LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
El fiasco de Bruselas y el desafío permanente de Mazón desnudan el liderazgo de Feijóo en el PP

Lo mejor de Mediapart

Ucrania-Rusia: lo que esconde la batalla naval de Kertch

Puente sobre el estrecho de Kerch, bajo cuyo arco Moscú atravesaba un petrolero para impedir el paso a navíos ucranianos.

Se trata de la primera confrontación directa entre el Ejército ruso y el Ejército ucraniano. Esta situación, el incidente del domingo en el estrecho de Kerch, entre el mar Negro y el mar de Azov, adquiere una dimensión inusualmente grave. Las fuerzas armadas rusas, apoyadas por el servicio de seguridad interna del FSB, detuvieron y capturaron tres buques de la armada ucraniana el domingo 25 de noviembre. Estamos ante un nuevo episodio en el largo conflicto que se libra entre Moscú y Kiev, desde la anexión de Crimea, en 2014, y el comienzo de la guerra que asola parte de Ucrania oriental (y que ya ha causado 10.000 muertos).

Sin embargo, en esta ocasión, la confrontación militar directa –aunque limitada– entre los dos países reabre una eventual escalada bélica en la región. Tanto Ucrania como Rusia se han dirigido al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero rechazaron reunirse con carácter de urgencia. La OTAN y la mayoría de los líderes europeos han denunciado lo que tildan de “acto ilegal” o de nueva “agresión rusa”, mientras que Moscú protesta por la “provocación” organizada por el Gobierno ucraniano y su presidente Poroshenko.

Estas acusaciones, habituales por parte de ambos países, ponen de manifiesto que los cuatro años de negociaciones políticas en el llamado proceso de Minsk (en el que han participado Alemania, Francia, Ucrania y Rusia) no han dado como fruto ningún progreso importante que sugiera un retorno a la paz y a la integridad territorial en Ucrania. Mientras prosigue un conflicto latente (con bombardeos y muertes cada semana) en las dos regiones separatistas del Donbass, en el este de Ucrania, esta guerra a la que no se llama por su nombre se mueve con el fin de tomar el control del Mar de Azov.

El domingo, tres barcos militares ucranianos, el remolcador Iany Kapu y las corbetas Berdiansk y Nikopol, salían del puerto de Odesa en el mar Negro hacia Mariúpol en el mar de Azov. Mariúpol es un puerto estratégico para la economía ucraniana. Se trata del segundo puerto más grande del país y desde sus terminales se exportan cereales, así como minerales y productos metalúrgicos de las minas y grandes complejos industriales y siderúrgicos del este de Ucrania. Este bastión industrial del país está en manos del hombre más rico del país, el oligarca Rinat Akhmetov. Este lago poco profundo llamado mar de Azov, un canal accesible a los petroleros y portacontenedores, conecta el puerto de Mariúpol con el mar Negro.

Los tres barcos ucranianos fueron bloqueados por las fuerzas rusas (guardia costera, armada y FSB) en el estrecho de Kerch, un corredor que separa el mar Negro del mar de Azov. La marina rusa admite haber disparado algunos cañonazos. Para, acto seguido, uno de sus barcos, el Don, arremeter contra el remolcador ucraniano; un soldado ruso grabó un vídeo, publicado posteriormente (bajo estas líneas), presumiblemente con el visto bueno de los responsables rusos para mostrar la determinación de Moscú:

Las fuerzas especiales del FSB tomaron el control de los tres barcos ucranianos. Seis soldados ucranianos, según Kiev; tres, según Moscú, resultaron heridos. Hay 24 marineros apresados, según un funcionario ruso, y permanecen detenidos en Crimea, en Kerch. La armada ucraniana protestó contra esta “agresión”, tras precisar que Rusia había sido informada de que estos tres barcos habían sido enviados al puerto de Mariúpol. Por parte rusa, el FSB denuncia que se adentraron ilegalmente en aguas territoriales y la negativa a cumplir con las advertencias dirigidas a los marineros ucranianos.

Que se respete o no el derecho marítimo tiene poca importancia en este caso, ya que la comunidad internacional no reconoce la anexión de Crimea y, por lo tanto, no se delimitan las aguas territoriales. Además, en 2003 Rusia y Ucrania firmaron un tratado, que prevé la libre circulación de buques de ambos países en el estrecho de Kerch y el mar de Azov. Estamos sin duda ante una demostración de fuerza de Moscú contra una armada ucraniana que también perdió más del 70% de su flota tras la anexión de Crimea y tiene pocos medios para mantener o modernizar el 30% restante.

