Economía circular

España se sitúa en mitad de la tabla de la UE en la implementación de una economía circular

Plástico en una planta de procesamiento de residuos.

La economía circular no se trata solo de reciclar. Se trata superar el deficiente modelo de gestión de residuos para avanzar hacia un modelo de 0 residuos, en el que se cierren los ciclos de materiales y se llegue a una plena sostenibilidad. En la práctica, con la economía circular se amplían los horizontes para seguir avanzando hacia los mínimos desechos posibles. Y eso cuenta en términos no solo de rentabilidad para las empresas, también en términos de cuidado del entorno natural, degradación de los ecosistemas y cambio climático. El Observatorio de la Sostenibilidad (OS) ha publicado este lunes su primer Anuario sobre Economía Circular, en el que, a través de los datos que ofrece anualmente Eurostat, comparan la situación de España en esta materia con la del resto de países de su entorno. Los resultados son agridulces: el avance es notable en algunos ámbitos, mientras que en otros ítems se produce un estancamiento durante la última década o, incluso, un retroceso.

Los resultados dependen de con quién nos comparamos. Si nos miramos al espejo de la antigua Unión Europea, el club de los 15, España ocupa una posición "deficiente", según el Observatorio de la Sostenibilidad: el décimo país en indicadores como productividad en el uso de los recursos, residuos municipales y su gestión, uso de materias secundarias, productividad o innovación. Si la comparación es con el conjunto del club comunitario, España está justo en la mitad, en la posición número 14 (aunque cuatro de esos 28 no tienen datos completos).

 

Valoración de España con respecto a la UE en economía circular.

Los resultados son muy dispares. España obtiene un buen lugar, a juicio del OS, en lo referente a productividad en el uso de los recursos: sin embargo, apunta la organización, el estrés hídrico, la relación entre el agua disponible y el agua utilizada para consumo, riego o procesos industriales es uno de los mayores de la Unión Europea, solo superado por Chipre y Malta. La última sequía afectó gravemente al Levante español, dependiente de un modelo de agricultura intensiva de regadío que depende de más recursos hídricos de los que pueden soportar las maltrechas cuencas del Júcar y del Segura. Los regantes pidan un Pacto Nacional del Agua que transfiera litros de las presas más bendecidas por la lluvia: los ecologistas piden replantearse un modelo que consume mucho más de lo que puede permitirse.

Con respecto a la producción y consumo, el epígrafe del informe que analiza los datos accesibles en Eurostat con respecto a la producción de desechos, España obtiene un muy buen resultado en la reducción de la generación de residuos municipales por persona: es el país de la Unión Europea que más ha reducido esta tasa entre 2000 y 2016 (un 33%). "Nuestra generación por unidad de PIB es mejor que las de Holanda, Italia, Finlandia o Bélgica; sin embargo, respecto al consumo material interno (DMC), España ocupa la cuarta peor posición en la UE-15, aunque mejor que Bélgica, Holanda o Italia, debido al peso de nuestra industria alimentaria y del turismo", asegura el documento del OS.

Sin embargo, en cuanto a la gestión de esos mismos residuos, las noticias no son tan buenas. En comparación con la UE-15, las cifras muestran "el insuficiente esfuerzo en reciclaje de nuestro país", según el Observatorio de la Sostenibilidad, ya que "España se encuentra en muy mala situación en cinco de los seis indicadores seleccionados por Eurostat". Con respecto a los residuos municipales, solo superamos a Grecia dentro del grupo de esos 15 países, con una tasa del 29,7% en reciclaje (10 puntos porcentuales menos que en 2008). Sin embargo, los números son muy distintos dependiendo del tipo de residuos. Por ejemplo, en cuanto a los residuos de envases de madera, vidrio y papel, ya se han superado los objetivos impuestos por la Unión Europea para 2025, y en residuos de envases de plástico, "a pesar del problema existente en cuanto a su ubicuidad y presencia en muchos ecosistemas", la tasa es de un 45,5%, a menos de 5 puntos del objetivo de 2025 del 50%.

Curiosamente, la organización sin ánimo de lucro que gestiona el reciclaje de envases en el país, Ecoembes, suele criticar cada año los datos de Eurostat asegurando que no se corresponden con la realidad, representada, afirman, por sus cifras: voces críticas, como la del experto Alberto Vizcaíno, aseguran sin embargo que existe una absoluta opacidad en cuanto a la procedencia de los números de la memoria de la organización, que apuntan a más de un 70% de tasa de reciclaje de envases.

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Los buenos datos con respecto al reciclaje de envases son contrarrestados por los bajos resultados en cuanto a vehículos fuera de uso, baterías y acumuladores, residuos electrónicos y bioresiduos. En estos ámbitos, las tasas de reciclaje son de las peores de la UE. "Todo esto repercute en la magnitud de nuestra tasa de vertido: a falta de datos para Grecia, España se sitúa en las últimas posiciones de la UE junto a muchos países del Este, Chipre y Malta, lo que pone en riesgo el cumplimiento de los objetivos de la UE", refleja el informe del Observatorio.

Los últimos ítems analizados por el Observatorio de la Sostenibilidad, a partir de las estadísticas de Eurostat, son los del uso de materias primas secundarias y la competitividad y la innovación. España es una gran importadora de este tipo de recursos, los procedentes del proceso de reciclaje, pero una de las peores exportadoras de la Unión Europea. Hasta principios de 2018, todo el excedente era comprado por China, pero el gigante asiático cambió de criterio, provocando que mucho del plástico, del vidrio o del papel que reciclamos en los hogares o en los negocios acabe, al igual que lo vertido en el contenedor gris, en el vertedero. En lo referente a los dos últimos ítems, "España se muestra fuerte en porcentaje de empleo relacionados con la economía circular y mal en cuanto a la inversión privada", a pesar de que el concepto es abanderado por numerosas empresas en su estrategia de sostenibilidad.

El Observatorio de la Sostenibilidad concluye que es imperativo "saltar de una política de residuos a una economía que cierre los ciclos, minimice las emisiones, los consumos energéticos y el uso de materiales", así como que invierta en I+D o incluya el ecodiseño en todos los procesos de fabricación, y que incluya todos los procedimientos en "todas las políticas económicas de la administración central, autonómica y en las decisiones de las ciudades". "Para una transición ecológica es imprescindible una economía circular. Una España sostenible deberá basarse en una España circular", aseguran.

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