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'El Intermedio' o cómo contar la verdad con humor durante 2.000 programas

Imagen promocional del programa.

"Ya conocen las noticias. Ahora, les contaremos la verdad". Es una frase ya mítica de la televisión española. Y este jueves será pronunciada por enésima vez: El Intermedio cumple 2.000 programas. Pero no se ha quedado anticuado. Ni mucho menos, dice su directora, Carmen Aguilera: "Está más de moda que nunca y es más necesario que nunca". Y, por eso, lo celebrarán por todo lo alto. El Gran Wyoming, Sandra Sabatés, Gonzo, Dani Mateo y Thais Villas saldrán de casa, del plató que les ha acogido durante 13 años e irán a Florida Retiro para celebrar que "siguen en plena forma", tal y como afirma la cadena donde se emite, La Sexta. Y no lo harán solos: Miguel Ríos, Ana Belén y Amaral estarán allí en directo. Y también habrá sorpresas de figuras como Iñaki Gabilondo, Antonio Banderas, Andreu Buenafuente, Manuela Carmena o José Luis Rodríguez Zapatero. Todo para evidenciar que son un programa en continua transformación, tal y como dice Aguilera.

Y es que, en 2.000 emisiones, El Intermedio ha cambiado mucho. Fue una creación de Miguel Sánchez-Romero, que fue su director hasta 2016, cuando le tomó el testigo Aguilera. Era un programa nuevo en una cadena nueva. Demasiado arriesgado. Pero salió bien. De hecho, fue una ventaja, según afirma su directora a infoLibre: "La suerte que tuvimos es que crecimos con la cadena. Nacimos junto a La Sexta, y eso nos ha permitido tener algo que muchos programas y muchos formatos no tienen: tener tiempo para hacer prueba y error, un margen para evolucionar, mejorar y adaptarnos". Al principio, el espacio fue exactamente eso, una prueba. De hecho, era una prueba semanal. Pero en seguida pasaron a emitir diariamente, aunque no más de "20 ó 25 minutos", recuerda Aguilera. "Parte del éxito de El Intermedio ha tenido que ver con cómo ha sabido ir adaptándose a los tiempos. Ha sabido traducir muy bien las cosas que nos han ido pidiendo los espectadores", explica.

En 2008 llegó la crisis económica. Y supieron aprovecharla, televisivamente hablando. Pasaron del humor, a la información con humor. Porque esa, dice Aguilera, es la "seña de identidad" que nunca pueden perder. "La llegada de la crisis fue la época en la que El Intermedio supo interpretar muy bien lo que estaba pasando en la calle. Ahí pegamos un giro evidente hacia la información. Los temas cogieron más peso, se reforzó la redacción y nos convertimos en una referencia informativa", explica. "Pero sin perder la seña del humor", insiste. Gracias a ella, sostiene, el espectador "digiere" mejor la actualidad.

No han perdido la seña de identidad del humor porque su presentador principal, El Gran Wyoming, ha permanecido pegado a la silla todos estos años —solo levantándose para "reflexionar" en "el pico de la mesa"—. Los colaboradores, en cambio, sí han ido cambiando. Excepto Thais Villas. Su copresentadora, Sandra Sabatés, sustituyó a Beatriz Montañez en el año 2011, el mismo año en el que se incorporó el humorista Dani Mateo. Gonzo, por su parte, ya llevaba un año en el programa. Ahora, además, el programa cuenta con la colaboración puntual de Joaquín Reyes, Guillermo Fesser, Manuel Burque y Santi Villas.

¿Por qué funciona?