Guerra económica

Desde 2014, Moscú no ha dejado de reforzar su influencia en esta zona geográfica para que la anexión de Crimea sea irreversible. En menos de tres años, Vladimir Putin ha materializado un proyecto de más de un siglo de antigüedad (que se remonta a la época zarista): la construcción de un puente sobre el estrecho de Kerch. A pesar de las sanciones europeas y americanas, este puente de 19 kilómetros (el más largo de Europa) se construyó a un precio elevado: se movilizaron hasta 10.000 trabajadores, con un coste de más de 3.000 millones de dólares.

Con el puente sobre el estrecho de Kerch (una autovía de dos carriles y una línea ferroviaria), Crimea está ahora directamente conectada con la rica región del Krasnodar en el sur de Rusia y con la región de Rostov del Don. Y, sobre todo, ha quedado definitivamente anexionada a Moscú, que mantiene en coma a la economía de Crimea desde 2014. El acontecimiento se celebró como es debido. Vladimir Putin inauguró el puente el 15 de mayo, evidenciando la determinación de Rusia a la hora de controlar completamente el estrecho de Kerch y, por tanto el mar de Azov, y el acceso a los dos puertos ucranianos de Mariúpol y Berdiansk.

En cierta manera, el puente ya era la prueba de la voluntad de las autoridades rusas de romper las rutas marítimas ucranianas. Su limitada altura impide el paso de un centenar de grandes cargueros y superpetroleros que antes podían ir a Mariúpol. La construcción de su arco central bloquea fácilmente todo el estrecho: la demostración fue palpable el pasado fin de semana, cuando Moscú decidió atravesar un petrolero para bloquear el paso de cualquier barco.

En la práctica, el mar de Azov se convertía ese verano en un mar ruso. Los guardacostas y los servicios rusos controlan sistemáticamente todos los barcos que cruzan el estrecho. El sitio de información del Mar Negro ha realizado un estudio exhaustivo sobre el tráfico marítimo (el estudio puede leerse en este enlace). Todos los buques con destino a los puertos de Mariúpol y Berdiansk o que salgan de ellos son controlados. Controles que pueden durar unas horas... o, para algunos, varios días.

El resultado es un tráfico en caída libre en ambos puertos (casi el 20% en Mariúpol y más del 30% en Berdiansk). Los armadores no quieren perder decenas de miles de dólares en días de espera. Las aseguradoras han aumentado sus primas. Y los guardacostas ucranianos, cuya presencia en el mar de Azov es muy limitada, reconocen que no pueden hacer nada, ya que el mar de Azov es “un mar común”, según el tratado de 2003.

Moscú organiza así la asfixia progresiva de Mariúpol y su región industrial, que sigue siendo uno de los pulmones económicos de Ucrania. Destaca las “razones de seguridad” y el “riesgo terrorista”, sin explicar nunca cuáles: la primera línea en el Donbass entre los separatistas prorrusos y las fuerzas ucranianas puede y es fácilmente abastecida por tierra.

El lunes, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso prefirió denunciar “la provocación organizada por el presidente Poroshenko” como una forma de relanzar su campaña electoral. Las elecciones presidenciales en Ucrania están previstas para el 31 de marzo. Petro Poroshenko, impopular, está muy por delante en los sondeos de opinión de otros candidatos, especialmente de la ex primera ministra Yulia Tymoshenko.

El presidente ucraniano reunía, por su parte, el lunes al Parlamento para adoptar una declaración que permita instaurar en todo el país la “ley marcial”: lo que viene a equivaler, más o menos, a dar plenos poderes al Gobierno. “Rusia ha avanzado a la casilla siguiente de su agresión y tenemos serias razones para pensar que está dispuesta a llevar a cabo un ataque terrestre”, decía el presidente en un discurso a la nación. Después de largos debates, se decretaba la ley marcial por un periodo de 30 días y sólo en las regiones del Este del país y en Transnistria (Sudoeste). Presidencia se ha comprometido a no retrasar la celebración electoral.

Mientras el poder ucraniano está a la deriva, o en campaña, Vladimir Putin puede hacer que sus peones avancen sin dificultad. El 14 de noviembre, llevaba a cabo otra demostración de fuerza con la celebración de elecciones en las dos regiones separatistas, las denominadas República de Donetsk y República de Lugansk. Unos meses antes, sus líderes habían sido “reemplazados”: el primero fue asesinado y el segundo, derrocado tras un golpe de estado. De este modo, tomaron el relevo dos “interinos” con el apoyo de Moscú. Y el simulacro electoral del 14 de noviembre permitía “legitimar” a las urnas, según Moscú. Por lo tanto, sobre el papel, todo está en orden, tanto en el mar de Azov como en los territorios prorrusos. Y Moscú puede salirse con la suya delante de las narices de Europa. _____________

Rusia y Ucrania buscan rebajar la tensión con un intercambio de 70 presos

Rusia y Ucrania buscan rebajar la tensión con un intercambio de 70 presos

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

Más sobre este tema
stats