Curiosamente él llega un 29 de octubre de 1912 y un siglo después en el mismo mes y casi el mismo día llegamos nosotras. En nuestro espíritu habita el poeta y en el recuerdo a pesar de nuestro entusiasmo entendemos su amarga llegada a esta tierra desde Soria, como un intento de sobreponerse al reciente fallecimiento de su joven esposa, Leonor Izquierdo, con tan sólo 18 años, dos meses atrás. Casi no podemos irnos a dormir después de tantas emociones y despedimos la jornada en la casa rural durante una velada con sabor a anís, dulces caseros y nuestras variadas impresiones.
La mañana del sábado continúa fría y neblinosa con momentos de lluvia pero eso no disminuye nuestras ganas de conocer la ciudad que nos acoge y las palabras del poeta que nos acompañan:
¡Llueve, llueve; tu neblina que se torne en aguanieve, y otra vez en agua fina!
Volvemos al ayuntamiento para visionar la exposición Antonio Machado y Baeza donde contemplamos cuadros del poeta de distintas colecciones particulares, carteles, manuscritos, documentos de archivo, fotografías, primeras ediciones... expuestos con motivo del centenario. Como complemento también observamos aparatos antiguos, maquetas didácticas y cabeceras de diarios de la época que nos mantienen inmersas en el momento histórico de principios de siglo XX. Machado llega a Baeza como catedrático de Lenguas Vivas en el instituto de la ciudad y se encuentra con una ciudad de mendigos y señoritos arruinados. La gente es muy conservadora y la población rural está muy influenciada por la iglesia. A su “buen amigo” José María Palacio escribe: “Esta tierra es casi analfabeta. Soria es Atenas comparada con esta ciudad donde ni aun periódicos leen. Aparte de esto (…) la gente es buena, hospitalaria y amable. Las únicas preocupaciones son aquí la política y el juego; inquietudes espirituales, no existen; afán de cultura, tampoco”. A pesar de todo, su estancia en Baeza coincide con una de las etapas literarias más prolíficas del autor.
En Poema de un día Machado escribe sus impresiones:
“Heme aquí ya, profesor de lenguas vivas (ayer maestro de gay-saber, aprendiz de ruiseñor ), en un pueblo húmedo y frío,destartalado y sombrío,entre andaluz y manchego (…)”
En 1912 no hay ni un sólo periódico en la ciudad y sólo hay una librería donde se venden postales , revistas clericales y pornográficas. Tres años después de su llegada, sin embargo, Machado escribe estas líneas para conmemorar el 1er Aniversario del periódico Idea Nueva (1915) : “En este bella ciudad entre moruna y manchega, en cuyas piedras venerables se lee un pasado glorioso, en esta noble Baeza, de vieja tradición intelectual, hacía falta un periódico y ustedes, mis queridos amigos han sabido crearlo”. Cuando se va de la ciudad en 1919 hay 6 periódicos de diferentes ideologías.
Tal vez el acontecimiento más feliz que le ocurrió a Machado en esta época fue conocer a García Lorca durante un viaje de estudios que realizó a Baeza en 1916. En palabras del también poeta granadino Luis García Montero, Baeza y Antonio Machado fueron determinantes para que Federico abandonara su carrera musical y se hiciera poeta. Después de este encuentro Lorca comienza a escribir de una manera ávida. Un año más tarde, en 1917, ambos poetas se encuentran de nuevo en Baeza. Como también menciona García Montero, en el primer libro que escribe Lorca en 1918, Impresiones y paisajes la ciudad jienense y su patrimonio arquitectónico son una figura recurrente como muestra del "paradigma simbolista que caracterizaba al poeta granadino en esa época", donde Baeza es una ciudad bella "por su melancolía que se opone a la vorágine industrial de otras ciudades como la Granada de entonces".
Paseamos por esta ciudad íntima y poética. Sentimos una emoción lírica al recorrer sus calles y hermosas plazas: la del Pópulo, la de Santa María, la de Santa Cruz, la de la Constitución… En Baeza, Machado sigue vivo. Nos movemos por callejones entre muros de piedra y en muchos espacios nos vamos encontrando al poeta, en el nombre de una librería, el rótulo de una calle, un paseo, un gran busto, una placa conmemorativa… y la famosa estatua que descansa en un banco con su bastón, su sombrero y un libro entre las manos. Las fotografías son inevitables y abrazamos a Machado para inmortalizar ese momento intentando atrapar algo de su esencia.
