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MERCADO LABORAL

Las malas noticias de una buena EPA: temporalidad y trabajo a tiempo parcial en niveles máximos desde 2008

Un operario trabaja en un alcantarillado en Bilbao.

La Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre de 2018 ha arrojado mejores resultados de creación de empleo de los previstos. El número de ocupados creció en 566.200 personas el año pasado, un 2,98%, no sólo tres décimas por encima del aumento de 2017 sino que, además es la mayor alza en términos absolutos desde 2006, antes de la crisis. La tasa de paro se sitúa en el 14,45%, dos puntos por debajo de la de hace un año y la que más se acerca al 13,79% de 2008. No obstante, sigue duplicando las tasas precrisis, cuando en 2007, con un 8,26%, en España se contaban 1,94 millones de desempleados. Hoy aún hay 3,3 millones de personas sin trabajo.

Sin embargo, ese crecimiento del empleo no supone que el mercado laboral haya corregido sus peores flaquezas. Todo lo contrario. La tasa de temporalidad se mantiene intacta, incluso ha subido una décima respecto a 2017. Y se convierte en la más alta de los últimos 10 años. Alcanza el 26,86%, por lo que continúa a la cabeza de la Unión Europea, junto con la polaca. En 2018 el número de asalariados con contrato temporal creció casi un punto más –3,9%– que el de quienes trabajaban con un contrato fijo –3,1%–. De hecho, desde 2013 casi la mitad de los empleos creados –y se han creado muchos, 2,36 millones–, fueron temporales: 1,1 millones. Su número menguó en los peores años de la crisis, puesto que en el primer momento las empresas concentraron el ajuste en deshacerse de los temporales. Con la recuperación, y pese a que la reforma laboral tenía como objetivo acabar con la dualidad del mercado de trabajo, han vuelto a remontar. Hoy, casi 4,2 millones de trabajadores tienen trabajos de duración definida.

El ritmo de crecimiento de la ocupación, ese casi 3%, supera el de crecimiento del PIB, que según las previsiones del Gobierno y de la mayor parte de los analistas y organismos internacionales, se quedará entre el 2,5% y el 2,6%. Lo que revela que la productividad de los puestos de trabajo creados es bajala productividad de los puestos de trabajo creados es baja: un empleado indefinido es un 15% más productivo que uno temporal, que recibe menos formación y tienen menos incentivos para el desarrollo profesional.

Otro tanto ocurre con el trabajo a tiempo parcial, cuya pujanza fue estimulada por la crisis y la reforma laboral de 2012. En 2018 también aumentaron a más ritmo los puestos de trabajo a tiempo parcial, un 3,2%, que los de jornada completa, un 2,9%. Casi 2,89 millones de personas, el 14,8%, tienen un empleo por horas, la cifra más elevada desde 2008. En estos 10 años el número de asalariados a tiempo parcial se ha disparado un 17,7%, hay 435.5000 más. Y más de la mitad de ellos – en concreto el 52,75%– ha aceptado uno de estos empleos porque no pudo encontrar un puesto a tiempo completo. En 2008 el trabajo por horas no deseado alcanzaba sólo al 38,43% de los ocupados. También en la tasa de parcialidad involuntaria España se sitúa a la cabeza de la UE, sólo por detrás de Italia, Chipre y Grecia. La media comunitaria es la mitad que la española, el 26,4%.

El ladrillo, disparado

Un tercer rasgo típico del mercado de trabajo nacional ha vuelto a convertir a la construcción en el sector productivo con mayor crecimiento. El año pasado el empleo en el ladrillo aumentó un 11,92%, cuatro veces más que en los servicios. Por el contrario, la industria perdió 3.000 empleos, un 0,11%, y fue el único sector que perdió puestos de trabajo. Sólo en el último trimestre se eliminaron 17.400 empleos en la industria, una caída que CCOO atribuye al “impacto del factor energético”. Porcentualmente, también ha crecido más el empleo público, un 4,43%, que el privado, un 2,7%. En cifras absolutas, las empresas han creado 430.000 puestos de trabajo en el último año por 136.200 las administraciones públicas.

El paro de larga duración, el de quienes llevan más de un año sin trabajo, experimentó un fuerte descenso en 2018, un 18,3%, pero aún afecta a 1,55 millones de personas, casi la mitad de todos los desempleados. De ese número, 1,09 millones llevan más de dos años sin trabajar. Son la mayor cicatriz que ha dejado la crisis en el mercado laboral: su cifra más que duplica los 684.600 parados de larga duración de 2008.

Dos brechas

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La población activa, el número de personas en edad y disposición de trabajar, ha crecido sólo un 0,4% en el último ejercicio, lo que sirve de poco para recuperar la pérdida sufrida durante la crisis. Alcanzó su máximo en 2012, con 23,5 millones; seis años después está aún en 2,2 millones. La caída la protagonizan los hombres, de los cuales 421.000 han dejado la inactividad, por sólo 71.000 mujeres. Sin embargo, la tasa de actividad femenina –53,08%– sigue siendo inferior a la masculina –64,45%–. Una brecha de más de 10 puntos que se traduce en 1,6 millones de mujeres menos incorporadas al mercado laboral.

Ese desajuste se traslada igualmente a las cifras del paro. La tasa de paro femenina, en el 16,26%, es cuatro puntos superior a la masculina, del 12,87%. El descenso del paro también ha sido mayor este último año entre los hombres que entre las mujeres: 247.000 desempleados menos frente a una reducción de 216.000 desempleadas.

La otra brecha, y muy pronunciada, del mercado de trabajo español es la geográfica, e igual de resistente a los cambios. Mientras País Vasco, Cantabria y Navarra tienen tasas al nivel de la zona euro, del 9,58%, 9,68% y 9,99%, respectivamente, Extremadura, con el 23,10%, y Andalucía, con el 21,26%, más que las duplican.

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