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Las consecuencias del 'Brexit' duro

Seis claves para prevenir el caos que amenaza a Reino Unido si no logra aprobar una salida pactada de la UE

El 30 de marzo es la fecha límite para que Reino Unido abandone la UE, a la espera de si la salida será pactada con Bruselas o de manera unilateral.

Quedan poco más de tres meses para que el Reino Unido abandone por completo la Unión Europea y la falta de acuerdo en el Parlamento británico sobre el Brexit pactado por Theresa May con Bruselas alimenta la posibilidad de que la ruptura se produzca de forma abrupta.

Ante un escenario de desconexión incontrolada, la Comisión Europea se está preparando por si finalmente Westminster rechaza el 9 de enero la alternativa consensuada y se opta por una ruptura sin acuerdo. Así, desde los organismos comunitarios se ha presentado este miércoles, y de manera “unilateral” y “temporal”, un paquete de 14 medidas preventivas para evitar que, llegado el 29 de marzo —día fijado para que finalice el período de transición—, los barcos y camiones con mercancías no queden varados en los controles fronterizos, o que los millones de europeos que residen en las islas británicas se queden repentinamente desprotegidos.

Los ámbitos donde se espera un mayor impacto, y donde Bruselas ha empezado a estudiar planes paliativos, son los transportes de mercancías y personas, la circulación de capitales y los derechos de los europeos que trabajan y/o residen en el Reino Unido. En su día, y sin la actual incertidumbre que refleja la Cámara de los Comunes, la Comisión ya advirtió a gobiernos, empresas y ciudadanos de que el Brexit sería un proceso que les iba a causar "perturbaciones significativas".

1. Colapso en los puertos y camiones retenidos

Uno de los principales temores se centra en la movilidad de mercancías entre las islas y el continente. Se estima que, tras la salida de la Unión Aduanera, los nuevos controles en las fronteras acarreen el colapso en puertos como el de Dover y que los camiones obstruyan los accesos por el Canal de la Mancha a la espera de la resolución de los trámites de aduana. Precisamente por si se produjeran estas congestiones, a ambos lados del Canal se han empezado a habilitar áreas de espera para vehículos pesados.

El Gobierno británico, en previsión de la catástrofe, prorrogará durante nueve meses los permisos que los transportistas extranjeros tienen para entrar y salir del Reino Unido, igual que los servicios aéreos que se dedican a transportar mercancías. Además, el Ministerio de Defensa ha adelantado que enviará unos 3.500 soldados a atender posibles desórdenes en puertos y aeropuertos en caso de que, finalmente, no haya acuerdo. Aunque ambos mercados —británico y europeo— seguirán comerciando, numerosas empresas se han puesto a reforzar su personal de aduanas y a estudiar planes frente a las nuevas actuaciones en las cadenas de suministro. Países como Francia u Holanda han iniciado estrategias de refuerzo de plantilla e instalaciones en las aduanas para tratar de aliviar el previsible colapso.

Acerca de la posible confusión en puertos y carreteras, el experto en logística e infraestructuras de transporte de la Universitat Oberta de Catalunya Eduard Josep Álvarez duda de que el tráfico marítimo se vea especialmente afectado ya que, a pesar de que la mayoría de las mercancías se trasladan en barco, “la demanda de mercancías de Reino Unido no depende de un único puerto”, por lo tanto, añade, “simplemente se trata de reasignar carga a otros puertos”, que ya "están acostumbrados a recibir mucha mercancía de todos los países del mundo". Aun así, Álvarez destaca que algunas terminales son privadas y adelanta que cabe la posibilidad de que, de entrada, se nieguen a gestionar mercancía extra y después pidan algún tipo de compensación estatal.

En cuanto a los camiones que transitan por el Eurotúnel, que conecta Inglaterra con Francia, el experto cree que en este caso "sí se pueden generar complicaciones", pero matiza que dependerá de dónde se establezca la aduana y aconseja erigir una infraestructura adecuada a la nueva situación. “Lo único que puede pasar con la mayoría de las mercancías es que se encarezcan", dice, por el retraso que puede suponer formalizar todos los trámites a la entrada y salida del Reino Unido. También ve un problema con los productos perecederos porque países como España o Francia exportan muchos de estos productos —como fruta— y “no es lo mismo que el camión entre directamente a que esté parado durante horas en una aduana”; además de aumentar el precio, asegura, está el problema de mantener refrigerada la mercancía.

2. Merma y pérdidas en el tráfico aéreo

Los pronósticos apuntan también a que el tráfico aéreo será otro de los puntos conflictivos si se materializa la vía dura. Se teme, por ejemplo, que el 29 de marzo, fecha de la desconexión, los aviones con salida o destino Reino Unido se queden en tierra. Para que esto no suceda, el Ejecutivo de Theresa May, igual que con el transporte terrestre, ha decidido prolongar durante un año algunos servicios aéreos. Aun así, esta garantía solo cubre aspectos básicos —principalmente los vuelos directos entre las islas y el continente—, muy alejados de la cobertura que ofrece el espacio comunitario.

Según el Consejo Internacional de Aeropuertos de Europa, sin un Brexit consensuado la aviación comercial de la UE perderá en torno a 30 millones de pasajeros en menos de diez años y casi 5.000 millones de euros de beneficios. La misma organización informa de que el número de viajeros de los aeropuertos de Gran Bretaña representa casi el 20% —más de 250 millones— del total del tráfico gestionado por las terminales de los 27.