Baeza es una tierra agrícola y olivarera. Es también un ejemplo de la herencia recibida a lo largo de los siglos, de la Hispania visigoda a la España del barroco pasando por Al-Andalus, aunque su imagen más definida en sus calles la dejó el Renacimiento. No tenemos tiempo para ver todo, pero sí nos detenemos en la UNIA , un conjunto monumental compuesto por el Palacio de Jabalquinto de finales del siglo XV y estilo gótico isabelino y el Seminario San Felipe Neri (1660). Está situada en pleno centro histórico de la ciudad. En 1990 abre sus puertas como emplazamiento de la Universidad Internacional de Andalucía Sede Antonio Machado. Se compone de la residencia, biblioteca, aulas, administración y demás instalaciones y servicios, ofreciendo así a la comunidad universitaria el uso y disfrute de los mismos en un único espacio. La residencia es un lugar de encuentro y convivencia multicultural, donde las personas conviven con respeto y tolerancia, en un clima de hospitalidad propio de ésta tierra andaluza.
Con especial interés entramos en el aula donde el profesor Antonio Machado daba clases de Gramática Francesa en el Instituto de Bachillerato, situado en la Antigua Universidad y que prácticamente se conserva con el mismo mobiliario de la época: pupitres antiguos, mesa del profesor con brasero sobre un entarimado, perchero de madera… En las paredes hay mapas antiguos y láminas de botánica. Disfrutamos al sentarnos de dos en dos en los pupitres e imaginamos a don Antonio hablando en francés. Una lectora atrevida, ocupa el viejo asiento del profesor y nos lee algunos versos en voz alta.
“Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de lluvia tras los cristales...”
La emoción nos cautiva y nuestro ser infantil queda de algún modo detenido en la antigua clase.
Hacemos una parada para almorzar y el grupo se divide en dos, las que prefieren conocer el recomendado y típico Restaurante Juanito de cocina tradicional y las que optamos por tapear en algunos de los numerosos bares que se encuentran en el Paseo Portales Tundidores, al lado de la bonita Plaza de la Constitución. Siempre nos ha parecido conveniente y hasta saludable que durante el viaje tengamos opciones para que cada cual elija lo que hacer en ese momento. Dentro de la organización de actividades no podemos olvidarnos de la libertad y el respeto individual. Y la tarde se convierte en ociosos paseos, visitas pendientes y compra de regalos o productos de la tierra como los virolos, dulces típicos de la ciudad.
En una noche de paraguas casi todas se van a dormir aunque algunas noctámbulas decidimos dar un paseo y tomar una copa para que el día no acabe todavía y poder intercambiar sensaciones profundas o conversaciones livianas.
En noviembre de 1919 Antonio Machado se marcha a Segovia.
“¡Campo de Baeza,soñaré contigocuando no te vea!”
Y el domingo 28 de octubre dejamos Baeza y nos encaminamos a Úbeda, ciudad vecina que junto con la primera fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2003. Úbeda posee aproximadamente el doble de extensión y de población que Baeza. Posiblemente sea más culta, señorial y cosmopolita aunque particularmente, aprecio el alma entrañable y acogedora de la última. De todas formas no podemos dejar de visitar una ciudad tan cercana que además de su excelente patrimonio posee para nosotras connotaciones literarias y hasta musicales.
El día es bastante luminoso y con buen tiempo lo que nos hace disfrutar aún más de la mañana. Paseamos por la plaza Vázquez de Molina donde se encuentra la Capilla de El Salvador. Nos asomamos a los miradores donde contemplamos una hermosa vista del valle del Guadalquivir y la Sierra Mágina. Precisamente este término forma parte del universo literario del escritor ubetense Antonio Muñoz Molina, porque Mágina es una ciudad imaginada que en realidad es Úbeda y que ha aparecido en algunos de sus libros más importantes, como El jinete polaco (Premio Planeta 1991) excelente novela que ya leímos en los clubes de lectura. También visitamos la Casa de las Torres, de estilo plateresco en la Plaza de San Lorenzo y uno de los escenarios más inquietantes de dicha novela.
Conocimos también la Sinagoga del Agua descubierta por casualidad durante unas obras inmobiliarias, y abierta al público en 2010. Se piensa que es anterior al siglo XIV. Ambientada con mobiliario y decoración propios de la cultura sefardita pudimos saber cómo vivían las comunidades judías que estaban asentadas en Úbeda.
Y como anécdota final pasamos por la Taberna Calle Melancolía, un bar pequeño y entrañable dedicado al cantante y poeta Joaquín Sabina, otro ubetense fundamental. Decorada con muchas fotos, recuerdos y objetos relacionados con el autor como el significativo bombín, inmediatamente nos asaltó la letra de su canción que tarareamos haciendo un guiño a su indomable dueño:
“Vivo en el número sieteCalle MelancolíaQuiero mudarme hace años Al barrio de la AlegríaPero siempre que lo intento Ha salido ya el tranvíaEn la escalera me siento A silbar mi melodía...”
Y tras el almuerzo en Úbeda tomamos de nuevo el autobús y nos despedimos de aquellas tierras jienenses que de forma tan intensa habían llenado de emociones los últimos días. Calmadas, contentas y un poco más sabias volvimos a casa.
*Chary Arbolí es bibliotecaria.Chary Arbolí