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Un G3 en la Unión Europea

En las reuniones del Consejo Europeo desde la llegada del presidente Pedro Sánchez al Palacio de La Moncloa se ha podido observar el cambio de rumbo de la diplomacia española en diferentes cuestiones. El Consejo Europeo es la reunión donde se dirimen los aspectos centrales del devenir de la Unión Europea, desde la respuesta en su día a la crisis griega a la posición actual ante el interminable Brexit. Los jefes de Estado y de Gobierno de los 28 países que conforman actualmente la Unión Europea –pendientes de la salida del Reino Unido– se reúnen periódicamente en este marco para adoptar decisiones que impactan no solo sobre los 500 millones de ciudadanos europeos sino en muchos casos sobre la relación de la UE con otras regiones o países, desde China a Rusia o Estados Unidos y Latinoamérica.

El anterior Gobierno español había sido muy renuente a implicarse en las iniciativas del eje franco-alemán explicitadas en los sucesivos Consejos Europeos y orientadas a profundizar la integración europea en áreas como seguridad y defensa, protección de los derechos de los trabajadores y los consumidores o el reforzamiento de la zona euro con mecanismos específicos. En Bruselas se ha asistido a una evolución desde junio de 2018 que ha resituado a España en el grupo de vanguardia de los países mas comprometidos con el proceso de integración europea en todos sus ámbitos, tanto institucional, económico como en seguridad y política exterior.

En estos intensos meses el presidente Pedro Sánchez ha establecido una relación fluida con la canciller Angela Merkel y el presidente Emmanuel Macron, que se ha visualizado en las múltiples iniciativas que París y Berlín han presentado a las reuniones del Consejo Europeo asi como en otros espacios del complejo entramado institucional de la UE con el respaldo español. Todas estas iniciativas han ido dirigidas a reforzar el proceso de construcción europea o en otros casos a hacer frente a iniciativas de signo opuesto impulsadas principalmente por los países del Grupo de Visegrado que, con la cada vez mas explicita cooperación de Italia y Austria, están tratando de limitar las competencias de Bruselas recogidas en los actuales tratados. Son especialmente significativos los intentos de Varsovia y Budapest de impedir la aplicación de medidas en defensa de la independencia del poder judicial y la protección de unos medios de comunicación independientes en sus respectivos países.

La respuesta del eje franco-alemán ha sido reforzar la colaboración con los países que apuestan por mayor integración y cooperación en el seno de la UE. En este sentido, por su peso demográfico y el volumen de su economía, España se ha configurado como el principal aliado en el Consejo Europeo y en el seno de las principales instituciones europeas para Alemania y Francia. Lo que era un secreto a voces por los pasillos de Bruselas ha dado un paso de gran calado político con las reuniones periódicas que los diplomáticos de París y Berlín han establecido con los españoles como practica habitual antes de las reuniones de los Consejos Europeos.

Varios países de Europa Central han ido progresivamenre estableciendo una alianza conocida como el Grupo de Visegrado, por el nombre de la ciudad húngara donde se reunieron los lideres de Polonia, Chequia, Eslovaquia y Hungría, todos ellos con una visión muy reticente sobre las políticas integracionistas del eje franco-alemán. La apuesta del Grupo de Visegrado es la conversión de la UE en un espacio de libre mercado, manteniendo eso si los abundantes fondos de cohesión que han permitido el despegue de sus economías en la ultima década, asi como la reducción a un papel simbólico de instituciones como la Comisión Europea o el Parlamento Europeo.

En este escenario la cooperación entre Madrid, Berlín y París ha avanzado en las ultimas semanas a velocidad de crucero hasta conformarse en la practica en un G3 en el seno de la UE. La respuesta dada en la Cumbre de Bruselas a Theresa May ha sido definida básicamente en las reuniones entre Merkel, Macron y Sánchez. La salida del Reino Unido –si Londres no da nuevas sorpresas en este sprint final– consolida a España ante los ojos de Francia y Alemania como uno de los pilares indispensables de la UE ante la deriva hacia posiciones euroescépticas de la Italia de Salvini y la Polonia ultranacionalista. En este marco la designación del español José Manuel Campa como nuevo presidente de la Autoridad Bancaria Europea es una decisión de profundo contenido político. Tanto la canciller Merkel como el presidente Macron han querido reforzar el papel de España al otorgarle el control de una de las principales palancas de la sala de maquinas de la UE.

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España ha sabido también jugar la carta de su recuperada interlocución con América Latina, región en la cual el anterior Gobierno español estuvo desaparecido y renuncio a desempeñar ningún papel o responsabilidad en la definición de una nueva relación europea con esta región tan próxima por lengua y cultura. Es de señalar, como un ejemplo de esta ausencia inexplicable, que mientras a Cuba, provincia española hasta hace poco mas de un siglo, se desplazaban los presidentes y primeros ministros de Francia, Italia y otros países europeos con muchos menores intereses económicos y políticos, las autoridades españolas se mantenían en una posición de meros espectadores. La nueva diplomacia española ha comprendido que su relación especial con Latinoamérica, similar salvando las distancias a la que Reino Unido presume con EEUU y que en tantas ocasiones ha utilizado Londres en su propio beneficio en el seno de la UE, era una carta de primer nivel para reforzar su influencia en Europa. El acceso a un mercado de mas de 700 millones de consumidores y que además desarrolla un papel cada vez mas relevante en la escena internacional solo supone ventajas para España, que se ha vuelto a configurar en estos meses gracias a la intensa agenda de desplazamientos del presidente Pedro Sánchez a la región como el puente natural entre Latinoamérica y la UE.

En próximas fechas veremos sin duda nuevas y ambiciosas iniciativas de este G3 conformado por España, Alemania y Francia. Tanto la canciller Merkel como el presidente Macron, con dificultades internas en sus respectivos países, están apostando por reforzar el proceso de integración europea como respuesta al Brexit y al ascenso de los populismos y la extrema derecha en el continente. Es la "Europa que protege" de la que ha hablado en reiteradas ocasiones en las ultimas semanas en el Palacio del Elíseo y en las reuniones por toda Francia el presidente Macron. Es la Europa de los valores que ha defendido la canciller Merkel en sus criticas al retorno al nacionalismo y a la xenofobia. Y esta misma visión de una Europa solidaria e integrada ha sido expuesta hace escasos días en un acto en el Ateneo de Madrid por el presidente Pedro Sánchez en un discurso que ha apostado por una UE social, feminista y ecológica con un presupuesto ambicioso, una unión monetaria mas fuerte y un marco común de seguridad y política exterior. España vuelve a liderar, junto a los socios fundadores Alemania y Francia, la apuesta por una Unión Europea cada vez mas cohesionada e igualitaria que pueda dar respuesta a los desafíos del siglo XXI. ___________________

David Balsa es presidente de la Conferencia Eurocentroamericana, un foro de dialogo dedicado a impulsar las relaciones entre Centroamérica y Caribe con la UE.

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