A pesar de tanto cambio, El Intermedio es un ejemplo de que no siempre cualquier tiempo pasado fue mejor. Ahora es más largo, incluye más información y, además, es el programa diario más visto de la cadena, con una media de temporada del 9,3% de cuota y más de 1,6 millones de espectadores. "Ahora es un programa de 55 minutos de lunes a jueves. Eso nos permite abordar y desarrollar más en profundidad los temas", explica Aguilera. Y en eso se diferencian de un telediario convencional —además de en la nota de humor—. "Un informativo tiene que dar 30 píldoras informativas, pero nosotros podemos profundizar en cinco o seis y contar al espectador la hemeroteca sobre el tema o el personaje o hacer encuestas en la calle", afirma. Y eso lo que demuestra es que "la gente tiene interés en conocer cosas, en profundizar en la información y en que se lo cuenten con humor", que es "el mejor digestivo". 

¿Y cómo es un día normal en El Intermedio? ¿Cómo se elige qué se cuenta y, sobre todo, cómo se cuenta? Al contrario de lo que pudiera parecer, las respuestas a estas preguntas no las da la audiencia. "Nos comportamos como un informativo", sostiene Aguilera. Se explica: "Por la mañana vemos de qué se habla en las tertulias, con qué abren los periódicos y cuáles son las previsiones del día. Nos reunimos y vemos cómo lo contamos y adornamos para ser divertidos y originales. Y hacemos el guion". Si hay un imprevisto, se cambian los planes. "Tenemos un equipo muy talentoso y cariñoso con lo que hace. Somos capaces de remontar un programa entero. Si Esperanza Aguirre aparca en un carril bus, cambiamos el programa; si dimite una ministra, también", bromea. 

La audiencia no marca los temas porque, según Aguilera, son los temas los que dan audiencia. "Nuestra audiencia ha coincidido con picos de actualidad. La gente nos busca más en momentos donde hay intensidad informativa, como ahora. Cuando la actualidad es muy candente el programa lo nota", afirma. 

De Franco a la bandera

Pero no todo es un camino de rosas. También hay dificultades. Y El Intermedio ha tenido algunas que, incluso, han llegado a los juzgados. El pasado mes de septiembre, la Fundación Nacional Francisco Franco denunció a El Gran Wyoming, Dani Mateo y La Sexta por la parodia de la exhumación de los restos del dictador. En un comunicado, la organización fascista confiaba en que la justicia actuara "contra quienes se parapetan en la parodia no sólo para humillar a D. Francisco Franco y ofender a millones de españoles que se oponen a la pretendida profanación de su cadáver embalsamado". Pero la Fiscalía de Madrid archivó la denuncia porque entendió que el sketch estaba amparado "en la libertad de expresión" sketch

La siguiente polémica llegó tan solo dos meses después. Dani Mateo protagonizó un sketch en el que se bromeaba sobre los actos conmemorativos del 40 aniversario de la Constitución. El humorista llegó a sonarse la nariz con una bandera española, una broma que derivó en una ofensiva de medios de la ultraderecha contra el programa. Pero el juez acordó de nuevo el sobreseimiento de la investigación. La actuación, dijo, fue "provocadora", pero también "humorística"

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Pero un concepto no tiene que ir necesariamente anclado al otro. Al menos, así lo entiende Aguilera. "No buscamos el escándalo ni hacer ruido. Nos gusta pensar que sosegamos y que el humor sosiega y no busca la polémica", dice. Y es que, si se generaron tales polémicas, fue "por los tiempos de especial crispación y polarización" y por el amplificador de las redes sociales. Pero el problema no es ese, sostiene. "En estos casos, la cosa no es no gustarle a un grupo de personas o a una organización, sino que haya un juez que admita las denuncias en un momento determinado", lamenta. "Afortunadamente, luego han quedado en nada. Seguiremos haciendo nuestro trabajo con naturalidad". 

Si esos no han sido los programas más difíciles, ¿cuáles lo han sido? Aguilera contesta con rotundidad: el programa más difícil es el que queda por hacer. "Y el de este jueves", dice a continuación. Es el 2.000 y, además, también está por hacer. Y la producción será distinta porque saldrán de la zona de confort del plató habitual. 

¿Y a partir del programa 2.001? "Con el talento que tenemos en el equipo, la idea es seguir retándonos y ver lo que nos sigan demandando", concluye. 

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