3. Escasez de medicinas y alimentos

Este verano el alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, pidió un informe a los responsables de los protocolos de emergencias por atentado para decidir si era necesario hacer acopio de medicamentos y comida y cuál sería la mejor forma de llevarlo a cabo. Khan, muy crítico con el Brexit y su gestión por parte del Gobierno, empezó entonces a moverse por si triunfa el no deal (la desconexión sin acuerdo) y a cargar contra May acusándola de ser "rehén de los fanáticos" de la vía dura.

Unas semanas antes, y según publicó el diario The Sunday Times, el exministro para el Brexit, David Davis, había recibido un documento oficial que analizaba tres posibles escenarios consecuencia de un no deal: uno categorizado como "suave", otro como "grave" y otro como "Armagedón". Al parecer, en el segundo nivel ya se hablaba de que el puerto de Dover —uno de los ejes principales de la recepción y envío de mercancías— quedaría saturado en pocas horas, los supermercados de Escocia sufrirían desabastecimiento de comida en unos días y los hospitales agotarían sus medicamentos en un par de semanas.

4. Europeos que viven en Reino Unido

En torno a tres millones de extranjeros —entre los que hay más de 100.000 españoles— están establecidos en las islas británicas y una de las dudas es qué ocurrirá con sus derechos como ciudadanos de la Unión Europea. Un Brexit duro puede suponer que las condiciones en la circulación y residencia de personas se vea afectada, por eso los 27 intentan blindarlos mediante una Iniciativa Ciudadana Europea para que sus derechos no desaparezcan aunque el país donde viven deje de formar parte de la Unión.

Alejada de las previsiones más catastrofistas se encuentra Dolores Rubio, directora departamental de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid. En primer lugar Rubio está convencida de que “una salida dura no se puede producir […] no se puede salir sin pactar. El Tratado de Lisboa no lo contempla” y, por lo tanto, teniendo en cuenta que, desde su punto de vista, "Gran Bretaña está intentando romper un compromiso", todos los europeos residentes en las islas “seguirán manteniendo sus derechos”, aunque incide en que el detalle es lo que está pendiente de resolver entre los estados interesados y Reino Unido.

5. Hundimiento de la libra y trato especial a la 'City'

Los sectores económico, financiero y comercial de Gran Bretaña también se están movilizando y han empezado a actuar. Varios colectivos empresariales han protestado esta semana al considerar que no disponen de tiempo suficiente para prepararse ante una salida de la Unión sin consenso. De producirse el no deal, las relaciones económicas entre Gran Bretaña y Europa pasarán a regirse por las disposiciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo que conlleva automáticamente al establecimiento de aduanas y controles.

El ministro de Hacienda, Philip Hammond, ya advirtió de que si no se aprobaba el Tratado de Retirada, "las consecuencias serían muy graves, muy negativas para el empleo y la prosperidad. Nos enfrentaríamos a un posible caos económico". Ese caos radicaría, sobre todo, en el desplome de la libra, que ya sufrió una llamativa caída en noviembre tras la dimisión del ministro para el Brexit, Dominic Raab. Muchos analistas económicos alertan de que es mejor no confiar en la moneda británica a corto plazo, debido a la incertidumbre que rodea a todo el proceso de secesión.

La City de LondresCity (el corazón financiero del Reino Unido) supone otro de los puntos de preocupación para el Ejecutivo de May. Hace unos meses la primera ministra ya intentó que la Unión Europea aplicase un estatus especial a las empresas que operan allí  para evitar las convulsiones de la desconexión comunitaria. En concreto, lo que el Gobierno británico pretendía era mantener el libre comercio de servicios financieros para no dejar a la City completamente fuera del mercado único y pendiente de los futuros acuerdos entre el Reino Unido y el resto de Europa. Sin embargo, Bruselas rechazó la proposición y anunció que las empresas del famoso área empresarial no podrán operar sin barreras en los países de la Unión, a menos que Reino Unido decida permanecer dentro del mercado único, cosa a la que se ha negado el Ejecutivo británico en varias ocasiones.

6. Consecuencias políticas del 'no deal'

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Si finalmente la Cámara de los Comunes rehúsa aprobar la salida pactada con Europa, y de momento May no cuenta con apoyos parlamentarios suficientes para que se valide, su Gobierno cuenta con 21 días más para presentar un nuevo plan de Brexit. De no aprobarse esa segunda estrategia —es dudoso que diese tiempo antes del 29 de marzo—, Reino Unido se desligaría de la Unión Europea de manera unilateral y abrupta, aunque hay quien habla de un aplazamiento, la celebración de nuevas elecciones generales o, como demandan los partidarios de la permanencia, un nuevo referéndum que ofrezca tres alternativas: salida dura, salida consensuada con Europa o permanencia en la Unión Europea.

Si se llega al límite de tiempo “se prorrogaría”, mantiene la profesora Dolores Rubio, que destaca dos escollos principales en la negociación: la unión aduanera y la frontera entre las dos Irlandas—esta última cuestión es la que más controversias está generando—. “Todos los tratados internacionales tienen unos calendarios, unos periodos transitorios”, añade, y dice que “durante esos periodos se pueden revertir las decisiones”.

Las precauciones que están tomando tanto Bruselas como Londres y los sectores empresariales de momento están a expensas de lo que suceda en el Parlamento, donde la votación definitiva tendrá lugar en la semana del próximo 7 de enero.

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